IUNA
 
 
número 6 | Octubre 2010
dossier. Arte y teatro relacional
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Teatro Comunitario como teatro relacional: El Circuito Cultural Barracas

Gustavo Antieco

El Circuito Cultural Barracas está constituido por cuatro grupos que conviven y se interrelacionan, Los Calandracas, Los descontrolados de Barracas, El teatral Barracas y Circuito en Banda, todos juntos son los hacedores del gran movimiento artístico que presenta el Circuito.

Para hablar de los principios hay que remontarse al año 1988, cuando un grupo de teatro callejero y popular hizo su aparición  en el Parque Lezama con la obra Allegro, Manón Troppo,  este grupo se llamaba Los Calandracas y se habían conocido en el año 1985 en un seminario de perfeccionamiento teatral en la ciudad de Avellaneda.

El grupo estaba constituido por  Ricardo Talento, Rafael Zicarelli, Corina Buzquiazo, Mariana Brodiano y Néstor López. Estos actores fusionaban dentro de sus espectáculos al aire libre todas las formas del teatro callejero, los payasos, la murga, y el circo.

En el año1996 en un Galpón en el Centro de Barracas se asentaron y formaron el Circuito Cultural Barracas. Pronto se convirtió en lugar de encuentro de vecinos de todas las edades y  de familias que se reunían con el deseo de expresarse a través del arte.

Cada grupo arma sus propios espectáculos y también se juntan para generar colectivamente otros nuevos. Todos los vecinos pueden participar de los distintos espectáculos.

Durante 1998, el grupo de teatro comunitario comienza a gestar colectivamente su espectáculo Los Chicos del Cordel, espectáculo bisagra en la historia del Circuito, ya que por primera vez se integran en un proyecto colectivo todos los grupos que integran el Circuito.

Los chicos del cordel permitió que el Circuito se consolidara como un actor artístico-comunitario de relevancia ya que el espectáculo captó la atención de actores sociales extra- barriales como público y críticos.

Hoy el Circuito Cultural Barracas tiene alrededor de 300 vecinos que participan de todos los espectáculos, se dan talleres de murga, percusión, clown y actuación.

El Circuito Cultural Barracas parte de la idea  de que todo ser humano es creador por naturaleza y  nunca se le debe coartar la posibilidad de desarrollar la imaginación. Para este grupo, el teatro es un hecho comunitario, y es un instrumento de transformación social.  A partir de la imaginación, todo ser humano puede re- crear su propia realidad y proyectar nuevas realidades. La persona tiene la capacidad de pensar y pensarse en un mundo mejor, en el que estén incluidos, su familia, su barrio, su país.

La acción del Circuito generó cambios en el barrio de Barracas al estar hecho por vecinos que transforman a "los que miran" en vecinos, en interlocutores directos. La labor del Circuito Cultural Barracas pone de relieve el contacto entre vecinos- actores y vecinos- espectadores, privilegiando la inmediatez del teatro. Al trabajar en la esfera de las relaciones humanas como lugar para la obra de arte, el teatro comunitario permite ensayar modelos posibles de sociedad. Se abre un lugar de convergencia donde los diferentes agentes  sociales pueden tener un lugar de reflexión y debate. El ciudadano se encuentra con sus pares y ve y vive otras realidades, se empapa de lo que pasa a su alrededor, de las diferentes necesidades que sus vecinos tienen y a su vez comparten las dificultades que  viven conjuntamente. Es un lugar donde el ama de casa, el estudiante,  el trabajador, el jubilado y la juventud se encuentran para divertirse, crear y reflexionar. Todo esto genera como resultado una práctica artística que como afirma Bourriaud parte de la ínter subjetividad y tiene por tema central el "estar juntos" y la elaboración colectiva del sentido1.

Ricardo Talento, el Director del Centro Cultural Barracas, dice que: "es una utopía pensar que con el teatro se puede cambiar a la  sociedad, pero al menos podemos ver que a partir del teatro comunitario algo se empieza a gestar que va más allá de lo necesariamente artístico".

