Desde alguna ciudad del interior hasta la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, perdiéndome en los submundos de la cultura queer, yo, la observadora, viajo al
encuentro de la transversalidad del género, al desborde de las fronteras sociales heteronormativas visibles en lo escénico, lo teatral y lo performático de
sus manifestaciones. Este trabajo propone una perspectiva de análisis en torno a las artes escénicas, reflexionando sobre cómo la necesidad de identidad
social de un colectivo se visibiliza y por primera vez, en la historia de las travestis argentinas, la historia se cuenta en primera persona: Hotel Golondrina, obra de teatro escrita, dirija e interpretada por travestis y transexuales integrantes de la Cooperativa ArteTrans liderada por
su fundadora Daniela Ruiz.
"Al carecer de atributos propios, ya fueran heredados o adquiridos
irreversiblemente y de manera definitiva, Ulrich debía desarrollar, por
medio de su propio esfuerzo, cualquier atributo que pudiera haber
deseado poseer, empleando para ello su propia inteligencia e ingenio; pero
sin garantías de que esos atributos duraran indefinidamente en un mundo
colmado de señales confusas, con tendencia a cambiar rápidamente y de
maneras imprevisibles." (Bauman, 2003)
La frontera
Pensar la fragilidad de los vínculos humanos, en una sociedad que ha aceptado por siglos una construcción binaria, entre el género masculino y femenino,
implica dejar de pensar linealmente y aceptar la posibilidad de que no existan universalidades, ni trascendencias, ni identidades fijas. Intentar no pensar
dicotómicamente significa un reto cotidiano que refleja la realidad y variedad de sexualidades posibles e identidades válidas. Diana Maffía (2003) explora
la metáfora del cuerpo como frontera para encontrar una nueva mirada sobre las múltiples violencias que parten de marcar una identidad como territorio
hegemónico de lo humano y de plantear la alteridad como ajena y extranjera en relación a ese territorio. Pero además del aspecto físico de la
frontera,existe una dimensión simbólica que establece un sistema de identidad de características normativas y reordena las condiciones de la vida para
dictar cómo se vive el tiempo, el espacio, los comportamientos, los deseos, los afectos, lo temido y lo querido.
Según Giuseppe Campuzano, en su libro Museo travesti del Perú define al término travesti como:
"Persona que asume las características del «sexo opuesto». Éste,
aunque un propósito legítimo, resulta en un compuesto de características
masculinas y femeninas que, si bien toda persona posee en distintos
niveles, el travesti explicita mientras comprueba las inadecuadas normas
de género imperantes -lo masculino y femenino exclusivos".
Varios sectores de la comunidad LGBTTTIQ- Lésbica, Gay, Bisexual, Travesti, Transexual, Transgénero, Intersexual, Queer- incluso las mismas travestis
censuran la identidad travesti, así como otras identidades «visibles», por considerarlo perjudicial para su imagen y aprobación social. Muchas transexuales
rechazan a las travestis por el temor de ser estereotipadas como tales, mientras que algunas feministas las consideran como promotores de estereotipos
femeninos negativos. Además, constituyen una negación de la historia de la diversidad sexual así como de la crítica de los roles de género impuestos.
El término transgénero engloba una mayor diversidad, no obstante, la partícula trans- (al otro lado, a través de) designa a quienes transitan el género
para confirmar con lo binario y permanente, características del género imperante. Por su parte, la expresión «travesti» cuenta ya con una historia asociada
a la comunidad que denomina, la cual ha asumido la carga social que el término conlleva y así su propia historia. Si bien, el travestismo no implica
necesariamente el ejercicio de la prostitución, esta actividad está fuertemente asociada a ello por la razón principal de que las travestis son una minoría
estigmatizada, discriminada socialmente y en su gran mayoría excluida del mercado laboral, sintiéndose forzadas a la situación de prostitución. Es
significativo que la clásica imagen de la prostituta haya derivado hacia la de la travesti como figura emblemática de alteridad. La feminidad asumida como
principio de incertidumbre y el maquillaje como puesta de la representación misma. Sin embargo, la travesti no implica la irrupción de una presencia nueva,
sino la emergencia destellante de algo siempre existente pero periférica. Y es el mérito de la dramaturgia de Daniela Ruiz sacar a la luz la identidad
travesti, sin tabúes, ni eufemismos
Existen pocos países donde aquellos que transitan los géneros pueden vivir libres
del acoso y la discriminación. Argentina, a pesar de sus grandes avances, no forma parte de esta excepción en todo su territorio. Las personas transgénero,
que se encuentran viviendo en las provincias del interior se encuentran entre las más marginadas y oprimidas dentro de la sociedad argentina. Sujetas a
abusos diarios, viviendo vidas precarias como consecuencia del prejuicio y la discriminación implantada, son determinadas a emigrar desde sus ciudades de
origen hacia la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, con la esperanza de poder tener una vida posible de ser vivida.
