número 20 | diciembre 2022
Reseñas
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Sarrazac, Jean-Pierre. Critique du théâtre 2. Du moderne au contemporain, et retour. Estrasburgo, Circé, 2015, 224 pág.

Por Daniela Berlante

 

Estudioso infatigable del devenir del drama desde hace más de treinta años, sucesor díscolo de Peter Szondi, su predecesor en estas cuestiones, Jean-Pierre Sarrazac sigue investigando en Critique du théatre 2 el derrotero del drama moderno en su tránsito a la contemporaneidad.

No ahorrará críticas a quienes se han visto eclipsados por esta última noción invistiéndola de plusvalía estética en desmedro del alcance de lo moderno. Decididamente, Sarrazac abjura de la contemporaneidad como una categoría estética per se y brega por una articulación entre esas dos instancias que buena parte de la crítica ha tendido a separar.

Es esta la discusión que mantiene con Hans-Thies Lehmann cuando el autor de El teatro postdramático sindica al drama como forma obsoleta y en crisis terminal. Sarrazac prefiere pensar en un cambio de paradigma para la forma dramática –el drama rapsódico- objeto de todos sus estudios anteriores. Este territorio de mutaciones incesantes comienza a partir de 1880 al liberarse de sus propias normas de la mano de autores como Strindberg, Ibsen, Chejov o Maeterlinck, cuyos procedimientos pueden relevarse en las obras de Fosse, Kane, Lagarce (modelo del escritor rapsoda a quien le consagra un capítulo) o Koltès, entre otros. El Naturalismo con la novela y el Simbolismo con la poesía contribuyeron notablemente a expandir los límites del drama. Lo que se propone aquí Sarrazac es demostrar su vigencia en el siglo XXI, a contrapelo de quienes han firmado su acta de defunción.

Para ello plantea determinados dispositivos estéticos que –entiende- permiten explicar las mayores innovaciones del teatro actual, ligadas indisolublemente a procedimientos que se remontan al siglo pasado.

El teatro se vuelve transfronterizo y la categoría de no man’s land como un archilugar es el espesor del espacio entre las fronteras. Hay una esencial para la dramaturgia contemporánea y es la que divide a los vivos de los muertos, a lo humano de lo que no lo es. Genet es uno de sus portavoces como lo es Beckett, sobre todo el de El despoblador, obra que sintetiza el tiempo y el espacio beckettianos. Sarrazac asume que es posible relevar este espacio transicional en las producciones de Fosse, Koltès, Pinter y Kroetz. También considera que la crónica policial, en tanto micro epopeya de la gente anónima ocupa en el teatro actual el lugar que supo tener el mito en la tragedia antigua, dando lugar a la puesta en juego de “lo inexplicable”. Las criadas o Roberto Zucco pueden dar cuenta de ello. Claro que la supresión de la tragedia no implica la liquidación de lo trágico.  Y en lo trágico contemporáneo la acción dramática se rarifica, se vuelve un fantasma, de suerte que de Beckett a Fosse asistimos a un teatro de lo infradramático.

Si bien la obra de Sarrazac prioriza el abordaje textual, no por ello abandona la puesta en escena. De hecho, uno de sus capítulos está enteramente dedicado a su origen moderno, otro a la figura de Jean Vilar como modelo de director rapsoda y un tercero al análisis de Pièces de Guerre, de Bond y de Rwanda 94, espectáculo de la compañía Grupov, ejemplo de construcción de teatro íntimo-político contemporáneo, modelo de reinvención de la relación entre artistas y espectadores.

La comunicación de la asamblea teatral se encuentra profundamente modificada. La intrusión del gesto de dar testimonio ha provocado una conmoción en el dispositivo teatral contemporáneo porque testimoniar es desrepresentar. Es por eso que Sarrazac concluye su obra compartiendo el modelo de Ceux qui restent (Los que quedan), pieza de David Lescot que le dio la palabra a dos sobrevivientes del ghetto de Varsovia dictada por ellos mismos. El gesto de testimoniar en escena el horror permitió el acceso directo –sin el filtro de una dramaturgia reductora y regresiva- a la mayor tragedia de la Historia, aglutinando de esa manera lo íntimo y lo político, los dos engranajes que para el autor de Critique du théâtre 2 motorizan y dan entidad al teatro contemporáneo.

Aún no traducido, confiamos en que pueda llegar en español a las manos del público hispanoparlante.