Ana Longoni. Vanguardia y revolución. Arte e izquierdas en la Argentina de los sesenta-setenta. Buenos Aires, Atuel, 2014, 313 páginas
Ana Longoni es una investigadora de un gran talento y reconocimiento, curadora de importantes exposiciones, especialista en arte y política y escritora
teatral.
En este libro estudia con gran profundidad la relación vanguardia y revolución ubicándola en un momento muy agitado de la historia argentina de las últimas
décadas y lo sostiene con una bibliografía, testimonios y documentos que sorprenden por su riqueza. Algunas partes del tema los había tratado en un libro
anterior (en colaboración con Mariano Mestman), Del Di Tella a Tucumán arde. Vanguardia artística y política en el '68 argentino. Pero ahora
amplía la mirada de la cuestión estudiando sus inicios y la cruenta de ruptura. Siguiendo a Jameson, Longoni habla de la "década larga" que transcurre
entre el triunfo de la revolución cubana en 1959 y su impacto en las izquierdas y la dictadura más cruel que tuvimos y que se inició en 1976.
El texto tiene muchísimo material gráfico que lo enriquece. No quiero dejar de lado la dedicatoria a Juan Carlos Romero "que vivió esta historia y
resguardó los documentos para poder contarla". Romero es un artista visual muy importante con una intensa obra de arte político y es un memorialista
notable con un archivo muy completo que puso a disposición de la investigadora. Es uno, quizá el más notable, de los que proporcionan testimonios
enriqueciendo la perspectiva buscada.
Los hechos principales de esos años: el gobierno cubano, la muerte del Che, Tucumán Arde, el Cordobazo, las dictaduras, el gobierno de Allende en Chile, el
gobierno de Perón, las guerrillas, Trelew, Ezeiza, van acompañados por el análisis del arte político que va siguiendo la Historia. Destaca figuras
emblemáticas en distintas líneas como Juan Pablo Renzi, Juan Carlos Romero, Roberto Jacoby, Luis Felipe Noé, Ricardo Carpani, León Ferrari, pero también
resalta otros olvidados como Alberto Greco.
Establece también las relaciones y desacuerdos de los artistas con los partidos de izquierda que no siempre comprenden las nuevas formas del arte que
buscan y realizan estos artistas. Y también la separación que establecen con las instituciones de arte y los premios.
Longoni analiza también las formas de arte conceptual (diferentes a las del Di Tella) que desarrollan estos artistas, el valor que adquieren los carteles
con inscripciones políticas (como el de Jacoby con la foto del Che y debajo el texto "Un guerrillero no muere para que se lo cuelgue en la pared", o la
instalación de Romero en que paredes y piso de un espacio están cubiertos con letreros en cada uno de los cuales dice, en letras grandes "VIOLENCIA", o la
obra de Noé en que aparece invertido el mapa de América y sobre él se lee "el arte de américa latina es la revolución") o también el valor de panfletos,
manifiestos y graffitis.
Desde la contemporaneidad puede resultar difícil comprender una época en la que elegir la realización de arte era tan comprometido y puede confundirse su
apreciación. Longoni toma también ese tema y se detiene en la mitologización que, a su juicio, se hace de Tucumán Arte a partir de una legitimación
institucional. Tucumán Arde aparece así como un hecho aislado cuando fue parte del trabajo continuo de una cantidad de artistas que es lo que Longoni va
señalando en cada capítulo de su libro.
Escrito con gran claridad y una escritura atrapante, Vanguardia y Revolución es un libro imprescindible para entender esa época y una lectura
obligada para aquellos a quienes les interese el arte comprometido.