Judith Butler ha declarado que su trabajo se inscribe en la línea de la filosofía de la libertad. Por lo tanto, si algo caracteriza las reflexiones
inauguradas por esta autora es que han sido impulsadas por preguntas éticas forjadoras de conceptos críticos capaces de cuestionar cualquier estructura
social que condene la vida humana a la muerte social y a la existencia espectral.
Daniela, reivindica la identidad travesti al recuperar las historias de vida y hacerlas visibles plasmándolas en sus obras de teatro, con el fin de
alcanzar a quienes dentro de la sociedad habitan identidades transgénero y reafirmar sus identidades, validando sus historias como parte de esta sociedad.
Esta reivindicación también incluye al público en general, que para educarlos acerca de la identidad travesti, cuestiona los prejuicios y malentendidos
generalizados que se tiene acerca de quienes transitan los géneros. Este trabajo de activismo es pionero en Argentina, porque es la primera Cooperativa de
Arteintegrada por travestis y transexuales que experimentan las artes escénicas como un lugar de visibilización, reconocimiento y oportunidad de trabajo
lejos de las calles y el trabajo sexual. Con un enfoque basado en los derechos humanos, que implica que los derechos a la autonomía sexual -a elegir su
propio género y su propia sexualidad, así como a gozar de relaciones sexuales libres de coerción, violencia o abuso- sean considerados como derechos
humanos fundamentales. Esta interpretación de los derechos humanos nos permite poner el acento en las representaciones, en lo performativo de los sentidos
de la vida, del mundo, del nosotros y nuestra relación con los otros. Y con ello, pasar de la objetividad a la subjetividad, de la tercera persona a la
primera persona, es así que Daniela, traspasa fronteras y promueve la dignidad a las travestis mediante su activismo artístico comprometido con ella y con
sus compañeras de vida.
Teatro y Performatividad en primera persona
Hotel Golondrina
tiene la premisa de ser un hotel tomado por chicas travestis, la cual tiene una historia real de fondo, a la que se hace referencia. Su directora, Daniela
Ruiz, señala que en un momento de su vida, cuando trabajaba de prostituta, el hotel Gondolín era como un caldero donde todas las travestis caían presas por
su propia vulnerabilidad social. Inspirada en las historias de varias de sus amigas y chicas trans que vivían en ese hotel, comenzó a escribir sobre cómo
se entretejían en la vida diaria la marginalidad, el maltrato y los códigos travisteriles que eran propios del hotel y sus inquilinas.
En la década de los 90, cuenta Daniela, una de sus amigas que actualmente está radicada en Francia, por medio de la C.H.A. (Comunidad Homosexual Argentina)
organizó una manifestación y tomaron el hotel, hecho que ella cita y dramatiza en la obra de teatro. Las situaciones que se dramatizan en la obra, son
versiones de la realidad misma que incorpora a las travestis sin vivienda a un mismo lugar. Cuando las chicas arribaban a ese hotel, frecuentemente
provenientes del interior de las provincias, venían sin ningún tipo de recursos económicos para vivir en Buenos Aires. En este contexto, la mayoría de las
chicas trans arribaban a hoteles y pensiones cuyos dueños remarcan los precios aprovechándose de su marginalidad; consecuencia de ello brindaban un mal
servicio y por ende una mala calidad de vida, pero a pesar y gracias a ello la travesti tenía un lugar para vivir, porque habitualmente, en Buenos Aires,
no daban alojamiento a las travestis.
