El casamiento, de Witold Gombrowicz dirigido por Cintia Miraglia
Liliana B. López (UNA)
Actúan: Mariano Bassi, HugoDezillio, Mónica Driollet, María Colloca, Fabián Carrasco, Victor Salvatore, Luciano Nobati.
Escenografía: José Escobar.
Iluminación: Cristian Domini.
Vesturario: Cintia Miraglia.
Música original: Daniel Quintás.
Supervisión artística: Gabriel Guz.
Diseño gráfico: Clara Frías.
Producción: Natalia Gauna.
Asistente de dirección: Francisco Barceló.
Dirección: Cintia Miraglia.
Espacio: El Extranjero.
Es dificil encontrar el tono justo a una pieza de Gombrowicz, tanto como traducirlo. Emprender la dirección de cualquiera de sus tres obras para teatro implica una doble traducción, la estrictamente verbal y la del texto dramático a la puesta en escena. Cintia Miraglia ha salido airosa de esta apuesta porque entendió el juego y la provocación que implica montar El casamiento.
Escrita en Buenos Aires, publicada en castellano en 1948, se sitúa en el medio de su producción dramática, entre Ivonne, princesa de Borgoña y Opereta. Muchos de los motivos presentes en Ivonne... reaparecen en El casamiento. También reaparece en parte el principio constructivo de su narrativa, especialmente de la novela Ferdydurke, la Forma y la Inmadurez.
Como un anticuento de hadas (anti-märchen), El casamiento propone una boda entre un Príncipe y una criada. Sólo que el Príncipe no es tal, quizás sea un sueño de Enrique, un soldado que nunca salió de la trinchera y que imagina su regreso al hogar/ reino. La ambigüedad del estatuto de los personajes y del espacio fue ampliamente logrado por la escenografía de la puesta. Entre brumas, el espacio escénico puede ser una taberna o un castillo. Los personajes pueden ser cortesanos o mendigos según su apariencia. Que las coronas estén hechas con utensilios de cocina no las hacen menos coronas cuando la denegación teatral funciona a pleno. Si Enrique no sabe si está dormido o despierto, la escena se hace cargo de ese estado ambivalente donde la Forma predomina sobre todo lo demás. Las reverencias exageradas, el tono de mando y los símbolos de la realeza son rigurosamente ejecutados por los actores. Mariano Bassi interpreta a Enrique con intensidad y sortea con destreza los cambios por los que debe atravesar en los distintos planos de "existencia". Mónica Driollet, la reina madre, se mueve cómoda en ese rol ambivalente. Y María Colloca se destaca en sus múltiples roles de camarera-novia-cantante, funciones que muestran su gran ductilidad y capacidad actoral en los diferentes registros que encara.
Los objetos cobran gran valor en la puesta; pocos y funcionales, se jerarquizan por su potencia significante, así como la escenografía y el plano sonoro, enriquecido con la ejecución de música en vivo por el cuarteto conformado por María Colloca, Fabían Carrasco, Víctor Salvatore y Luciano Nobati.
En el prólogo a Opereta, Gombrowicz apostaba por la escena al afirmar que: "El texto de una pieza contemporánea cada vez se presta menos a la lectura. Cada vez se asemeja más a una partitura, que sólo comienza a vivir en la escena, en la acción, en el espectáculo".
Y así sucede con la puesta en escena dirigida por Miraglia: el texto vive, respira y se actualiza.