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¿Es necesaria la ficción? Politicidad del teatro performativo
¿Es necesaria la ficción? Politicidad del teatro performativo


número 21 | junio 2023
Reseñas
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Danan, Joseph. ¿Es necesaria la ficción? Politicidad del teatro performativo, Artes del Sur, 80 pág.

Por Daniela Berlante (UNA/UBA)

 

Conformado por cuatro artículos que abordan desde un contexto europeo el devenir de las realizaciones escénicas contemporáneas concebidas por fuera de la forma dramática, Joseph Danan plantea dos problemáticas esenciales que intentará despejar todo a lo largo del volumen.

Ante la hiperpresencia de lo real como una de las características insoslayables del teatro actual, el autor se pregunta si es necesaria la ficción y, en ese caso, cuáles son las posibilidades de la escritura dramática frente a tamaña injerencia. El ensayista asume que la ficción dramática se encuentra amenazada tanto por la puesta en escena del yo biográfico como por la omnipresencia de la actualidad transmitida a través de los medios y la web que suele derivar en nuevas formas de teatro documental. Danan encuentra que determinados artistas del siglo XXI compiten con el flujo de Internet en pos de testimoniar la realidad y corren el riesgo de disolver su singularidad en la tarea.

No obstante, observa que recurrir a lo que denomina “no-ficción” implica también un trabajo dramatúrgico en su acepción más amplia. Si inevitablemente el teatro acusa una tensión entre realidad y ficción, de lo que se trata es de trabajar en el límite, o mejor, de producir límite, tal como sostiene Jacques Delcuvellerie, director de Groupov y de la famosa performance Rwanda 94.

Por lo demás, afirma que si los medios de comunicación o las imágenes que circulan en red espectacularizan el mundo real aspirando en muchos casos a volverse más verdaderos que la propia realidad, el teatro es capaz de producir un modo propio de la verdad “que pase por la presencia en el mundo”. Frente al devenir ficción del mundo, el teatro “será siempre más real en cuanto aporta una experiencia de contacto con lo viviente”.

¿Esto significa que el autor reniega de la ficción? No, en la medida en que la desinscribe de la instancia representacional. El teatro presentativo no le escapa a la ficción, sino que desbarata un uso que es exclusivamente mimético. (El malentendido surge cuando se asocia ficción con mímesis eclusivamente). Es posible y necesario entonces construir dramaturgias que prescindan del régimen de la representación mimética, pero que no anulen la producción de ficción. Es preciso ficcionar de otro modo.

 La otra cuestión que releva es la capacidad del teatro performativo de ser también un teatro político. Danan expone una disyuntiva entre el teatro entendido como dipsositivo efímero, experimental, generador de experiencias y otro en el que aún subsiste alguna forma de dramaturgia (derivada de un texto dramático o de la escena).

Calificando a la dramaturgia como potenciadora del pensamiento, concluye que su prescindencia en los espectáculos contemporáneos es responsable de la ausencia de politicidad que manifiestan. Es por eso que la construcción de un proyecto dramatúrgico concebido dentro de un dispositivo experimental lograría inyectar la dimensión política que advierte mayormente debilitada o ausente en las obras de este tiempo.

Conciente de la dificultad de mesurar el alcance de su definición, Danan designa como teatro político a aquel que logra producir un efecto en lo real. Esa es su dimensión performativa.

Finalemente en “¿Por qué Castellucci?”, último artículo del libro, reivindica la figura del creador de la Compañía Raffaello Sanzio por la potencia excepcional que sus espectáculos provocan, no sin antes admitir que el valor de una obra puede medirse a partir de los escritos que es capaz de inspirar.

Vaya como prueba este libro.