Toda esta realidad, experimentada por ella, hace que sienta la necesidad de expulsarla de sí y la utilice como disparador para escribir una obra teatral
que habla metafóricamente un poco de su vida, de la odisea que significa dejar tu lugar de origen y venir a Buenos Aires, huyendo sin nada, trayendo
únicamente consigo las ilusiones, las fantasías, de llegar a la gran ciudad y tener una vida con una identidad y de pronto darse cuenta que todo eso se
derrumba cuando llegas y te dicen que tenés que poner la plata todos los días y que hay códigos que tenés que cumplir: "un código es aprender a chupar pija
y saber cómo morir de frío, agarrar la droga, agarrar todo tipo de hombres, sin entender cómo tu cuerpo se va a tener que adaptar a una vida totalmente
distinta a la que en verdad una quiere". Una trans llega a la gran ciudad con toda una vida de sueños, de ilusiones, de esperanza, de decir "en la
provincia una tiene tanta marginalidad, tanta represión, con tu familia, con tus padres, con tus vecinos, con tu gente, que vos venís acá y decís: "acá soy
yo", pero llegas acá y te das cuenta que venís con otra cosa, que tenés que poner la plata para vivir, para ganar, y que sos libre "entre comillas", pero
la libertad termina cuando tenés que empezar a trabajar y poner la guita, que es tres veces más que la que tiene que poner cualquier ser humano
heterosexual que viene a Buenos Aires y pone su DNI en el hotel y entra", sostiene Daniela Ruiz, haciendo referencia a tiempos anteriores a la promulgación
en Argentina, en el año 2012, de la Ley de Identidad de Género que permite la adecuación del DNI a la identidad del portador. Pero antes de ello, la
historia en la marginalidad desencadenó que las chicas trans tomen el hotel y se convierta en un espacio de contención.
Un poco de historia
A partir de 1987, el Hotel Gondolin alquila habitaciones a chicas trans sudamericanas y de las provincias del interior de Argentina, todas ellas, en su
gran mayoría, ejercían la prostitución en las zonas rojas de Palermo, Constitución y Flores.
Algunas de ellas pertenecían al desconcentramiento de las zonas de Panamericana, que migraron a Capital Federal. En esos años de democracia, las travestis
trabajaban en algunas calles oscuras, cumpliendo de cinco a veintiún días de arrestos en comisarias o eran trasladadas a la Cárcel de Caseros por vestirse
de mujeres, mientras que otras trabajaban en un Pub que pagaba a la policía para que puedan trabajar sin problemas.
A principios de los 90', más chicas trans migran a la Capital Federal, a la vez que comienzan a organizarse y a tomar conciencia de la importancia de estar
organizadas.
En el año 2000, fallece el dueño del Hotel Gondolin y las trans que lo habitaban, por ese entonces, quedan a cargo de su administración ocupándolo
pacíficamente. Pero la gran mayoría de las trans que habitaban el inmueble eran consumidoras de pasta base, lo cual agravó la situación sumándole cinco
casos de trans que murieron en sus habitaciones y otras en el Hospital Francisco Muñiz, sin conocer su enfermedad. Actualmente en el inmueble, funciona la
Asociación Civil Gondolin, que continúa brindando alojamiento y asesorando en materia de Derechos Humanos, Derechos Civiles, Prevención del HIV/SIDA e ETS.
