Danan, Joseph. Absence et présence du texte théâtral, Actes Sud, 2018, 96 pág.
Por Daniela Berlante
El estatuto del texto en el teatro es un núcleo que atraviesa las investigaciones de Joseph Danan, dramaturgo, ensayista y profesor del Instituto de Estudios Teatrales (Sorbonne Nouvelle-Paris 3).
Ya ocupaba un lugar central en su obra anterior, Entre teatro y performance. La cuestión del texto (2016), en la que recorría la evolución de la escena teatral hacia la performance como arte del presente.
En este último ensayo crítico, continúa la reflexión analizando los procesos creativos de grandes artistas de la escena contemporánea para identificar las transformaciones que en ellos ha experimentado el estatuto del texto dramático. La hipótesis de Danan es que el teatro actual es el lugar en el que el texto se ausenta. El presente trabajo se encargará de desplegar los términos de esta afirmación. Ausencia no va a significar devaluación del texto sino desplazamiento de su uso y su configuración.
El autor identifica diferentes estratos que reviste esa ausencia. La paradoja de buena parte de la escena occidental contemporánea es que el teatro (dramático) se funda sobre un texto que reclama ser olvidado, por lo tanto, los fenómenos escénicos ya no son el espacio en el que éste se revela sino el de su veladura, incluso de su borramiento, el de su devenir palabra. Y la dialéctica entre texto y palabra podrá ser más o menos sutil.
Danan revisa diferentes operatorias, sobre todo europeas. Ostermaier, Matthias Langhoff, Claude Régy, Rodrigo García, Romeo Castellucci serán de la partida. En Inferno, del director italiano, el poema de Dante es el texto fundador del espectáculo, aun cuando resulte invisible e inaudible, aun cuando todo su proyecto consista en volverlo ausente.
Esta libertad de maniobra explica la elección creciente de materiales heterogéneos que han desplazado al drama de su lugar de privilegio, a la hora de plantear los montajes.
La novela, por caso, es el género que permitiría a los directores volverse “creadores escénicos” y no solo puestistas de un texto preexistente concebido para el teatro. El caso de Antoine Vitez con Catherine a partir de la novela Les cloches de Bâle de Louis Aragon resulta ejemplificador. El espectáculo no consistió en la representación de la fábula sino en su lectura concreta, en la apuesta por la materialidad de la palabra. Películas, expedientes judiciales, relatos de vida son los otros textos de los que se nutre el teatro de hoy para su sustanciación.
El objeto de estudio de Danan no podrá ser pensado sin la impronta dejada por Artaud o por Heiner Müller, pero no menos por Samuel Beckett, esto es, el autor que decidió renunciar al texto para pasar a la partitura, a la sola indicación de la acción, como lo atestiguan Acto sin Palabras I y II.
En esta constelación de prácticas escriturarias destaca, entre muchas otras, la de Joël Pommerat, quien escribe a partir del trabajo con sus actores en un ida y vuelta inescindible, que termina fijándose luego de las primeras representaciones.
Ahora bien, Danan sostiene que aun cuando el texto se ausente, no por ello deja de producir efectos de presencia, incluso de “híperpresencia”, como cuando las didascalias, texto destinado a no emitirse, se enuncian en escena, amplificadas, o cuando se recurre al uso del micrófono privilegiando la dirección de la palabra proferida.
El ensayo revisa buena parte de las modalidades que rigen en la actualidad la relación entre texto y representación partiendo de la hipótesis de la ausencia del primero, entendida como repliegue, pero no como anulación.
Para concluir, reconoce, en el teatro de la era cuántica, será el espectador en la intimidad de su conciencia (o inconciencia) quien finalmente decidirá si el texto está vivo o no.