Filmación en vivo: Leandro Ibarra
Asistente de dirección: Mateo de Urquiza
Video y operación de interfaces en vivo: Santiago Brunati
Dramaturgia, interpretación, musicalización y dirección: Emilio García Whebi
Espacio: Timbre 4
Esta performance coloca Emilio García Whebi como absoluto protagonista en cuanto a su devenir escénico y por la elección de los materiales autobiográficos
que se van exponiendo, en una dinámica de acumulación narrativa y objetual. Al estilo del Ecce homo nietzscheano, va recorriendo las estaciones de
una trayectoria artística, con sus glorias, pero sin omitir sus tropiezos. Esos trayectos se replican en una pantalla, virtualidad mediante, a través de un
operador de un programa -Google maps- buscando y señalando los sitios mencionados. Buenos Aires, Berlín, México o Irán, serán algunas de las escalas de
esta existencia trashumante, que también juega con las posibilidades estéticas de las imágenes captadas por satélites, como la geometría de los espacios
sembrados.
La relación entre lo virtual, ficcional y lo real va construyendo una trama cambiante y riesgosa, enunciado desde un modo presentativo, que lo distancia de
cualquier formato teatral intimista y personal. Whebi asume una máscara de bufón, desde el maquillaje y la desnudez inicial, pero el humor asoma con los
toques justos de corrosión de la máscara y del discurso. Ubicándose consecutivamente en tres atriles, va desgranando textos propios y ajenos, como el Dietario, de Luis Cano. En esa estación, la referencia al libro que sostiene el príncipe Hamlet, dispara la significancia hacia el lenguaje
teatral, pero también, hacia el fantasma del padre muerto.
Como un conjuro frente a la muerte, antes de cada lectura, expone un objeto, hasta llegar a ocupar todo el espacio escénico. El efecto es el de un lenguaje
aparalelo, un código icónico que bordea lo siniestro, porque cada uno de esos objetos posee, a mi modo de ver, un trasfondo tanático: muñecos, animales
embalsamados, maniquíes, juguetes antiguos. Resulta interesante que van formando, al sumarse, extraños conjuntos, ya sea por asociación o por su
heterogeneidad. También libros antiguos, revistas, fotografías, y hasta un pasaporte, una de cuyas firmas remite a lo real coyuntural. Si este impulso
tanático fuera solo una impresión subjetiva, la performance culmina con un homenaje a artistas recientemente fallecidos. Parece decirnos que el espectáculo
debe continuar...mientras el bufón esté, aunque se canse de reir. Y mientras estemos nosotros, espectadores y cómplices.