La máquina del día. Una ficción crono-escénica
por Gerardo Camilletti (IUNA)
Ficha técnica
Dramaturgia: Sergio Sabater
Elenco: María Laura Agudo, Julia
Amadeo, Yaiza Conti Ferreira, Luciana D’Orazio, María Belén Fernández Díaz,
Daniela Godoy, Andrea Guerrieri, Mariano Karamanian, Romina Pose Rodríguez,
Malena Salatino, Rocío Saldeña, Clara Seckel
Vestuario: Laura Cardoso
Diseño de Luces: Pehuén Stordeur
Realización Escenográfica: Emilio Muñoz
Operación Técnica: Alejandra Corral,
Emilia Goity
Asistencia artística: Alejandra Corral
Asesoramiento dramatúrgico: Ana
Rodríguez Arana
Asistencia de escenografía: Germán
Añón Barros
Asistencia de ilumnicación: Emilia
Goity, Héctor Zanollo
Dirección: Sergio Sabater
Departamento de Artes Dramáticas –
IUNA. Sala Leopoldo Marechal
El espectáculo se pregunta, o mejor
dicho, promueve las preguntas acerca del lugar que cada sujeto ocupa en la
sociedad y una sociedad que organiza y determina roles. La trampa que señala,
justamente, es la de suponer que los roles, las funciones que cada individuo
elige tiene que ver con libres elecciones personales antes que con una especie
de programa social en donde cada cual ocupa un lugar para que esa función se
cumpla y la máquina arranque y se mueva una y otra vez. Y así pase el
tiempo...o no pase nunca. Los personajes que son parte de la máquina teatral
(que también es máquina metafórica del orden social) son variados, van desde el
hombre que tiene una vida rutinaria, una mujer que se suicida, otra que espera
detrás de la ventana, una obrera que entiende el trabajo como forma de
dignificación del hombre, más allá del carácter alienante que pueda tener, otra
mujer destinada a los quehaceres domésticos hasta los mismos organizadores de
la máquina: La máquina del día. Pero el día creado entendido como
momento creado, tiempo extracotidiano fuera del tiempo real. Un tiempo
ficcional, claro. Un tiempo teatral. Tan teatral, tan ficcional y tan
organizado desde discursos como los que tal vez organizan la vida real del
sujeto contemporáneo que, por momentos se resiste o pretende resistirse sin
percibir, tal vez, que justamente, la rebelión es una pieza más para que la
máquina funcione.
El trabajo que propone Sergio Sabater
es una organización casi perfecta del espectáculo como máquina, de las
actuaciones como pequeñas máquinas dentro de un mecanismo mayor. La
sincronización de las actuaciones, el cuidado por la exactitud en las
repeticiones parecen no solamente un mérito de la dirección sino de cada uno de
los actores que abordan la escena con concentración y una evidente comprensión
del trabajo en equipo, sobre todo teniendo en cuenta que este espectáculo se
construye como máquina y como tal, debe funcionar bien, de lo contrario deja de
serlo.
La máquina se va organizando en un
ritmo que repite secuencias y asegura su funcionamiento. Es el espectáculo como
máquina pero también es una máquina que muestra otras, que crea otras, máquinas
de ficciones y de sujetos ficcionales. Cada personaje que está en y por la
máquina da cuenta de diferentes conductas en las que el pensamiento y la acción
son entendidas como organizaciones determinadas desde afuera y no como
elecciones del individuo.
También el espectáculo es una máquina
textual, una máquina poética en donde el cruce con textos de diversos autores
se insertan provocando un diálogo y una actualización de los significados
posibles en su recontextualización contemporánea, como todo intertexto
utilizado de un modo que excede la mera exposición enciclopédica.
Pensar un espectáculo como máquina no
es nuevo, sin embargo, el funcionamiento maquínico va más allá de la
organización “aceitada” de los lenguajes de la escena y la pregunta que
permanece sin respuesta aparente es acerca de la temporalidad, esto es, la
duración de la máquina.
La máquina del día enuncia su
construcción, su carácter teatral y como tal su inscripción en el tiempo que
resulta breve y efímero a pesar de las constantes repeticiones.