Proceso Creativo
Al comienzo, las integrantes del elenco de la obra Hotel Golondrina, no entendían el contexto de la obra por ser de otra generación; tenían
experiencias de vida diferentes a las que vivieron las trans y travestis de décadas anteriores. El trabajo de la directora, se inició documentando a sus
actrices sobre la vida de todas las "chicas" de Panamericana, de Godoy Cruz, de las que pasaron por Constitución y de la gran necesidad que era poder decir
"tengo una vida", de todas esas historias que forma parte de la historia del colectivo trans y travesti, y de la necesidad de contarla y visibilizarla para
que las personas la entiendan y puedan entender cómo se sienten las travestis y cuáles son sus códigos. Sin ser actrices, ellas eran sus propias
protagonistas, hicieron junto a su directora un proceso de preparación de cinco meses, que incluyó un largo proceso de experimentación en materias de
expresión corporal, entrenamiento vocal y actuación; motivadas por el significado del trabajo. Era un manera de decir: "hay gente que quiere laburar y no
quiere ser prostituta, y ésta es una manera de visibilizar que queremos hacer las cosas de otra manera", fue el aliento que impulsó a continuar a todo el
equipo creativo durante todo su proceso, hasta llegar a su elaboración final, en donde a cada integrante se le fue asignando un personaje, una historia,
una vida.
Cuando las personas asisten a ver Hotel Golondrina, pueden conocer cómo era antes y cómo es hoy: distintas problemáticas que siguen en vigencia,
como la policía, la detención, la prostitución y el por qué caen en ella. Así cómo, el personaje de la obra, Circe dice que está bueno ser prostituta y lo
acepta porque no le queda otra: "si todas lo hacen, hay que hacerlo". A esta situación, la directora sostiene: "una sabe por experiencia propia que después
de estar tres meses comiendo de la basura y no querer hacerlo, porque sabes que es malo, no te queda otra que salir a trabajar a la zona y como ganas
muchísimo dinero, decís "esto es lo mío" y podes comprarte todo lo más caro y hacerte todo el cuerpo; y por fin empezás a ser aceptada y los hombres te
halagan el cuerpo, te dan cosas, y después de cogerte a siete tipos te das cuenta que nada que ver, que es un cuerpo, que está usado, que el tipo te deja
el dinero y que sos un medio de saciedad sexual y nada más, que termina ahí, que no hay sentimientos para con vos, y terminás con un trauma psicológico de
identidad, de no saber quién sos".
Hotel Golondrina
, tiene que ver con la vida travesti, con las nuevas generaciones y las que ya están resignadas, como el personaje que dice: "ya está, ya pasó, yo di todo,
ya lo hice todo y yo soy puta, porque puta nací y puta moriré." Sin entender esta autodeterminación, las nuevas generaciones de travestis y trans tienen
mayores oportunidades, muchas de ellas no fueron excluidas de sus familias. Y es así cómo los códigos de valores entre ellas, se explicita en la situación
de que una tiene una pollera y la otra no tiene nada. Y cómo al final de esta obra tragicómica, más allá de todos los sufrimientos, también está la alegría
travesti que, riéndose de sí mismas, expresan la alegría estar vivas.
El cuerpo da lugar al lenguaje y el lenguaje conlleva propósitos corporales y performa actos corporales que no siempre pueden ser comprendidos por aquellos
que utilizan el lenguaje para lograr ciertos objetivos conscientes. Judith Butler entiende que es aquí donde reside la importancia de la transferencia,
decimos algo y queremos dar a entender algo con lo que decimos, pero también hacemos algo con nuestra habla y lo que hacemos, como actuamos sobre cada uno
y nosotros con nuestro lenguaje, no es lo mismo que el significado que conscientemente expresamos. Es en este sentido que los significados del cuerpo
exceden las intenciones del sujeto.
Activismo Trans
La necesidad de activismo trans podemos entenderlo a partir del concepto crítico de "habitar el mundo" que expone Judith Butler. ¿Quiénes no pueden habitar
a plenitud el mundo social? ¿Qué significa habitar el mundo? y, a su vez ¿qué significa inhabitarlo? Su pensamiento prolífico, multidisciplinar y
heterogéneo se ha enfocado por indagar acerca de la forma en la que muchas personas no pueden habitar el mundo en razón al modo en el que se construyen los
cuerpos, se organiza el espacio, se promulgan las leyes y se estructuran el Estado y la política internacional. Exponer la manera en la que cada uno de
estos asuntos llega a hacer imposible la vida, es una tarea que Butler comenzó, y que en el ámbito de la escena local la obra Hotel Golondrina,
desdramatiza los estereotipos y visibiliza la identidad travesti con todos los factores que la componen.
