La plataforma Tándem 2011 -presentada por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, la Embajada de Francia en la Argentina y el Institut
Français, con el apoyo del Ministerio de Cultura y Comunicación de Francia- se planteó en términos de puente cultural entre las ciudades de París y
Buenos Aires para que cada una de estas capitales recibiera las manifestaciones artísticas de la otra. París desembarcó en Buenos Aires a principios de
otoño y lo propio ha hecho Buenos Aires en el otoño francés. La programación incluyó a la música, la literatura, las artes visuales y las artes
escénicas.
En cuanto a las últimas, Timbre 4 y el Complejo Teatral de Buenos Aires fueron los escenarios designados para las puestas francesas. En el espacio de
la calle Boedo se presentó La ley del caminante (entrevista con Serge Daney)/ La loi du marcheur (entretien avec Serge Daney) de
Nicolas Bouchaud, dirigida por Eric Didry y en el Teatro San Martín hicieron lo propio la Compañía de Philippe Genty con Viajeros inmóviles
/Voyageurs immobiles y tres producciones presentadas por el Théâtre du Rond Point: La granja de los pepinos/ La ferme des
concombres de Patrick Robine, dirigida por Jean-Michel Ribes; Chanchadas/Truismes una adaptación de Alfredo Arias sobre la novela homónima de
Marie Darrieussecq en soporte semi montado y 22H13 un espectáculo escrito y dirigido por Pierrick Sorin el artista que hoy nos convoca.
Nacido en Nantes en 1960 este videasta, realizador de cortometrajes y dipositivos visuales en los que reflexiona de un modo socarrón e hilarante sobre
el lugar del arte, el artista, las instituciones y la vida, no sólo vino a Buenos Aires para la puesta en escena de 22H13 sino para exhibir en
el Mamba -ya lo había hecho en 2000- una muestra de su peculiar producción. Sus exposiciones han sido presentadas también en sitios icónicos del arte
contemporáneo como el Centro Georges Pompidou, la Tate Gallery de Londres, el Museo Guggenheim de New York, la Bienal de Venecia y la de San Pablo
Alejado de cualquier solemnidad a la hora de pensar y exponer su propia práctica, Sorin es un artista autorreferencial. Adepto a la autofilmación es la
mayor parte de las veces el único actor de las obras que escribe y dirige. "Soy hijo único, la autofilmación viene de ahí. Siempre jugué solo" [i] ¿ironiza?. Ha creado lo que dio en llamar "teatros ópticos" para designar un dispositivo que
entrelaza ingeniosos objetos reales y proyección de imagen digital que le permiten aparecer, como por arte de magia en el espacio, bajo la forma de un
holograma.
Las situaciones que se desarrollan en los teatros ópticos así como en sus videoinstalaciones y videoperformances tienen como denominador común el humor
desopilante y corrosivo, no exento de una cuota de patetismo, que va a constituir su sello distintivo. Aclaremos que se trata de un humor cáustico,
irónico, pero que en definitiva hace las veces de antídoto contra su miedo al vacío. Se trata de una risa con plataforma trágica.
.."El humor y el reirme de mí mismo me sirven para evitar resultar involuntariamente ridículo y para esquivar cualquier toma de posición que los
"otros" podrían condenar. Resistencia al vacío, a la fragilidad y a la desaprobación"[ii]
Sorin se burla de manera feroz de las convenciones, de las instituciones y entre ellas de la del arte y su estatuto. Sus cuestionamientos y su
escepticismo respecto de las producciones que son calificadas como artísticas están a la orden del día y son el motivo central de toda su obra. Se
apropia de determinados géneros televisivos y cinematográficos como el noticiero, el documental, el cine porno, el de autor, el videoclip para
parodiarlos a la vez que homenajea a Chaplin, Buster Keaton y Jacques Tati entre otros cómicos. Los gags, los modos de actuación y el uso del cuerpo
acelerado dan cuenta de la productividad que ha tenido ese cine en su recorrido artístico.
