Dramaturgia y actuación: Paula Ransenberg
Dirección: Marcelo Nacci
Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo
Diseño sonoro: Emiliano Álvarez
Diseño de iluminación: Fernanda Balcells
Asistencia: Pablo Guises
Asesoría mágica: Daniel Garber
Teatro Timbre 4
Boedo 640
Nuevamente una actriz, Paula Ransenberg, genera su propio unipersonal de la que es autora. Su necesidad de multiplicarse en varias hizo que durante cinco
temporadas su primer espectáculo - Sólo lo frágil - se mantuviera gracias a las recomendaciones que hacían circular sus espectadores.
El título -Para mí sos hermosa- proviene de la canción tradicional que muchos integrantes del pueblo judío le cantan a sus niños más pequeños, en
la cuna ("Bei mir bist du shein) y con esta excusa vuelve a multiplicarse sobre el escenario. La excusa se la da la desaparición de un mago (Harry Vansky)
que nunca aparecerá en escena pero que es la obsesión de todas sus protagonistas. Es imposible no asociar a este ilusionista ausente con el célebre y real
Harry Houdini. La dramaturga, Ransenberg lo data a su criatura de una misma nacionalidad (húngaro) y religión (judío, ya que el verdadero apellido era Erik
Weisz). Ambos hombres parecen haber tenido una extraña muerte y esto permite que se dispare la ficción argentina.
Con la excusa del ámbito circense aparecen como "números" entre ellas Ether la dama del aire, que se hace invisible; las siamesas y la magnética, entre
otras. Cada una de estos caracteres le permite a Paula Ransenberg inventarse una personalidad distinta, desde la voz hasta su postura física. El mayor
desafío implica en encarnar a estas dos hermanas con el rostro pegado y tan diferentes caracteres.
Sin dar más detalles del argumento se puede pasar a lo que la dirección de Marcelo Nacci sugiere a partir de un trabajo en conjunto sobre el espacio que se
sustenta en la escenografía que firma Alejandro Mateo. Hay tres subdivisiones: en el centro se ubica lo que permite la entrada y salida principales de sus
criaturas, pero en ambos márgenes hay sitio para que se desarrollen otras acciones también importantes. Espejos, baúl, sillas y algunas mesas son los
únicos objetos de fuerte presencia física. Hay en los colores una búsqueda de cuento de niños, de juego dentro del juego, donde el vestuario también
diseñado por Mateo ayuda a caracterizar a estas distintas protagonistas. Tanto el diseño sonoro de Emiliano Álvarez como el de iluminación que imagina
Fernanda Balcellsse están al servicio de acompañar y subrayar el trabajo interpretativo.
Es una propuesta sobre varios temas, con la excusa del ilusionismo se entra en la vorágine de multiplicarse, desafiarse a sí misma, no bajo el agua como
los magos masculinos - el real y el ficcional - sino que Ransenberg se enfrenta con ella misma escénicamente y consigue uno de los duelos más atractivos de
los escenarios actuales porteños. Una mujer pelando con otra, pero ambas interpretadas por la misma actriz. ¿Magia? No. La respuesta es talento.
Si Ransenberg consigue llegar sana y salva a esta maratón escénica se debe a que su director, Marcelo Nacci, la supo guiar, conducir para que no se exceda,
para que mantuviera los límites, aunque parezca que no los tiene. Sólo así se puede explicar el momento en que dice que se hace invisible mientras los
espectadores la siguen observando asombrados. Cuando canta es cantante, cuando quiere ser mala es bruja y enternece cuando encarna la bondad ilimitada.
El gran desafío de la puesta de Nacci y de la actuación de Ransenberg se puso a prueba cuando tuvieron que mudar el espectáculo de la sala pequeña de
"Timbre 4" (sobre Boedo) para representar esta misma propuesta en el escenario mayor que está sobre México. Como los mejores equilibristas salieron también
ilesos de esta prueba que tuvo al espacio y al aire como sus máximos retadores.
Se podría leer a Para mí sos hermosa como una propuesta donde el tema es el amor, con el eje en la soledad de los seres que aman y no son
correspondidos. Abre interrogantes: comunicación con el más allá, escapismo o misterio. Pero es ésta la excusa argumental para que una gran intérprete
vuelva a demostrar que la actuación parece algo tan sencillo como la magia, pero al igual que ella necesita y exige de enormes cuotas de entrenamiento y
formación. Aunque al verla a Paula Ransenberg sobre cualquier escenario puede pensarse que sin conocerla Julio Cortázar la hubiera bautizado como la Maga,
aquel personaje suyo de Rayuela.