Fue en 1995 en que Federico León llamó por primara vez la atención de un jurado. El espectáculo en el que actuaba junto a Beatriz
Catani y Alfredo Martín, con asistencia de Jorge Sánchez se llamaba Del chiflete que se filtra. La convocatoria a este festival titulado
"Para muestra basta un botón" se basaba en conocer la creatividad que imperaba en las aulas donde se enseñaba teatro, desde las oficiales hasta
las privadas. La propuesta tuvo su propio espacio, el entonces teatro "El Callejón de los Deseos" y un jurado integrado - entre otros- por la
investigadora y docente Julia Elena Sagaseta y Daniel Veronese, del grupo "El Periférico de objetos", pero también conocido como dramaturgo y
director de ese mismo equipo. Ellos (Catani, León y Martín) llegaron como alumnos de Ricardo Bartís y su espectáculo fue uno de los
ganadores, pero también significó el principio de un camino. Ahí Federico León en una creación colectiva aportaba su
actuación y seguramente más de una idea como futuro director y dramaturgo. El humor era ingenioso y se jugaba con los vínculos familiares,
tenían la marca de Bartís, como la utilización de pocos elementos pero muy significativos y la actuación en primer plano.
Apenas dos años después de este Festival, uno de los jurados, Daniel Veronese asumiría la dramaturgia y la dirección del "Grupo de
Teatro Doméstico", con el cual estrenó Líquido táctil (1997), en la sala más pequeña del "Nacional Cervantes". Fue
una mirada irónica sobre el cuento La dama del perrito de Chéjov y en su elenco estaban: Beatriz Catani, Federico León y Alfredo
Martín.
Durante ese mismo año (1997) León estrenó su propia creación: Cachetazo de campo en la sala del Centro Cultural Recoleta con Jimena Anganuzzi, Germán de Silva y Paula Ituriza, en la sala del "Centro Cultural Recoleta". Ese ámbito
empezó a poblarse de adictos a un teatro que proponía algo diferente. La cercanía con los espectadores fue sólo uno de los rasgos
distintivos, otro fue la investigación que exponía sobre la actuación y sus recursos expresivos, a través del continuo llanto de parte
de su elenco. Con esta propuesta se inician las giras y un promisorio reconocimiento internacional.
Antes de los biodramas de Vivi Tellas, Federico León propuso en diciembre de1998 Museo Miguel Ángel Boezzio para el Ciclo IV de
"Proyecto Museos", que se realizó en el "Centro Cultural Ricardo Rojas". Fue una investigación que emprendió sobre el Museo Aeronáutico
y que tuvo un único guía/actor, el mismo Boezzio del título. Ahí experimentó sobre la ficción y la realidad, sus límites
y otra vez la cercanía espacial.
El "Teatro del Pueblo" en 1999 debió modificar ciertas estructuras técnicas para que León creara un baño de verdad, con azulejos y
mucha agua corriendo en su bañadera. Ahí se estrenó Mil quinientos metros sobre el nivel de Jack, junto a Carla Crespo, Diego
Ferrando, Ignacio Rogers, Beatriz Thibaudin y Luis Ziembroski. Nuevamente la familia como excusa dramática y las actuaciones en primer plano.
Es en el año 2003 en que León se inicia como cineasta y las improvisaciones son su eje de creatividad. La película Todo juntos lo tuvo como guionista, director e intérprete, aunque también participaran en el elenco, Jimena Anganuzzi y Luis Machín. El
tema fue el conflicto en una pareja, la sombra de la separación, visto en primer plano, nuevamente como su estilo.
Recién en el 2007 vuelve a la pantalla grande, pero ahora acompañado de Marcos Martínez, con quien comparte el guión y la
dirección de Estrellas. Más cercano es el mediometraje realizado junto Martín Rejtman y que titulan Entrenamiento elemental para actores (2009) donde reflejan cómo se enseña teatro y para interpretar al docente/maestro lo convocaron a
Fabián Aremillas.
Su próximo espectáculo teatral -siguiendo un orden cronológico- fue El Adolescente, compleja producción entre varios
países, festivales y teatros: el "Complejo Teatral de Buenos Aires", el "Kunsten Festival des Arts" de Bruselas, el "Hebbel Theater" de Berlín,
más el "Holland Festival" de Amsterdam, el "Festival d´Automne" de París y el "Théatre Garonne" de Toulouse. Su estreno mundial se dio
en mayo del 2003 en Bruselas y recién en el mes de julio se conoció en la sala porteña. Se basó en varias novelas de Feodor
Dostoievski: Los demonios, El idiota, Los hermanos Karamasov, Humillados y ofendidos, y El eterno marido. Aunque fuese difícil
reconocer estos textos en sus mínimos diálogos en la propuesta se evidenciaban bruscos movimientos de una pared a otra del escenario, corridas,
oscuridad y luz, como oponentes estéticos y con valor de lenguaje.