22H13
[iii]
Después de haber visto la exposición que realizó en homenaje a Georges Méliès en 2009, Jean Michel Ribes -director del Théâtre du Rond Point- invitó a
Sorin a crear un espectáculo para esa institución. Si bien la propuesta fue aceptada, el videoartista -aún cuando resulta el protagonista excluyente de
todas sus producciones- se negó a participar como actor.
"No quería hacer 50 veces lo mismo en un escenario ante el público Si no está la intermediación del video, actuar me angustia " [iv], razón por la cual 22H13 tiene por protagonista al actor Nicolas Sansier, quien funciona como
un álter ego escénico de Pierrick Sorin.
.Este espectáculo podría ser asimilado a una "performance artística" en cuanto a que vemos al artista "haciendo obra" en directo; pero el hecho de que
sea actuado. y el lugar importante del texto lo posiciona más en el campo teatral". [v]
Teatro performático entonces para definir el "retrato del artista trabajando" como refiere Sorin. Porque lo que se exhibe en este unipersonal que asume
el formato de un diario de a bordo, expresado en escena a través de una voz en off, es aquello que hace un artista cuando está solo en su taller. La
marca autorreferencial se hace evidente. En este sentido 22H13 constituye una aproximación al mundo del trabajo del artista, en una dimensión
que poco tiene que ver con el aura que se le atribuye a esta práctica y a quien la ejerce. Sorin desacraliza la tarea al develar la cotidianeidad de
ese quehacer. Quehacer atravesado asimismo por una implacable lógica de mercado cuya representación escénica descansa en la figura del marchand quien,
mediante su sola voz sonando disrruptivamente en el contestador telefónico del artista, encarga, reclama, exige resultados concretos, productos
terminados.
Hemos señalado que uno de los sellos de Sorin era denunciar a través del humor cuánto hay de pose en la esfera del arte. Para ello no duda en poner en
escena ready mades a partir de los elementos más banales. De la conjunción de un secador de pelo en funcionamiento, introducido en una media se crea
algo parecido a un pene erecto que provoca, por la ocurrencia, la hilaridad de toda la platea. Lo interesante es que el objeto artístico surge a partir
de la necesidad concreta del protagonista de secar sus medias húmedas.
Idéntico efecto logra en otra obra que bautiza "Pan y leche para la eternidad". Se trata de una manguera delgada que Pierre Levrai -el personaje/alter
ego de Sorin- manipula inyectando leche en una baguette dispuesta en forma vertical. La leche sale por el orificio superior del pan en cuestión y la
asociación con la acción de eyacular se hace evidente. La "obra de arte" resultante es incrustada en el centro de la proyección digital de una plaza,
de modo que la baguette y la leche devienen en el contexto de la plaza proyectada, fuente de aguas danzantes.
La desterritorialización de los objetos y de sus usos también define a la "operación" Sorin.
Creemos que no es arbitrario hablar de operación en la medida en que -como señala Nicolas Bourriaud- el artista contemporáneo abandonó el lugar de
creador para asumir el de operador. La obra no es tanto una realidad autónoma como un programa para efectuar. Esta es la propiedad de la imagen
contemporánea, afirma. Ya no es una huella retroactiva sino un programa activo y no resulta del movimiento de un cuerpo sino de un cálculo. El devenir
operador/manipulador del artista contemporáneo ha neutralizado la noción romántica de genio y de originalidad. En este sentido 22h13 va a
funcionar como el lado B de esa imaginería.
