Emilio García Wehbi ha publicado sus textos. Bienvenidos, una muy buena noticia. Como sus obras, es un trabajo inútil tratar de encuadrarlos en algún
género, considerarlos textos teatrales, pensarlos como el antecedente de una puesta (aunque hayan pasado por el escenario). Su escritura constituye un
artefacto literario autónomo, puede leerse como tal más allá de su posible utilización escénica. Por otra parte, como la escritura de Beckett, rompe los
géneros. ¿Es escritura dramática porque usa ciertos signos típicos de la misma? ¿O es poesía o en algunos textos narrativa? Continuamente hace fracasar
cualquier perspectiva previa y descoloca. Su trabajo fundamental es con la palabra, la propia y aquella de otros de la que se apropia en una múltiple,
desaforada, incontenible intertextualidad. Ese juego que abre las compuertas literarias al cruce y a la asimilación y también a la ruptura del lugar del
autor se mezcla con la inclusión de dibujos (en este caso de distintas procedencias), como lo hacía su admirado Lewis Carroll y mucho más cercanamente lo
ha hecho Sebald.
Botella en un mensaje
agrupa textos de las últimas obras de García Wehbi:
La balsa de la medusa, El orín como el hierro, el agua come las piedras o el sueño de AliciaS, El grito de Lenz, El matadero. Un comentario, El
(A)parecido, Hécuba o el gineceo canino, Fritzl agonista.
Algunas son obras en la que ha partido de textos y del trabajo con los actores, como en La balsa de la medusa en la que se percibe el origen de Insultos al público de Peter Handke transformado en su escritura; o en El orín. en la que está la obra de Carroll desde el título pero
cruzada con muchas otras y con los feminicidios de Ciudad Juárez (básicamente, aunque haciendo referencia a muchos otros).
Otros son textos de óperas como El matadero. Un comentario, que condensa en su concreto valor literario los muchos Mataderos que ha
realizado como performances; y El (A)parecido, un texto onírico y fuertemente rizomático.
Hécuba.
se hizo para un proyecto del Centro Cultural Ricardo Rojas que proponía trabajar con textos clásicos. Pero la obra de Eurípides, aunque siga estando en el
título, se transformó en el imparable cruce intertextual.
Dos textos no han tenido pasaje por la escena: El grito de Lenz del que, como señala García Wehbi, sólo se utilizaron algunas partes en
su instalación fotográfica Ensayo sobre la tristeza y en el libro homónimo de 2004 y otros fragmentos para las performances El matadero1, 2 y 3; y Fritzl agonista una obra fuertemente poética que no sabemos en qué se convertirá si se lleva a escena.
El libro se abre con un prólogo de Federico Irazábal, que, en sintonía con la escritura se titula "Esto (no) es un prólogo" y sigue con el primer texto de
García Wehbi que es presentación de principios (como en las vanguardias, un manifiesto). Lo ha llamado "La poética del disenso. Manifiesto para mí mismo".
Y como no podía ser de otra manera empieza con un epígrafe sobre Artaud. Si alguien domina la escena personal y escénica de Wehbi es Artaud "el artrópodo,
el artillero del arte, el artífice del hartazgo de la armonía". Y en esa poética García Wehbi plantea algunas ideas muy importantes que él aplica en su
labor artística. Define el arte "como práctica anti institucional del saber" y plantea el tema de lo político desde una posición muy certera y productiva:
"el arte no es político por su temática sino por su modo o procedimiento formal de acción. Deviene político cuando propone una interrupción poética de las
reglas de la cultura y de la ley. Deviene político cuando se transforma en potencia para cuestionar y desestabilizar al espectador en la construcción de su
identidad y realidad, extendiéndose más allá del mimético y aristotélico sistema de representación y reproducción de ideologías existentes y
prevalecientes"
Brecht lo apoyaría. Brecht participó de las vanguardias, no lo olvidemos y estuve muy al tanto del arte de su época a la que cuestionaba. García Wehbi
también participa del arte actual y en sus obras, óperas, performances, intervenciones mira y discute su momento histórico. Vale la pena leer con
detenimiento este manifiesto porque permite entender a los artistas más avanzados de la escena contemporánea y porque incita a otros a seguir ese camino.
Como escritura autónoma de la escena, Botella en un mensaje es un aporte muy significativo a la literatura argentina.