Dysphoria mundi. Paul B. Preciado. Barcelona, Anagrama, 2022, 549 páginas, ISBN 978-84-9-9948-1
Por Julia Elena Sagaseta (UNA)
Es un libro difícil y sin embargo de fácil, atractiva lectura. Cuesta reducir su amplio contenido a poco espacio, solo se puede hacer una aproximación. Pero no se puede eludir su gran calidad filósofica y literaria que se ubica en un marco que contradice muchas posturas canonizadas, hasta del lenguaje: está escrito en un inclusivo sin dudas. Judith Butler lo caracteriza de manera precisa en un texto que es faja en la edición: “Esta monumental obra de Preciado es la de un bibliófilo que pone todos sus recursos al servicio de un tiempo y de un mundo hoy día irreversiblemente dislocados. Movilizando teorías del lenguaje, la conciencia, la tecnología y la inmunología para narrar la historia de este mundo, el libro de Preciado hace añicos las estructuras binarias responsables de la destrucción del amor y del futuro”.
Escrito durante el Covid que pasó solo y mal en París, Preciado sufre un impacto y disecciona la realidad, la de un capitalismo neoliberal al que mira desde una óptica marcada desde lo queer y decolonial y que, como señala Butler, rompe con todo binarismo. Caracteriza su época como capitalismo patriarco-colonial que ha producido una disforia en el mundo. Él sabe de qué habla cuando utiliza esa palabra. Ha padecido muchos años la disforia de género pero ahora es el mundo el que ha comenzado a derrumbarse porque, atravesado por ella, está out of joint, fuera de quicio, caracteriza yendo a la expresión tan conocida de Hamlet (que tomó Derrida en Espectros de Marx). Así irá siguiendo a través del libro, de un minucioso, muy particular recorrido, ese desquiciamiento, los lugares, los sujetos, las estéticas, todo lo dominado por esa ideología que abarca lo que señala como petrosexoracial.
Sin apartarse de la propuesta filosófica que se ha trazado y que le debe mucho a los pensadores del postestructuralismo francés en el que se ha formado, particularmente el Foucault de Vigilar y castigar, Derrida, Barthes, Deleuze y Guattari (a los que sigue en la idea rizomática en la que ha armado el texto), sin dejar de ser en todo momento un libro filosófico, se permite cruzar muchos registros lingüísticos y géneros. Dysphora mundi es también un ensayo literario que tiene autoficción, poesía, narración. En todos sus libros Preciado ha puesto su vida como parte de lo tratado, su transición no ha sido eludida, tampoco aquí así como su duro tránsito por el covid. Los vaivenes narrativos que le permiten un recorrido muy profundo por la sociedad actual están atravesados periódicamente por un poema que llama Oración fúnebre y que, manteniendo la estructura va variando en vigor, en desesperación, en furor.
No son los filósofos franceses los únicos que hacen un marco teórico. También están filósofos contemporáneos con los que dialoga como Judith Butler, Bifo, Donna Haraway, Silvia Federici. Elles también ayudan a ver ese mundo desquiciado que contempla y que no es solo el europeo en el que vive. Hay mucha referencia a lo latinoamericano.
Pero a pesar del panorama desolador que muestra y que siempre merece su Oración fúnebre su concepción no es totalmente pesimista. Tiene esperanzas. En primer lugar cree que estamos en la etapa final del capitalismo petrocolonial y confía en luchas que le dan confianza: la de los migrantes, la cuarta ola feminista, el movimiento negro, la lucha trans. La última parte del libro “Carta a les nueves activistes. Posfacio” está dedicada a esa esperanza. No es ciego por eso comienza diciendo “Amigues míes, estoy llene de alegría. No porque las cosas vayan bien, como podéis imaginaros. No hay un solo espacio social en el que los signos del avance de las tecnologías de la muerte no puedan sentirse ya como amenaza inminente a todo lo vivo”. Considera el neoliberalismo como un necrohumanismo. Pero confía en ese movimiento de cambio que en muy distintos ámbitos, sociales, políticos, sexuales lo ve crecer, y lo incita a seguir, a profundizarse.
Imagina un movimiento profundo que termine con la presión digital, patriarcal, colonial y militar. Y cree en la fuerza del activismo, del arte, de la filosofía, de la narración.