La noción de autor se ve asimismo cuestionada en este espectáculo. Si bien Sorin suele hacer uso -y abuso- del culto del yo por su acentuadísima
autorreferencialidad en 22h13 le cede el lugar a un otro. Aún cuando el personaje de Pierre Levrai remita a Pierrick Sorin es en el gesto de
mediatizar su presencia a través de otro actor que se inscribe la noción de intercambiabilidad de los roles y por ende la de la endeblez de la división
entre original y copia. Porque: ¿quién es primero? ¿Pierre o Pierrick? ¿Acaso Pierre no enriquece, resignificándolo a Pierrick? La puesta se encarga de
afirmar este presupuesto. La imagen del performer se multiplica (¿o se desdobla?) en tres pantallas de video gigantes mientras es filmado -y
proyectado- por una de las cámaras que están en escena. Gracias al procedimiento de la incrustación se producen secuencias de video en directo que
juegan un papel central para el desarrollo de la acción
Y si bien -como afirma Bourriaud-"el video brinda información sobre el proceso de trabajo pero a veces suele usarse como sustituto cosificado de la presencia" [vi] 22H13 desestima esta posibilidad al colocar a un actor en el centro de la escena. Escena
abarrotada, por cierto, de objetos que hacen a la vida cotidiana y a la práctica artística: tarros de pintura, computadoras, cámaras, videoproyectores,
una radio, un contestador automático, esponjas y escobillones.
"El artista ya no considera su campo como un museo, sino como un depósito de herramientas e información que deben utilizarse y manipularse" [vii]
El personaje de Pierre manipula todos los elementos que están en escena y crea con ellos obra, de modo que lo que vemos en el lapso que dura la puesta
es un proceso de construcción antes que un producto terminado. La escena en la que crea un dispositivo visual con los colores de pintura que escupe
sobre un vidrio mientras es registrado por la cámara y proyectado simultáneamente en pantalla da cuenta de esto.
Sorin ha confesado que su interés por el soporte teatral para el montaje de su producción estaba ligado a est condición:
"La exposición es una obra terminada en la cual no ves mis dudas, mis preguntas. Para mí el proceso de construcción mental y material son más
interesantes que el objeto terminado que vemos en una muestra
" [viii]
Por esta razón, esto es, por la primacía acordada al proceso antes que al producto, por el cuestionamiento de los valores artísticos, por el
desplazamiento del cuerpo hacia la imagen proyectada en pantalla en una relación en la que el primero tiene el mismo estatuto que la segunda podemos
indudablemente inscribir a Pierrick Sorin en la tradición del teatro performático. Hay un momento del espectáculo que puede condensar lo expuesto: es
cuando Pierre se abre la camisa haciendo de su vientre la pantalla sobre la que se proyecta el propio rostro deformado por la manipulación de la
superficie estriada.
En la exposición de la trama que tejen cuerpo e imagen superpuestos e incrustados, en ese encuentro, es donde se crea la vía de acceso directo al
concepto de teatro performático. En este sentido el espacio del taller de Pierre/Pierrick se abrirá al espectador, permitiéndole compartir un fragmento
de experiencia que comprenderá un uso desterritorializado de las herramientas que allí yacen. Revestidas de un nuevo modo de ser serán las responsables
de crear nuevos relatos, relatos diferentes dispuestos a emparentarse, en otro soporte, con los textos del enfant terrible de la literatura
francesa contemporánea, el inmenso Michel Houellebecq, a quien Sorin rinde tributo en 22h13.
Nihilistas, desencantados, pesimistas y ferozmente sarcásticos, no pierden el humor a la hora de exhibir las miserias de este mundo.
[iii]
De Pierrick Sorin, Traducción: Thomas Delooz, Con: Nicolás Sansier, Dirección general y dirección de escena: Peyo (Pierre Peronnet),
Puesta en escena, escenografía y video: Pierrick Sorin.
[vi]
Bourriaud, Nicolás, Estética Relacional, Buenos aires, Adriana Hidalgo, 2008, pág 92
[vii]
Bourriaud, Nicolás, Postproducción, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2009
[viii]
Pierrick Sorin en entrevista con Alejandro Cruz, La escena videointervenida en La Nación, Sábado 4 de junio de 2011.