IUNA

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
número 5 | diciembre 2009
información y críticas
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El desarrollo de la civilización venidera

por Ana Seoane (IUNA-UBA)

Versión de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen.
Autor: Daniel Veronese.
Elenco: Carlos Portaluppi, María Figueras, Ana Garibaldi, Mara Bestelli y Roly Serrano. Adaptación de la escenografía de la obra Budín inglés de Ariel Vaccaro.
Asistencia de dirección: Felicitas Luna.
Dirección: Daniel Veronese.
"El Camarín de las Musas"

Algunos afirman que cuando Daniel Veronese empezó a trabajar con el clásico de Ibsen: Casa de muñecas (1879) tuvo muy presente la película Escenas de la vida conyugal (Secretos de un matrimonio) de Ingmar Bergman (1973). Del creador noruego tomó la esencia de sus personajes, aunque descartó los que eran propios del siglo XIX como la niñera y algunas criadas, modificó la sexualidad del doctor Rank, pero fundamentalmente del cineasta sueco impuso la violencia, verbal y psíquica. Pero todo el espectáculo evidenció su propio sello "periférico": la perversión.

Lo primero que se escucha en El desarrollo de la civilización venidera aparece dicho por la ahora Doctora Rank: "Hay personas que pueden faltarnos de un día para el otro. Desaparecen, nos abandonan, dan un portazo ¿Y después qué…? ¿Cómo vivir después de eso?". Mientras que la primera frase del original de Ibsen está en boca de su protagonista (Nora) quien se muestra preocupada por esconder el árbol de Navidad para que sea una sorpresa para sus hijos. Esconder, omitir, como una forma de la mentira; mientras que para Veronese, partir es uno de los caminos hacia la desaparición, en un país con una historia muy negra, como la Argentina.

El espectáculo de Veronese, autor y director está centrado en un mismo ámbito, sus personajes abren y cierran puertas que no conducen a ningún lado y los espectadores lo saben. Este nuevo juego busca y encuentra cómplices; pero esta vez el creador argentino es más fiel al original que en otras oportunidades. Es como si esta historia de engaños y mentiras piadosas, donde la gran pregunta parece ser: "¿es igual omitir información a mentir?" fue tan fuerte que no le permitió modificar mucho. Agregó más perversión sobre todo cuando la supuesta amiga ya tiene la salvación en sus manos y retrasa esta salida para ver cómo Nora se hunde, cómo esa mujer feliz conoce la otra cara de la vida, la más oscura, pero también real.

Al utilizar la misma escenografía de otro espectáculo - aunque modificó y concentró sus medidas -  hace que ese tránsito pase a un segundo plano. Al mismo tiempo también usará este mismo ámbito para su otra versión de Ibsen. Al ser un escenario ya usado, parecería que para el público dejara de ser ficción, su uso, le hizo perder ficcionalidad, para dotarlo de realismo. Otro hallazgo es el de haber encontrado para su Nora una intérprete (María Figueras) con cierta experiencia en la danza. Estos sencillos pasos de "tap" la acercan a esta realidad nacional, donde estos conocimientos están presentes en muchas mujeres. Figueras le aporta a su protagonista una mayor debilidad, es más "muñeca", más niña, casi una adolescente que esconde los papeles de los caramelos que su marido/amor no quiere que coma. Frente a ella en un interesante juego de opuestos aparece Carlos Portaluppi, quien también tiene un rostro juvenil, pero que consigue impactar con una violencia y ferocidad impensada.

Daniel Veronese entrega esta otra mirada sobre Casa de muñecas, con un final mucho más abierto, más dubitativo y sobre todo más masculino que el que proponía Ibsen. El dramaturgo noruego le abría la puerta para que Nora creciera. Hizo que la muñeca no sólo hablara sino que también se revelara y partiera hacia un nuevo e incierto destino. Nuestro autor - en cambio - no le permite la salida. Se la hace mucho más difícil. Se la complejiza a través de la violencia psíquica y física (hay sangre que corre) y le agrega a su Torvaldo Helmer/Jorge un machismo feroz, que parece sugerir la palabra final. Los interrogantes se multiplican en este siglo XXI, la presión económica y los miedos le permitirán a esta nueva Nora ¿enfrentarlo y partir? Ibsen imaginaba y marcaba un sonido, al que le agregaba la desesperación tardía del marido, dando así más respuestas que preguntas a su público. En Buenos Aires los espectadores decidirán cómo concluye la historia de esta pareja.

 
 
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ISSN 1851 - 0361