Concuerdo con que la acción del grupo de teatro comunitario, genera cambios en la sociedad. No son cambios en la esfera material, ni en la esfera de la producción. Tampoco son cambios a gran escala. Son cambios que se dan en el microcosmos de la esfera de las relaciones socio- comunitarias, cambios que permiten ubicarse frente a la diversidad de rumbos posibles.  La sociedad vuelve a reunirse, la comunitas, de la que habla Richard Schechner, borra el ostracismo y la individualidad, logrando un espacio para la reflexión y fomentando la vida en comunidad. Pareciera ser que el teatro comunitario convierte a la intersubjetividad en la esencia de la práctica artística, permitiendo estados de encuentro y resemantizando el espacio de las relaciones sobre las que trabaja. Es de esta manera como el Circuito Cultural Barracas produce un dispositivo artístico- ideológico que opera sobre la trama social.

La obra El casamiento de Anita y Mirko es, literalmente, una fiesta de casamiento. El público asiste a esa celebración. La convención está dada desde el momento en que se entra al galpón del Circuito Cultural Barracas, devenido en el salón de fiestas "La Taffié de tu Barrio". La iniciativa introduce a los espectadores, desde la vereda de la entrada, en calidad de invitados al juego teatral. En El casamiento de Anita y Mirko no hay plateas, ni gradas, ni butacas, hay mesas numeradas y decoradas, reservadas para los invitados.

Los espectadores son recibidos y acomodados en sus respectivas mesas por las simpáticas empleadas de "La Taffie de tu barrio" compartiendo el sitio que les tocó con  otras personas. Los camareros sirven  la comida, al tiempo que un fotógrafo  saca fotos y un cura amigo de la familia, saluda amistosamente preguntando a todos por qué hace tanto que no se los ve por la parroquia.

Una vez que los invitados están sentados en sus respectivos lugares hace su entrada por la puerta principal al ritmo de una mazurca, la familia del novio. Son rusos de mirada dura, serios, vestidos de negro que se desplazan en bloque para ocupar el lugar reservado para ellos. Después, acompañada por una tarantela, entra la familia de la novia. Italianos, coloridos, divertidos y gritones que bailan y saludan a todo el mundo mientras se dirigen a su mesa. Por fin llegan los novios. Ella, Anita, es una chica  grandota, un poco gordita y lleva puesto un grotesco traje de novia. Él, Mirko, es flaquito, paliducho y bajo de estatura, su traje es oscuro y  le queda apretado. Los novios  llegan felices, saludando a todos como si fueran amigos de años, se acercan a las mesas, charlan y  ríen con el público.

La obra sigue los pasos del ritual de una fiesta de casamiento, en donde la gente come, bebe, baila y se divierte.

Los momentos de la fiesta de casamiento están bien delineados: la entrada de los novios, la comida, el vals, la torta y el baile se suceden generando un clima festivo sin perder de vista la trama.

El teatro comunitario es relacional porque se focaliza en los vínculos que su trabajo va a crear en su público. Este tipo de producción específica determina un campo ideológico y práctico donde la íntersubjetividad se convierte en la esencia de la práctica artística.

El público ocupa un lugar preponderante ya que su interacción con la obra contribuye a definir la estructura de la misma. De esta manera se trabaja poéticamente desde lo relacional sobre los imponderables del acto teatral que son materia productora explícita de la obra. Por ejemplo, en una de las funciones de la temporada 2009 pidieron autorización para casarse dentro de la obra dos mujeres del público, el juez de paz las casó ficcionalmente. Meses después el 15 de Julio de 2010 este imponderable que apareció en la ficción se hizo real cuando se aprobó la ley de matrimonio igualitario. De esta manera se pone de relieve una vez más que al trabajar en la esfera de lo relacional El casamiento de Anita y Mirko permite ensayar modelos posibles de sociedad.

La misma obra produce un dispositivo artístico-ideológico que opera sobre la trama social cuando modaliza una actividad con el universo relacional que le corresponde. Recreando modelos sociales  que transforman las relaciones humanas, como es la institución del matrimonio, e instalando en su práctica cierta ambigüedad genera un espacio de transición, un espacio liminal entre la contemplación y la práctica social.

Referencias bibliográficas

Bourriaud, Nicolas. Estética relacional. Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2008.

Schechner, Richard.  Performance. Teoría y prácticas interculturales. Buenos Aires, Libros del Rojas, 2000.



1 Bourriaud, Nicolás. Estética Relacional. Pág. 14.

 
 
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