Reportaje a Ana Alvarado
Por Julia Elena Sagaseta y Liliana López
- ¿Cómo surgió la idea de Manifiesto de Niños? ¿Tuvo que ver con el pedido de un festival?
- Pedido no, fue subsidiado. En realidad, fue al grupo, no al espectáculo. Habíamos estado trabajando el tema de la infancia para un proyecto del Festival Andersen, con textos de Andersen. No salió esa producción, pero ya habíamos hecho un recorrido largo con el tema de la infancia. El grupo había enganchado con ese tema, con esa zona, con el adoctrinamiento moral, la educación victoriana. Teníamos material de cómo se empieza a construir el concepto de infancia del siglo XIX, cuando apareció la literatura para la infancia. Y también trabajamos otros ítems que ahora no están, que son los niños soldados (era el momento en que en Indonesia había un grupo guerrillero que tenía dos hermanitos jefes), la infancia violencia. También nos pegó mucho todos lo que empezó a salir últimamente sobre abusos. Estrenábamos en Bélgica, que es un país que tiene una tradición (entre las muchas buenas que tiene) , horrible de pederastas, hay muchos casos. El año pasado salió el caso de esa chica que la tuvieron encerrada, de ahí salió esa imagen, los tienen encerrados. Ser obligado a estar. También tomamos la metáfora de la caja, de un cuento muy lindo, con la idea de la caja en la que metemos a los niños. Y de ahí se desplegó esta idea. Y queríamos trabajar otro formato en relación con el público, si mira, si camina, si es cámara gessel. Acá cada vez está apareciendo más el público que está mirando las pantallas. Hay momentos en que se ve a la gente proyectada. En Munich funcionó muchísimo en la salida hacia fuera, el pasarle cosas a la gente, y hacerlos recorrer. La gente lo agradecía mucho, participar de esa manera.
- La caja provee una cantidad de maneras de ver, alguien puede quedarse sentado, en otro lado pasan videos de chicos, y en otros momentos proyectan una película ¿qué película es?
- La noche del cazador de Charles Laughton. Robert Mitchum es un predicador, se casa con viudas de delincuentes que mueren en la cárcel, que él sabe que robaron dinero, y después las mata. Los pedacitos que se ven, es la persecución a los dos chicos. Es un caso que viene con toda la represión de la época, de pastores. Robert Mitchum hace un trabajo muy bueno, eso ya lo teníamos desde antes, una cosa entre muy sencilla y ciertos datos de lobo feroz en la voz, en los gestos.
-¿La elección de los dibujos de Heinrich Hoffmann tiene que ver con ese mundo victoriano?
Sí, los de Pedro el mugroso, especialmente porque allá es muy popular, como puede ser el Hombre de Arena, o acá el Hombre de la Bolsa, o el Cuco. El ilustrador es tan famoso como los originales de Alicia, que genera cadena de asociaciones. Después está Alicia, pero no quería que Carroll quedara pegado con los abusadores.
- ¿El manifiesto que dice Horacio González fue hecho para esta versión?
Lo escribió especialmente para el Manifiesto. Habíamos pedido otros textos, pero no le encontramos su lugar; éste de González tiene su dificultad, también, porque es muy conclusivo, para el formato que tiene el espectáculo. En Europa lo hicieron dos actores, uno hablaba en belga y otro en alemán.
- ¿Los otros textos quiénes los escribieron?
Son nuestros. Las preguntas y el “Juicio a los niños” los escribí yo, hay una variación de un texto de Foucault, otro es un comentario sobre un texto de Tournier. La lista la levantamos de distintos lugares, sobre todo la armó Maricel Álvarez. Entrar a Internet me resultaba intolerable. Me comprometía a entrar, no sé, a la página de Irak, y era terrible. También descubrís que hay mucha censura con respecto a los niños, es como que los niños son tabú, hay poca documentación. En Bélgica teníamos una salida de Internet dentro de la casita, así que había una salida de material que se buscaba en ese momento. Si había un caso ese día de pederastia o lo que sea, salía. Acá se nos complicó el tema tecnológicamente. Eso fue lo único que se redujo, tecnológicamente, la salida permanente de información de Internet. Acá pensamos actualizar la lista cada tanto, pero la gente se irritaba si le cambiaban lo que estaba escrito, y hacer la lista cada vez era muy complicado. En Buenos Aires, la lista fue muy polémica.
- ¿Por qué cada nombre está seguido de un alias?
Eso fue un juego, tratar de integrar algo literario. Si no, la lista quedaba muy recortada como crónica y separada de todo lo demás.
La gente se fija en cosas de la lista en las que nosotros no nos fijamos. Hicimos un poutpourrí de lo que encontramos, seguramente hay muchos más que no encontramos, o que el acceso es muy complejo. Por ejemplo, se nos cuestionó que había más niños judíos que palestinos, pero ahí hubo un genocidio con otra dimensión. Pero es verdad que algunas cosas faltan. Pusimos desnutrición, hambre, casos de Latinoamérica como las mujeres de Ciudad Juárez. Hubo cartas, un chico vino a la cabina a gritarme, que el nazismo ya fue, la dictadura ya fue, y no están los chicos que mata Nike. Y se enojó con la respuesta. El otro día se enojó una señora… Siempre tuve la idea de que se podía acercar un familiar, como hay niños de la dictadura, y una vez vi una pareja grande, ella le acariciaba la espalda, quizás está su nieto. Podría pasar que alguno se queje, que no quiera que esté el nombre de su nieto acá. Pero no pasó.
- El público se mantiene ¿no? El día del estreno ví gente que se fue, me dijeron que no habían podido soportar la lista.
Sí, hay una media. Ahora ya saben, salen mucho más rápido a recorrer que los primeros días. Ahora hay gente que se queda sentada en lugares donde no ve bien y no se mueven. Porque los que se quedan en las diagonales, está bien. Si no tienen ganas de caminar, en la diagonal se ve bien, pero otros se ponen en el lateral de atrás, donde hay una sola pantalla, donde menos pasan cosas.
- Me interesa la recepción, algunos se quedan largo rato mirando una pantalla y se pierden cosas de adentro.
Quizás porque esa imagen es más sencilla, la pueden capturar más fácil. Hay otros que ven todo el espectáculo mirando adentro, especialmente son los chicos jóvenes. Hay otra gente que se pone a charlar en la platea a full, de cualquier cosa, y a los gritos, a reírse. Es como que esperan algo. Pero acá la gente no se va, es muy raro. En Alemania sabían que podían entrar y salir, y de a ratos algunos se iban, y después volvían. Se lo tomaban más como instalación de artes visuales.
Otra curiosidad que tiene el público es que viene gente muy joven, o mayor. Falta la franja de cuarenta, cincuenta años, notablemente ausente. Me llamó la atención.