número 23 | septiembre 2024
Críticas
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El corazón del daño

Por Julia Elena Sagaseta (UNA)

 

Libro: María Negroni. Adaptación: María Negroni con la colaboración de Oria Puppo y Alejandro Tantanian

Dirección: Alejandro Tantanian

Actuación: Marilú Marini

Diseño de escenografía, iluminación y vestuario: Oria Puppo

Música original y diseño sonoro: Diego Vainer

Teatro Picadero

 

Vuelvo a El corazón del daño conocida en Buenos Aires en enero y estrenada en Madrid unos meses antes. ¿Por qué lo hago ahora? Porque me parece uno de los mejores espectáculos que se han visto y creo que vale la pena seguir destacándola. Territorio teatral tenía que hacerse eco. Pocas veces se da una conjunción tan perfecta entre un texto de gran calidad literaria, una espléndida dirección como siempre ocurre con Tantanián y la increíble actuación de Marilú Marini. Me podrán decir que adjetivo demasiado. Creo que el espectáculo lo merece.

Todo comenzó con la lectura que el director hizo de la novela. Tantanián lo ha contado en reportajes. El texto lo conmovió por el tema vasto y la agudeza y riqueza del tratamiento. Estaba la relación muy conflictiva de una hija con su madre, pero no era una autoficción, había también una búsqueda de la identidad y un tratamiento de la escritura que elegía la autora y llevaba a menciones y citas de muchos escritores. Tantanián sintió que quería hacer con ese material tan potente. Pero ¿cómo llevarlo al teatro que era donde él encontraba su lenguaje? Tenía experiencia en esa tarea, había tratado textos poéticos (Nicanor Parra) o narrativos (Margo Gratz, Carlos Gamerro, Kafka).

Cuando María Negroni dijo que aceptaba pero que quería que se respetase su escritura el director fue tajante: no sacaría “ni una coma”. Así la adaptación la hizo la propia Negroni con la colaboración de Tantanián y Oria Puppo, la escenógrafa e iluminadora que lo acompaña hace tiempo. Pero el teatro es actuación y surgía la problemática de cómo resolverlo. Siempre lo hizo apelando a brillantes actores (para Glatz con Analía Couceyro, para Parra Patricio Contreras). En este caso no tuvo duda. Tenía la actriz con la que ya había trabajado dos veces anteriores, Marilú Marini. Y sin duda no pudo hacer elección mejor.

Marini no solo se sintió impactada por la novela, sino que supo leerla con una gran sutileza para su trabajo teatral. Había que trasladar esa calidad literaria a la escena sin interpretar un personaje y tampoco ser una narradora. ¿Dónde estaban los límites? Jugaron varios factores. Una puesta minimalista con una mesa, dos sillas y varios objetos, un portarretratos, una muñeca y una bolsita de la que iría sacando otros objetos. Al fondo una gran pantalla que se iba iluminando con luces de diferentes colores. Rodeando todo eso había un gran marco. Y el otro factor importante fue la idea de Tantanian de apelar a Beckett, a la manera de actuar un texto de Beckett, algo que Marilú Marini conocía muy bien. Se eligió Los días felices una obra que hizo en Buenos Aires años atrás.

Con todos esos elementos y un texto aprendido y entendido en profundidad Marini salía a escena. Nunca fue la narradora ni la autora de El corazón del daño. Siempre fue Marilú Marini presentando un texto espléndido.

El marco señalaba la entrada a la obra teatral. La actriz salía a escena fuera del marco, hablaba con el público, les pedía que apagasen los celulares y al decir las palabras que son apéndice en la novela “Voy a crear lo que me sucedió” pasaba al marco y entraba al mundo narrativo/ahora teatral. Y comenzaba con las mismas palabras de la obra de Negroni “En la casa de la infancia no hay libros”. El texto se diría e impactaría también al público con un ritmo dado por la voz, los movimientos corporales (formas de caminar, golpes en la mesa), la utilización de los objetos y las distintas luces que se irían proyectando. En algún momento Marini tomaba las actitudes de Winnie, el personaje de Los días felices de Beckett y desde allí sacaba y utilizaba los objetos del bolsito. Referenciaba una actuación que venía haciendo y volvía a la novela. 

Creo que haber visto El corazón del daño ha sido una de las mejores experiencias artísticas de la temporada teatral de Buenos Aires. Conocer, disfrutar a Marilú Marini actuando (en ésta y en todas las puestas que ha hecho aquí) es un placer que no hay que perder.