La primera intención al formar la Cooperativa ArteTrans fue trabajo, porque a su directora, Daniela Ruiz, le parece importante que las "travas" no solo
pidan trabajo sino que lo generen y se empiecen a poner en primera persona y digan: "yo me hago cargo y yo tengo que laburar, porque hay una sociedad que
vive, que convive conmigo y nosotras tenemos que hacernos parte de esa sociedad". Para lo cual, le pareció fundamental e importante armar una historia real
de visibilización trans para fomentar su inserción social. "Creo que siempre que yo me pongo en el acto de crear, siempre hay algo de rebeldía, porque me
he callado tantas veces, cosas que hoy pongo en escena, cosas que molestan, que duelen, el arte es activismo, no solamente algo "bello". Es una necesidad
visceral. Esta palabra propia, es lo que la hace auténtica, y nadie puede decir que esto es mentira porque es verdad, es lo propio" sostiene Daniela,
argumentando su activismo al poner en escena lo mucho que no se dice y que tampoco las travestis quieren decir. Lo que nadie puede creer es que una
travesti escriba y que cuente todo lo que nadie quiere escuchar. Es por eso que dentro del mismo colectivo, esta directora es cuestionada, porque cuenta
esa cruda realidad que nadie quiere ver ni siquiera las mismas chicas travestis.
Ley de Identidad de Género
No existen identidades estancas, sino dinámicas. En este marco se contextualiza la identidad de género. El derecho a "ser" diferente y la promesa
constitucional de igualdad es una aspecto del derecho a la identidad a ser uno mismo, con las diferencias que cada ser humano y cada grupo social tiene
respecto del resto. Ha habido muchos avances en asegurar que las personas de todas las orientaciones sexuales e identidades de género puedan vivir con la
igualdad de dignidad y respeto. Sin embargo, numerosos países y sociedades imponen normas de género y de orientación sexual a las personas a través de las
costumbres y las leyes, de esta manera violentan las formas en que cada una de ellas experimenta las relaciones personales y se identifican a sí mismas. La
vigilancia sobre la sexualidad continúa siendo una fuerza principal detrás de la perpetuación de la violencia basada en género y la desigualdad de género.
Sobre esto, Daniela Ruiz sostiene que La ley de identidad de género es algo positivo para la comunidad, porque en ella se plantea mucho más que un DNI. "A
mí lo que me identifica es mi nombre. Mi identidad, es una lucha constante de reivindicaciones, la identidad travesti no está planteada, no está marcada,
que yo como travesti no me siento mujer, eso no quiere decir que yo tenga que aceptar las reglas del juego, pero después viene una lucha más fuerte. La
identidad travesti te hace sentir bárbara con nuestros pechos, con nuestro culo, con nuestro pene; yo me siento bárbara como travesti, y cuando recién
entendí quien era yo, que era travesti, cuando me empecé aceptar como travesti, entendí que eso es lo que soy y que no está mal. Nosotras no tenemos
educación de nuestra identidad y a muchas le da vergüenza aceptar ser travesti, que muchas cortan la palabra porque les da vergüenza nombrarse. Cuando yo
empecé a investigar, a entender y aceptarme, empecé a sentirme mejor conmigo misma" (2)
Memoria colectiva
"La travesti es puente entre imagen y texto, entre tiempos y espacios dónde
heredera de un linaje de mediadores- chamanes, dioses, vírgenes y santas- ha de
volverse a encontrar. Un ritual librado en su propio cuerpo". Campuzano, G. (2007)
La misión de educar es el motor de todas las obras de Daniela Ruiz, es por eso que al término de cada función de Hotel Golondrina, estrenada en el año
2011, se invitó a personas de diferentes organizaciones a las charlas debate que se ofreció al público para debatir la ley de identidad, a través de
distintas miradas incluyendo las de las mismas trans y travestis.