En el año 2008 entrega el texto de su obra Ex Antuán al "Grupo Teodora Ciega Caníbal" integrado por Gabriela Ferrario, Alejandro
Garay, Ruth García y Mauricio Jorrat y fue Diego Bernachi quien lo dirigió, estrenándose en el "Centro Cultural Eugenio Flavio Virla", de la
ciudad de Tucumán. Es una de las pocas veces en que León da una obra sin haberla estrenado él como director.
Yo en el futuro
fue otra coproducción del "Complejo Teatral de Buenos Aires" con el "Kunsten Festival des Arts" de Bruselas, el "HAU Theater" de Berlín, el
"Festival delle Coline Torinesi" de Torino y el "Steirischer Herbst Festival" de Graz. Se estrenó primero en Bruselas en el mes de mayo de 2009 y
luego en Buenos Aires. Su elenco volvió a estar encabezado por Jimena Anganuzzi, junto a Elizabeth Bagnes, Oscar Mariano Grilli, Esteban Lamothe,
Isabella Chiara Longhitano, Dina Minster, Marianela Portillo, Belén Abril Pulvirenti y Federico Rosenzvaig. Aquí pareciera que León quiso
conciliar sus dos pasiones: teatro y cine. Esto motivó que el estreno fuese en el ámbito cinematográfico por excelencia del San Martín:
la "Sala Leopoldo Lugones". Allí los nueve actores sobre el escenario se entrecruzaban con otros veintiuno de la pantalla, más cuarenta y cuatro
extras. Aquí aparecían nítidamente las distintas generaciones: abuelos, padre e hijos.
De alguna manera con su último estreno - Las Multitudes (2012) - retoma varias ideas ya trabajadas en anteriores propuestas. Aquí
también el numeroso elenco es la clave, aunque se deba subrayar las presencias en vivo de estos cuerpos -ya no en la pantalla como en Yo en el futuro- que aportarán una notable sonoridad. Las divisiones que se pueden hacer no pasan sólo por lo generacional, incluye
ahora los sexos femenino y masculino (no hay homosexuales) y la excusa dramática será el amor, tanto para generar los desencuentros y los
encuentros, en ese riguroso orden.
Las primeras funciones de Las Multitudes se realizaron en el "TACEC" ("Centro de Experimentación y Creación del Teatro Argentino de La
Plata"), luego partían hacia Berlín, para volver a Buenos Aires y presentarse en la sala AB, del "Centro Cultural San Martín".
Con Las Multitudes vuelve Federico León a darle peso dramático a la imagen por sobre las palabras, y agrega la sonoridad como lenguaje
visceral. Desde el ruido que producen las pisadas de este numeroso elenco (ciento veinte) cuando se desplaza, tanto caminando como corriendo, hasta la
música en vivo que ejecuta una pequeña orquesta, sin olvidar la energía que emanan y que invade al público. Los cuadros que dibuja a
través de sus actores no son sólo presencias, sino que juega con sus sombras y para conseguir estas composiciones escénicas se vale de la
ayuda y el talento de Alejandro Le Roux. Fantasmas, casi espíritus y accesorios tan precarios como ricos están representados a través de las
linternas.
El vestuario pasa a un segundo plano, aunque las elecciones aquí tampoco sean arbitrarias. Imperan los colores claros, para que la oscuridad se
destaque más y permitir así el subrayado que adquieren los desplazamientos.
A través de Las Multitudes se puede volver a plasmar la coherencia estética de Federico León, donde parece haber dejado de lado las
actuaciones en primer plano, para investigar en esta otra etapa creativa las cantidades. ¿Qué le pasa al espectador frente a este número de
seres ambulando sobre un espacio vacío? Sólo ellos lo habitan, con las mínimas palabras y escasos recursos que le entrega su director. Son
cuerpos que se mueven, se arman y desarman por edades y sexos, pero nunca se podría pensar en la palabra "masa", ya que las individualidades que va
iluminando León hacen que el número o la cantidad nunca deje de perder de vista a la unidad. Siempre se puede identificar al señor mayor, al
niño o a la joven, cada uno es distinto. Metáfora teatral de una sociedad, donde el camino propuesto es la comunicación, más allá
de las notables diferencias con las que convivimos.