número 20 | diciembre 2022
Reseñas
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García Wehbi, Emilio. El Periférico de Objetos. Un testimonio. Córdoba, Ediciones Documenta/Escénicas, 2021, 300 p, ISBN 278-987-4445-16-2

Por Julia Elena Sagaseta

 

Entre 1990 y 2009 un grupo, El Periférico de Objetos, presentó su recorrido artístico en la escena de Buenos Aires, un recorrido que produjo un impacto muy grande. Cada obra era una búsqueda, un desafío, una propuesta distinta que asombraba. Pronto tuvieron muchos espectadores fieles, invitaciones a festivales, reconocimiento internacional. Se escribieron muchas páginas sobre las obras que hacían, se trató su labor en muchos congresos académicos. Cuando dejaron de actuar, cuando dieron fin a su trayectoria, sus tres directores, Ana Alvarado, Daniel Veronese y Emilio García Wehbi siguieron con carreras individuales muy exitosas. Pero la obra de El Periférico, aunque muy estudiada quedó solo en el testimonio de los registros. El teatro es arte evanescente, presencia pura. Las nuevas generaciones de espectadores reconstruyen lo que fue a partir del archivo. Para la historia del teatro argentino contemporáneo en la que El Periférico ocupa un lugar tan singular, esos testimonios son muy importantes, constituyen la forma que tenemos hoy de recuperar lo que significó. Por eso este libro de uno de los fundadores y directores del grupo resulta tan significativo.

Escrito en un estilo ágil, con mucho material gráfico de los muñecos y puestas del grupo (los muñecos son están fotografiados por la excelente artista Nora Lezano) y en una edición muy cuidada (como todas las de Documenta/Ediciones) el libro resulta otro objeto acorde con la labor que testimonia.              

García Wehbi va narrando la trayectoria de El Periférico paso a paso, desde que sus tres iniciadores (Alvarado, Veronese y él) entran a formar parte del grupo de titiriteros del teatro San Martín hasta la disolución del grupo. Es una amena conversación con el lector que así conoce o recrea (si ha sido espectador) las obras, haciéndolo partícipe de todas las vicisitudes y búsquedas del grupo. Muestra una experimentación constante, nada los detiene, ni la falta de recursos del comienzo ni el exceso de los mismos al final.

A pesar de ser únicos en su recorrido Wehbi no se regodea en ese hecho y establece relaciones con el marco histórico y el artístico de la escena porteña en los años de su actividad. Y también indica la marca que les deja la llegada de Tadeusz Kantor, de Pina Bausch, de los marionetistas franceses Philippe Genty y Dominique Houdart.  

En una época donde el teatro independiente no tenía tantas salas como en la actualidad El Periférico actuó en las más exitosas y estrenaron en festivales europeos algunos de los cuales les produjeron los espectáculos como el festival de Bruselas (que lo hizo varias veces) y muy tempranamente el de Avignon presentó una retrospectiva de su obra. Este reconocimiento internacional se une al que tuvieron desde el principio en su país tanto de la crítica como del ámbito académico y de sus colegas.

 La búsqueda de experimentación, que se ratifica en la permanente ruptura de formas transitadas, se complementa con la formación intelectual que acompaña la composición de las obras. No parten de un texto como en el teatro tradicional sino de una idea, de un interés por un tema lo que los lleva a investigarlos, a leer muchos libros, a hacer cursos con especialistas. Es un tránsito nada habitual ni en su época ni posteriormente.  Cuando recurren a obras como el inicial Ubú rey o posteriormente Hamlet máquina o Variaciones B. es porque esos textos tienen que ver con un interés particular y previo que los motiva y no son respetuosos con ellos. Muy pronto comienzan a manifestar lo que será su estética: evidenciar el artificio, mostrar la complicada y fuerte relación del sujeto y el objeto.

Sus muñecos también cambian. En un momento los van a definir las muñecas antiguas, sin cabello y muchas sin ojos pero pronto crecerán, serán antropomórficos o animales. Nunca van a hacer un teatro representativo.

Si al principio son sólo manipuladores, pronto incorporan voz en off, actores, máscaras, proyecciones, teatro de sombras, música y canto (muy importantes en Monteverdi método bélico), tecnología. En la última obra, Manifiesto de niños, rompen no sólo con la frontalidad sino con el punto de vista único. El espectador debe elegir qué ve y desde dónde. Wehbi la define como una instalación teatral.

Pero este texto es solo un minucioso recorrido. Presenta otros capítulos: “Fuera de escena” donde el autor cambia el tono y cuenta anécdotas del transitar escénico; el “Lexicón Periférico” con el vocabulario propio de ese teatro; el “Atlas” con testimonios visuales y documentos (programas, cartas, críticas) y el “Botín de guerra” con fotos de los muñecos y sus lugares escénicos de actuación.

Para quien le interesa la escena y el recorrido de este grupo es un libro imprescindible.