IUNA















El cachorro de elefante
A Crédito Alicia Busso 2009
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
número 4 | julio 2009
información y críticas
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El cachorro de elefante, de Bertolt Brecht

por Liliana B. López (IUNA-UBA)

Ficha técnica:

Elenco: Guillermo Aragonés, Gustavo García Mendy, Ema Peyla y Federico Aguilar. Iluminación: Ricardo Sica.

Música original: Gustavo García Mendy.

Escenografía: Julieta Potenze.

Diseño y realización de títeres, objetos y máscaras: Alejandra Farley y Juan Benbassat.

Vestuario: Rosana Bárcena.

Asistente de dirección: Federico Aguilar.

Traducción: Miguel Sáenz. Versión Argentina: Rubén Szuchmacher.

Dirección: Ana Alvarado.

En Espacio teatral El Kafka.

La puesta en escena de Ana Alvarado sobre el texto de Brecht demuestra que lo didáctico no está reñido con el humor y la creatividad. Mediante el teatro de objetos y títeres, en el que posee una larga y exitosa trayectoria (Grupo de titiriteros del Teatro San Martín, El Periférico de Objetos, y espectáculos con dirección propia), en El cachorro de elefante integra actores y músicos, en un ensamble sin fisuras. Tan armonioso resulta, que el espectador puede olvidar, por momentos, que Jack-el pequeño elefante, no es humano. Si Brecht pretendía que el espectador tomara distancia de aquello que ponía en escena, para así poder reflexionar (cuestión que en el video queda bastante dudosa), resulta difícil no sentir cierta empatía con Jack, cuyo único delito parece ser no tener una buena defensa. Enmarcado en lo que se presenta como un espectáculo de cabaret o de feria, por un eficaz y simpático presentador (Guillermo Aragonés), Jack y su diestra manipuladora (Ema Peyla), con el acompañamiento del músico, que remarcará que “solo es músico” (Gustavo García Mendy), y la inclusión del espectador (Federico Aguilar) que interpela constantemente, se abre y se cierra sobre sí mismo.

La presencia “simulacro” de Brecht, en una entrevista realizada por Analía García y proyectada en una pantalla, remite a la presencia autoral, pero de una manera ambiguamente sospechosa, en particular cuando se lo interroga sobre el efecto de distanciamiento o Verfremdungseffekt. La parodia de un juicio, en el que se acusa al elefantito de atroces crímenes, demuestra, en todo caso, la parcialidad de la justicia en mano de hábiles sofistas que pueden argumentar falseando hasta lo evidente. El aspecto espectacular de la justicia, queda asegurado también por la música, por momentos, con aires circenses. En suma,  aunque parezca paradójico, lo que cuestiona la ficción, es el carácter elusivo de la verdad.  

 

 
 
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