Es necesario, crear una memoria colectiva, de todas las chicas que pasaron por Panamericana, Godoy Cruz y Constitución, por todas aquellas que fueron
asesinadas, abandonadas y muertas por VIH, para poder mirar hacia adelante y mirarse como un colectivo con identidad propia, tan legítima y digna de ser
vivida como cualquier otra. Así fundamenta su posición, la directora fundadora del Colectivo ArteTrans, poniendo el eje en educar para la diversidad a
través del intercambio, lo cual permite poder conocer otras formas de vida y valorarlas.
Epílogo
Conocí a Daniela circunstancialmente en el casting que realicé para conformar el equipo artístico de la performance El género en disputa que
realicé en marzo del 2008, como Proyecto de graduación para la Licenciatura en Dirección Escénica del IUNA, con la asesoría de Emilio García Whebi,
mientras que al mismo tiempo escribía mi tesis de La disputa del género en la performance: un análisis de la cultura queer desde la teoría feminista, con dirección de la Dra. Julia Elena Sagaseta.
En la performance El género en disputa, Daniela Ruiz compartía un fragmento con Paula Polo, cuyo diálogo estaba definido bajo las siguientes
premisas: "No estamos sexualmente determinados" y "No se nace mujer, se deviene tal", haciendo referencia al Segundo sexo de Simone de Beauvoir. Luego de
deletrear la palabra M U J E R con sus diferentes adjetivos, ambas entablaban una disputa por quién era más mujer:
Paula Polo- ¿Pero vos, qué haces acá si sos travesti?
Daniela Ruíz- ¿Y vos que sos? Un transexual, querida.
PP- Pero yo soy mujer, mi amor.
DR- Yo soy la verdadera mujer, acá mi amor.
PP- Pero depende de donde se te mire.
DR- ¿Qué queres decir con eso?
PP- Qué depende de donde se te mire.
DR- Yo soy más mujer que vos, ¿sabes por qué? Porque yo, soy
peluquera mujer.
PP- Yo soy Licenciada en Administración de empresas; 64068 mi número
de matrícula.
DR- ¿Tu número de matrícula o tu número de enrolamiento, mi amor?... Yo
soy más mujer que vos, ¿Sabes por qué? Por dos cositas simples, así de sencillito
nomás. Porqué yo. ¿ves esto?.. ¡Este es el cuerpo que pide un hombre a una
mujer! ¡Por eso soy más mujer!
PP- ¡Ese cuerpo lo único que pide es aceite de camión, nena! Los otros
días, te vi tirada ahí, debajo de todos los camiones, que estaban parados en la
cuadra, robándoles el aceite. El portero del IUNA se quedó sin aceite en el
camión, ¡anda a reponerle el bardal que le sacaste!
(.)
DR- Yo soy más mujer que vos, porque tengo una planta, tengo un marido,
tengo un perrito y tengo un montón de cosas que capaz vos no tenes, porque sos
una mujer feminista, y tengo una flor de florería.
Daniela Ruiz formó parte del equipo artístico y luego de las presentaciones en la sede Venezuela del IUNA, seguimos en contacto. Pasado el tiempo yo
colaboré con ella haciendo la puesta de luces de su primera obra como directora Hotel Golondrina en el año 2011 y su siguiente obra Monólogos de las tetas con pene en el año 2012. Agradezco su invitación porque me permitió tomar contacto directo con parte de la comunidad
travesti-trans. Actualmente, vivo a la vuelta de su florería Queen Rose y nos cruzamos diariamente en la pasarela de la vida, la vereda, ambas
problematizando y transitando el género en sus múltiples posibilidades, desafiando las categorías mismas de mujer y de varón.
Notas:
1) Erica Koleff es Licenciada en Dirección Escénica- IUNA, Instituto Universitario Nacional
del Arte, interesada en temas de género, sexualidad, cultura queer y performance.
2)Testimonio extraído de la entrevista realizada a Daniela Ruiz, directora de la obra Hotel Golondrina, por Erica Koleff el 29 de septiembre de
2011, en la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires. http://hotelgolondrina.blogspot.com/
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