Danza Contemporánea Argentina
Marcelo Isse Moyano (IUNA- UBA)
Con la llegada a Buenos Aires de la coreógrafa norteamericana Miriam
Winslow en 1941, comienza la historia sistemática de la danza moderna en la Argentina.
Con poca anterioridad a esta fecha habían llegado al país Renate Schottelius, Otto
Werberg y Francisco Pinter, quienes habían estudiado en la Ópera de Berlín, aportado la
tradición de la danza de expresión alemana.
Si tenemos en cuenta que el nacimiento de esta corriente de danza surge
en Alemania con la llamada Danza Libre Centroeuropea a fines de la década del veinte,
y en Estados Unidos con la formulación de nuevas técnicas a principios de los treinta,
podemos considerar que la Argentina ocupa un lugar de privilegio. A otras latitudes,
este arte de vanguardia, considerado por muchos "el arte del siglo XX",
ha llegado recién en los últimos treinta años.
Ello nos ubica con una rica historia en danza moderna en nuestro país.
Una historia que nos permite, en algunos casos, establecer relaciones de igualdad
con aquellos centros donde nació esta expresión artística.
Antes de la década del '40, la danza en Argentina se había manifestado
fundamentalmente en el terreno del ballet. El
Teatro Colón era
el escenario donde se desarrollaban costosas producciones y donde funcionaba la
tradicional escuela de danza clásica.
La danza moderna había aparecido sólo en visitas esporádicas. En 1916,
Isadora Duncan bailó en el
Teatro Colón. Su paso por la Argentina no dejó seguidores.
Hacía finales de la década del '30, Alexander y Clothilde Sakharoff
llamados "Los poetas de la Danza", realizaron espectáculos y dieron algunas
clases. Bailaron en el Teatro
Colón y en el desaparecido
Teatro Odeón1.
En 1941 llegó la bailarina y coreógrafa norteamericana Miriam Winslow.
Los espectáculos que ofreció con su partenaire Foster Fitz-Simmons en el
Teatro Odeón, repetidos a su vuelta en 1943, y su decisión de
establecerse y crear una compañía en 1944, marcan el inicio del desarrollo continuo
de la danza moderna en la Argentina.
La primera compañía de Miriam Winslow estuvo formada por Cecilia Ingenieros,
Renate Schottelius, Luisa Grinberg, Ana Itelman, Clelia Tarsia, Élide Locardi y
Margot Cóppola. Por primera vez se creaba un grupo profesional, el Ballet Winslow, cuyos bailarines
recibían sueldo para poder dedicarse por entero a la danza.
Realizaron continuas giras por las provincias y hasta dos funciones
diarias en Buenos Aires, con gran repercusión de público. Fue un verdadero suceso
que terminó en 1946, por problemas internos, relacionados con el pago que reclamaron
algunos bailarines para realizar una gira por Europa que había organizado la coreógrafa.
Miriam Winslow retornó a los Estados Unidos. Sin embargo, de allí surgieron quienes
serían los maestros y coreógrafos pioneros de este nuevo arte en Argentina que comenzaron
a desarrollar un estilo propio durante las décadas del cuarenta y cincuenta.
Hacía comienzos de la década del '60 la danza moderna se había expandido
y existían numerosos creadores y grupos. Es recién entonces cuando los coreógrafos
argentinos formados por la generación anteriormente citada intentan buscar nuevos
rumbos. Tres hechos fueron significativos por esos años: la inauguración del
Teatro Municipal General San Martín, la fundación de la
Asociación Amigos de la Danza y la creación del
Instituto Di Tella3.
El 23 de noviembre de 1961 se inauguró en Buenos Aires el
Teatro Municipal General San Martín, que albergaría años más
tarde a la primera compañía oficial de danza moderna. Aquella noche actuaron las
figuras más notorias del quehacer cultural nacional y la danza moderna estuvo presente,
en lo que constituyó el primer reconocimiento oficial a este nuevo arte. El grupo
de Renate Schottelius presentó su obra Estamos solos.
La Asociación
Amigos de la Danza
fue fundada en 1962 con el propósito de fomentar la creación coreográfica independiente
y unificar las vertientes clásica y moderna de la danza que, por entonces, parecían
irreconciliables. El objetivo era crear espectáculos con coreografías nuevas y alternar
en las funciones obras de uno y otro estilo, con músicos, vestuaristas y escenógrafos
argentinos. Gracias al esfuerzo de esta asociación, se brindó a coreógrafos ya consagrados
y a jóvenes creadores un espacio para la generación de obras en la búsqueda de un
estilo propio. Las funciones se realizaban los días lunes, en la sala Martín Coronado
del Teatro Municipal General
San Martín. Esta asociación desaparece en 1972.
