número 14 | diciembre 2016
reseñas
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Molina, Julio, Intento de pisada en camino líquido, Buenos Aires, Libro Disociado Editores, 2016, 115 pag.

Ana Seoane (UNA/UBA)

 

Ante este ejemplar la primera pregunta que surge es qué es un libro disociado y la respuesta la da la propia editorial:

“Asociando el texto impreso con material multimedia. Elegimos el soporte más adecuado para cada contenido. Después combinamos el papel impreso con los archivos digitales de acceso inmediato. A través de una simple conexión a internet el libro impreso se transforma en un libro interactivo. (…) Permite realizar ediciones impresas con muchísimas más imágenes e incorporar nuevos elementos, tales como esquemas animados, videos y sonidos. (…) Gracias a un software alfanumérico, el lector puede pasar las hojas y acceder al contenido digital de manera inmediata y simultánea a la lectura del texto. En un libro disociado los archivos digitales no son un "agregado" al libro, sino una parte constitutiva. A cada trecho del texto le corresponde un material "propio". Así, texto impreso y archivos digitalizados conforman una unidad formal, operativa y funcional que ofrece al usuario una nueva experiencia de lectura”.

Siguiendo las instrucciones que figuran en la primera página se puede leer de forma tradicional o vía el código QR los Pre-textos con que se inicia esta edición. Allí figuran escritos de Ariel Farace, Patricio Abadi y del mismo dramaturgo, Julio Molina, sobre la obra de este último.

En este volumen están varios de sus más recientes textos, muchos de ellos aún sin estrenar. Figuran: Puerto Amberes; Curupayty (El mapa no es un territorio) y Cubilete en brazo, las tres ya presentadas, mientras que las inéditas son: Falta de suministros; Claro punto exacto de una decisión; Niño de siete años se rocía con nafta y Doña Carlota. De los espectáculos ya conocidos sobre el escenario se puede acceder a un muy interesante material visual por medio de esta tecnología “disociada”. Fotos, recortes de diarios, escenografías, dibujos e incluso manuscritos aparecen frente a los ojos del lector, siempre que use a su celular como anteojo mágico. Pero para aquellos que prefieran la palabra impresa se encontrarán con los textos del autor.

A quienes no conocen la dramaturgia de Julio Molina hay que advertirles que es un escritor cuidadoso con la palabra, que le da valor a la imagen y que su experiencia de actor, primero y luego director hace que sus propuestas tengan muy presentes al cuerpo y a los otros lenguajes escénicos. Sus universos son argentinos, donde puede aparecer desde la sombra de Leopoldo Lugones y su suicidio en el Delta hasta los recuerdos de la madre de un célebre boxeador.

En cada página se evidencia la presencia del país, por eso también la historia y nuestro pasado dejó huellas en su ficcionalidades. La guerra con el Paraguay y la dictadura son dos de las heridas más profundas que aparecen en Molina. Es de una generación de autores que cuida mucho la palabra emitida, es responsable de lo que ella puede hacer en el lector primero y en el espectador después. Aunque confiesa haber estudiado con Marcelo Bertuccio puede señalárselo como un discípulo imaginario de Ricardo Monti. Palabra e imagen corren en paralelo en sus obras, donde lo poético también tiene un lugar importante.     

Aparecen en sus textos la otra Argentina, la de zonas más alejadas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, llámese Entre Ríos o los límites con el Paraguay. Se cuelan allí distintas palabras, que conllevan aromas, texturas y sonidos específicos. También y a veces le abre la puerta a lo mágico, con matices monstruosos.

El título elegido - Intento de pisada en camino líquido- define y anticipa el rumbo de la teatralidad de Julio Molina donde la naturaleza y lo inasible son parte de sus constantes, quizás por eso también el juego que abre este libro disociado forme parte de su propuesta más íntima.