Desde sus inicios fue muy feliz el encuentro entre la tecnología y el teatro. En general los avances tecnológicos fueron siempre beneficiosos
para la escena, si bien ésta siempre generó saludables resistencias.
La tecnología hace normalmente su aporte a la escena de la mano de un tipo de director o puestista que toma al texto dramático como una parte de
una partitura.
Según José Sánchez, Max Reinhardt, por ejemplo lo veía así. :"Los efectos son en muchos casos más importantes que las
palabras. Lo primero es obtener una visión global del drama, que progresivamente se va concretando hasta alcanzar el detalle de cada gesto, cada paso,
cada mueble, cada sonido. Entonces es cuando esas visiones acústicas y sonoras, perfectamente configuradas, se inscriben como una partitura" [1]
La partitura es un trabajo diferente a la dramaturgia y a la dirección e implica un "director-puestista", como lo consideramos ahora. Así podemos
considerar a Appia, Craig, Picator, Schreyer, Wilson y tantos otros mucho más actuales y locales que pueden englobarse en la noción de teatro
performático.
Aunque no pudo llevarlo totalmente a la práctica, Piscator consideraba a la partitura, escrita en colaboración entre el director, el autor y el
escenógrafo, como el verdadero texto dramático. Decía "la forma escénica determina la forma dramática".
Montaje y simultaneidad fueron algunas de las nociones que desarrolló y de las que el teatro actual es más que deudor.
Probablemente la tecnología más revolucionaria para el teatro fue la luz eléctrica, su descubrimiento permitió en gran medida la
autonomía de la escena. La luz fue determinante en el abandono de los decorados ilustrativos, permitió romper la frontera entre figuración y
abstracción y crear un espacio escénico único y propio para el teatro.
La tecnología aplicada al sonido y a la música fue revolucionaria en el mismo sentido, permitió a la palabra ocuparse de sí misma y
dejó a la sonorización, a la ambientación sonora, a la espacialización del sonido la tarea de aportar a la poética de la puesta, a
la emoción, a la percepción espacial de lo no concreto, a aquello de lo que la voz y el cuerpo del actor solos no podían hacerse cargo.
Luego vinieron tantas cosas, la linterna mágica, las proyecciones de imágenes fotográficas, la imagen cinematográfica como
escenografía, el video arte en la escena, las performances interactivas y más y más.
Y hoy podemos hacer nuestras bellas puestas despojadas con algunas pocas luminarias cada vez más perfectas, pequeñas computadoras, proyectores y
pantallas bastante accesibles. Entonces, este maridaje entre tecnología y teatro es feliz y juntos han constituido una escena mucho más precisa
en sus fronteras con el cine, el espectáculo teatral tiene sus propia tecnología y la asume como parte de su partitura, sin perder en nada su
esencia.
Pero siempre el secreto de que eso tenga sentido es que exista una buena "partitura". Un texto escénico que contemple desde el inicio la posiblidad
del uso de la tecnología digital, por ejemplo. Los parches, los acompañamientos vistosos pero no imprescindibles, producen una sensación de
saturación que la puesta en escena muchas veces, rechaza.
Desde hace muchos años mi pensamiento relacionado con el teatro ha tomado como eje al cuerpo del actor y al cuerpo del objeto, dándole a
éste último un lugar relevante. Yo le llamo la batalla entre la carne y la cosa.
Como el circo y el teatro de varieté, el teatro de objetos ha tenido desde sus orígenes la necesidad de un montaje de campos donde el texto
dramático no sea lo más relevante. De modo que la construcción de "partituras" es el metier en el que mejor me muevo.
De ahí que decidí, ante mi curiosidad e interés por lo que se da en llamar Nueva Media o Nuevos Medios, incluirlos en mi obra, en mis
escritos escénicos, en mi tarea docente y ver qué pasaba.
Hoy en nuestro apabullante mundo tecnologizado, los objetos igual que los organismos están en crisis. Podría decirse que nuestro mundo actual es
un mundo post-objetual. A pasos agigantados la multiplicidad de objetos que usábamos para nuestro trabajo, confort, comunicación y
entretenimiento se reducen hasta convertirse en un muy pequeño objeto que nos provee todo y cuyo diseño es extremadamente minimal. Los demás
están convirtiéndose en un depósito de melancolía: radios, televisores, relojes, teléfonos de línea, muñecas, autitos y
muchos más objetos analógicos.
Para los que trabajamos con objetos estos desechos son un basurero poético altamente necesario para la creación pero si queremos continuar
activos vamos a tener que mirar al pequeño tirano como un arma creativa también y someterlo a la metaironía duchampiana para que pueda
autocriticarse. O generar mensajes autodestructivos con ellos mismos, como las obras de JeanTinguely que explotaban cerca de los centros de
experimentación nuclear en protesta por su proliferación.
