Respirar. Bitácora escénica en un acto
Daniela Berlante (UNA-DAD/UBA-FFyL)
Dramaturgia: Pilar Ruiz
Intérpretes: Pilar Ruiz
Voz en off: Sharon Luscher
Diseño de sonido: Gastón Poirier
Realización de escenografia: Ariel Vaccaro
Realización audiovisual: Azul Carrasco, Mariel Mendez
Diseño de iluminación: Diego Becker
Asistencia de dirección: Mila Vera
Producción: Poética Resiliencia
Dirección general: Andrés Molina, Romina Oslé, Pilar Ruiz
Teatro: Sala de máquinas
La posibilidad de hacer de la propia vida materia escénica es un recurso sumamente transitado en el teatro de Buenos Aires desde que Vivi Tellas inauguró un género como el biodrama. Claro que no siempre lo que se da a ver resulta un objeto de arte. El riesgo de exponer en escena la trayectoria vital es que puede volverse un ejercicio que prioriza la catarsis personal en desmedro de los procedimientos artísticos.
Respirar. Bitácora escénica en un acto de Pilar Ruiz en calidad de dramaturga, directora y performer es un ejemplo virtuoso de cómo pueden amalgamarse las vicisitudes de una vida, la de la propia Pilar en este caso, con un dispositivo teatral poético y elocuente.
Pilar nació prematura, con una malformación severísima que afectó su esófago y uno de sus pulmones, de modo que la conquista de la posibilidad de respirar ha sido una hazaña de ella, de los médicos que supieron acompañarla y de una institución tan notable como vapuleada por estos días como es el hospital público. La performance, por su parte, planteará su estrategia al ritmo de esa respiración.
Desde el inicio, la protagonista –micrófono en mano- amplifica ese sonido inhalando y exhalando. Podrá contener el aire hasta la apnea para luego soltarlo, o bien respirar agitada para luego regular el tránsito del aire en sus pulmones.
Los textos que dan cuenta del vértigo al que su niñez se vio expuesta por lo apremiante de las situaciones atravesadas son solidarios con esa urgencia. La emisión de esos enunciados en boca de Pilar, literalmente, no da respiro.
La realización hace de la estrategia audiovisual un código espectacular insoslayable. Las proyecciones que se suceden todo a lo largo de la obra –codirigida con Andrés Molina y Romina Oslé- con las que Ruiz interactúa tienen valencias múltiples. Hay ilustraciones y radiografías de los órganos afectados, videos con los testimonios de sus padres, fotografías de momentos significativos de su vida (conmovedoras, sobre todo, aquellas en la que aparece junto con los médicos que le salvaron la vida), la agenda manuscrita en la que su madre consignó hora tras hora una de sus evoluciones quirúrgicas que derivó en mala praxis.
El público, dispuesto de manera envolvente respecto del espacio escénico, es un eslabón interpelado de manera recurrente. Antes de que comience el espectáculo, sobre la tarima en la que tendrá lugar la performance, hay dispuestas tazas para tomar una infusión, fotos de la actriz, un glosario de términos médicos que refieren a las afecciones que padeció la protagonista, además de la inclusión de términos como creer, bailar o sanar que reponen el impulso vital que finalmente se impuso por sobre tantas contrariedades. En esa línea aparece el teatro, una práctica que Pilar conoció en la adolescencia temprana, clave indiscutida de su recuperación.
El ejercicio del teatro es inescindible de la presencia del cuerpo vivo en escena, y en este caso el cuerpo es doblemente protagonista: no solo porque Respirar da cuenta de lo que puede un cuerpo, sino porque ese cuerpo se expone en su desnudez para dar a ver sus cicatrices.Estas huellas en la piel, testimonios de un combate irrenunciable por la supervivencia, son ahora estandartes que anuncian la victoria. Pilar puede –tal como muestran las imágenes proyectadas del final- nadar a sus anchas. El teatro será el agua que la aloje.