El Centro de
Experimentación Audiovisual del Instituto Di Tella proporcionó
un ámbito propicio para la exploración y elaboración de trabajos de investigación
que marcaron una nueva forma de expresión en el mundo de la danza. Allí trabajaron,
entre otros, Ana Kamien, Susana Zimmermann, Marilú Marini, Iris Scaccheri, Graciela
Martínez y Oscar Aráiz. Trabajando juntos o en forma separada, compartieron los
principios basados en la ruptura con la danza que las precedía, creando un lenguaje
nuevo e irreverente.
El 17 de marzo de 1968 se creó por concurso el Ballet
del Teatro San Martín bajo la dirección de Oscar Aráiz. Esta
fue, por muchos años, la única compañía oficial de danza contemporánea en la Argentina.
Desaparecido el Ballet Juvenil
del Teatro General San Martín
que trabajó durante varios años integrado especialmente por alumnos y egresados
del Taller de Danza de ese teatro, sólo se suma, actualmente, la
Compañía de Danza del Departamento de Artes del Movimiento del Instituto Universitario
Nacional del Arte.
Desde la década del setenta comenzaron a crearse algunos grupos independientes
con suerte despareja. Esos años no fueron los más propicios para la danza moderna
en nuestro país debido a la falta de libertad que imperaba por la dictadura militar.
La creatividad estuvo muchas veces cercenada. Sin embargo, cabe destacar la creación,
en 1975, del grupo Nucleodanza
dirigido por Margarita
Bali y Susana Tambutti, e integrado en esa primera formación por sus directoras
más Ana Deutsch y Julio López. Esta compañía, que cambió varias veces de integrantes,
fue uno de los grupos independientes creados en la década del setenta que poseyó
una larga y muy exitosa trayectoria nacional e internacional.
Hacía comienzos de los años ochenta la danza moderna resurge en un ciclo
que se llamó Danza Abierta, donde numerosos artistas ya reconocidos o noveles
desplegaron una creatividad que resultó contestataria frente al régimen político
imperante en nuestro país.
Restaurada la democracia en 1983, la danza moderna argentina se desarrolló
en cantidad y calidad de cultores y se abrió al mundo.
Si bien la danza moderna no es, todavía, un arte de gran popularidad
en nuestro país, muchos jóvenes se han volcado en los últimos años a trabajar, crear
e investigar nuevas formas en este campo. Las nuevas generaciones se encuentran
frente a un arte con historia que les permite aprender diferentes técnicas, métodos
y sistemas, y ponerlos exclusivamente al servicio de sus creaciones.
Por último, quiero destacar que desde 1987 se estudia historia, teoría
y estética de danza moderna en la carrera de Artes de la Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad de Buenos
Aires; y, desde 1992, funciona el Programa Danza en el
Instituto de Artes del Espectáculo de la misma universidad, dentro
del cual se han realizado importantes investigaciones en este terreno. Asimismo,
el Instituto Universitario
Nacional del Arte cuenta con un Departamento de Artes del Movimiento
donde se estudia e investiga esta disciplina artística. Esta unidad académica cuenta
además con una compañía de danza estable –dedicada a la danza moderna– de creciente
prestigio.
Por otra parte, en 1998 se realizó el primer Festival de danza contemporánea
organizado por la asociación
CoCoA-datei (Coreógrafos
Contemporáneos Asociados–Danza Teatro Independiente) y, desde
el año 2000, la por entonces Secretaría de Cultura y actual Ministerio de Cultura
del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires organiza en forma bienal el
Festival Buenos Aires Danza Contemporánea. En esta misma dependencia
se creó en el año 2001 el Instituto
para el Fomento de la Actividad de la Danza no Oficial de la Ciudad de Buenos Aires
(PRODANZA), cuyo objetivo es apoyar a la danza independiente otorgando subsidios
a la creación; y desde el año 2004 el
Fondo Cultura BA otorga una importante suma de dinero destinada
a la danza.
Todo lo expuesto ha sido fundamental para que este estilo dancístico
adquiera un merecido reconocimiento en nuestro acervo cultural y una excelencia
en sus producciones comparables a los principales centros de Estados Unidos de Norteamérica
o Europa. Nuestros artistas de Danza Contemporánea se destacan por su eclecticismo,
diversidad, calidad técnica, creatividad, variedad estilística e impronta artística
propia. Argentina es hoy un polo mundial de suma atracción en este campo artístico,
muchas veces apoyado sólo por quienes estamos en contacto directo con él. Este es
un momento de gran importancia para dar el impulso necesario a este arte y proyectar
a la Argentina detrás de una disciplina artística con historia nacional, con riqueza
creativa y con reconocimiento mundial.