La tecnología digital es una herramienta y un reservorio de información valiosa que debe ser usada por los artistas, es un objeto fantástico
y monstruoso. Un Frankestein que no se libera y escapa sino que forma parte de nuestra propia organización. Ya es posible la interconexión y la
interactividad entre cuerpos y dispositivos informáticos. Como dice Paula Sibila, "subyugados por las novedosas prótesis teleinformáticas y
biotecnológicas, los organismos contemporáneos se transforman en cuerpos conectados, ávidos y ansiosos, cuerpos sintonizados" [2]
Obviamente la idea de un solo cuerpo-objeto que se autocomanda desde los dos sistemas: el orgánico y el inorgánico es un motivo de
perturbación e interés para quienes como yo, pensamos en la dinámica escénica entre el cuerpo del actor y el del objeto y sus mutuas
manipulaciones.
Desde hace más de diez años pienso qué propuesta de estos campos voy a incluir en mis espectáculos, desde la partitura que les da
origen.
En Monteverdi Método Bélico de El Periférico de Objetos incluimos tímidamente cámaras de seguridad con salida en directo
a la escena y autómatas humanoides bastante realistas aunque un poco artesanales y románticos todavía. Año 2001
En Manifiesto de Niños, también de El Periférico de Objetos, la puesta se convirtió en una gran instalación, con algunos
elementos en vivo y otros proyectados, aspectos documentales, cámaras que permitían ver y escuchar desde afuera lo que ocurría dentro de la
gran caja cerrada que contenía a los actores en el centro de la escena, con algunas confusiones de sentido claramente deliberadas. Años 2005 a
2007
En Visible con el grupo La Fase construimos un texto dramatúrgico a partir de nuestra experiencia con la tecnología de uso cotidiano,
internet y celulares, fundamentalmente y, por ejemplo, dividimos la escena en ventanas, reseteamos la puesta completa, convertimos un chateo en una escena
con los intervinientes en vivo, jugamos a sumarle a Beckett la tecnología que no pudo conocer: computadora familiar y cámara web. Años 2008
y 2009.
En Ojos Verdes, la partitura de la puesta le aportó al texto dramático de Amancay Espíndola aquello que era imposible transmitir
con la palabra y el cuerpo de dos actrices, el bello mundo sobrenatural y fantasmagórico de la pieza. Para eso trabajaron a la par mío, como
quería Piscator, La música Cecilia Candia y la video artista Silvia Maldini. Año 2012.
Además de comprender las posibilidades maravillosas de estos nuevos lenguajes, este tiempo me dio la posibilidad de conocer a los que harían
posible mi partitura, porque la tecnología tiene el problema de la pertinencia como cualquier otro lenguaje.
Como golpe al ego de los autores-directores-actores, de los últimos años de nuestro teatro porteño, para interactuar con la tecnología
se necesita "a los que saben" que, por suerte y cada vez más, son artistas. Músicos, artistas visuales o multimediales.
En el año 2011 creamos en el IUNA el Posgrado especialización en Teatro de Objetos, Interactividad y Nuevos Medios con el objetivo de formar a
los artistas en estas nuevas pertinencias. Tenemos en claro que cada nueva generación de artista tiene más competencia tecnológica pero
también más dependencia y tiene que saber apoderarse artísticamente de su capacidad.
Directores de teatro, actores, artistas visuales, músicos, titiriteros y egresados de carreras artísticas o teóricas como Artes Combinadas o
Filosofía se acercan a experimentar y producir conocimiento a partir de los objetos analógicos o digitales y su proyección espectacular en
instalaciones, performances, teatro de objetos o en investigaciones teóricas que apunten a densificar este territorio de análisis.
Me acompañan en este proyecto los especialistas en el área que justifica este artículo: Eli Sirlin, Raúl Lacabanne, Jorge Crowe,
Gabriel Gendín, Emiliano Causa, Silvia Maldini, junto con los otros, en los que me incluyo, más cercanos al teatro y la actuación.
Bibilografía:
Eruli, Brunella- Le Point Critique- La Marionette et les Autres Arts- PUCK- Editions LÉntretemps -Montpellier- 2010
Sagaseta, Julia Elena- La escena tecnologizada: enriquecimientos y expansiones- Ciudad Mediatizada- LIS- UBACYT-Buenos Aires 2011
Sánchez, José- Dramaturgias de la Imagen- ediciones de la Universidad de Castilla- La Mancha-2002
Sibila, Paula- El Hombre postorgánico-Fondo de Cultura Económica- Buenos Aires-2009
[1]
Sánchez , José- Dramaturgias de la Imagen-Colección Monografías-Edic. Univ. De Castilla- 2002-p.41
[2]
Sibila, Paula- El Hombre postorgánico- Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009 p.193