Emilio García Wehbi. Luzazul. Córdoba, Ediciones DocumentA/Escénicas, 2014. 113 páginas
Si no fuera porque el epílogo, firmado por Federico Irazabal, explica que el texto era el de una ópera con música de Marcelo Delgado, si no fuera porque al
final del libro se pone la ficha técnica de la ópera, si no fuera que todo esto nos haría pensar que lo que leemos es dramaturgia con una estructura no
convencional, si saliéramos de todos esos conocimientos, leeríamos un bello poema que la contratapa nos dice que partió de Tres mujeres de Silvia
Plath.
Así fue mi lectura, como el diálogo entre dos poetas. Con la singularidad de que uno fue escrito por una mujer (de la que se conoce más la trágica muerte
que la fuerte particularidad de su escritura) y el otro por un hombre. Tres mujeres ha sido considerado por grupos de género como poesía
feminista. García Wehbi respeta esas concepciones pero propone otros lugares.
Luzazul
está dividida en tres momentos y no se especifica exactamente dónde están las mujeres. En el poema de Silvia Plath se especifica que se hallan en un
hospital y se las nombra como Voz 1, 2, 3. En García Wehbi van a ser Cama 1, 2 y 3. Pero además tiene cada parte un nombre: Cama 1 SNVI, Cama 2 SNSVI, Cama
3 SMNGLOF. Es decir los tres ángeles que son enviados para hacer volver a Lilith al paraíso. La leyenda hebrea de Lilith (la primera mujer de Adán que se
va del paraíso y se convierte en diablesa) se introduce en el poema en la parte 3. La que habla dice claramente que prefiere a Lilith y no a Eva, que
prefiere el erotismo a tener ese hijo, que crece en su vientre aunque no es deseado y que no desea que viva.
Cada parte está separada por fotos de Sebastián Arpesella de mujeres (las que estaban en la ópera y también como aparecían en los videos) con adornos del
mundo infantil en la cabeza y el pecho: un chupete en la boca, coronas de mamaderas, de muñequitos, de piecitas para armar, de collares con figuras de
niños recortadas, de ositos, gorros, baberos, una muñeca grande como corona. Pero, por otra parte, antes de que las mujeres hablen hay una serie de poesías
en distintos registros que enriquecen el texto y lo preparan.
El primero es una larga serie de nombres todos en mayúscula y sin signos de puntuación que se refieren a personajes de la mitología griega, del mundo
shakesperiano y de la literatura. Siguen pequeños poemas (algunos como haikus) que se refieren a distintos momentos del libro, o a obras de Shakespeare
(particularmente Hamlet y Macbeth). Luego sí, viene el prólogo que lo dice Hécate, la diosa hechicera protectora de los partos. El lenguaje nunca es
directo, se expresa por las imágenes y metáforas aún cuando las mujeres pueden ser muy frontales en sus pensamientos y deseos. Como ocurre siempre en la
escritura de García Wehbi está llena de alusiones, citas, reflejos de distintos textos. Dependerá de la competencia del lector si los reconoce o no. De
cualquier manera no creo que eso invalide la lectura poética. Los textos nunca son puros, sin contaminación de otros. Y como siempre en el autor no falta
la mirada política, que es más fuerte en la tercera, la que elige el aborto.
Si es teatro, necesitamos esta escritura cruzada de géneros y tan cuidadosa. Pero como ocurre con toda su obra (teatral, performática, operística) la
ruptura es primordial, la mezcla hace que no se sepa bien que es lo que está produciendo. Este libro es un muy buen ejemplo.