IUNA

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
número 5 | diciembre 2009
información y críticas
01. 02. 03. 04. 05. 06.    

El príncipe de Homburg

por Liliana B. López (IUNA-UBA)

Ficha técnica

Autor: Heinrich von Kleist. Traducción: Gustavo Bohm
Elenco: María Comesaña, Daniel Dibiase, Jorge García Marino, Pablo Marluzzi, Mariano Mazzei, Claudio Messina, Esmeralda Mitre, César Repetto, Maximiliano Sarramono.
Vestuario: Mini Zuccheri
Escenografía: Raúl Bongiorno
Iluminación: Eli Sirlin
Dirección: Oscar Barney Finn
Espacio: Centro Cultural de la Cooperación

El príncipe de Homburgo (1811) de Heinrich von Kleist, fue escrita en circunstancias adversas, ya que exaltaba el patriotismo alemán, bajo la dominación napoleónica; además, presentaba una visión que tampoco podía satisfacer a los amantes del orden y la disciplina militar (entre otras posibles). Su estructura, rayana en la perfección formal, propia del clasicismo,  resulta sacudida por las convulsiones anímicas del protagonista, un inmejorable exponente del personaje romántico. Este lugar incómodo, que impidió su estreno en lo inmediato, lo ha posicionado en los primeros puestos de  la historia del teatro universal, como drama de la modernidad, al exponer las tensiones en la relación entre individuo y estado.

La puesta en escena de Barney Finn rescata los núcleos dramáticos principales, operando mediante una síntesis en el espacio: la rampa, sobre la cual se abre y se cierra la acción del texto, permanece omnipresente, y va adquiriendo diversas funciones y sentidos. Por ella se puede correr, saltar, tropezar, rodar, desfilar, dormir y soñar. Se puede ascender a la gloria o al cadalso, cuyos extremos se tocan peligrosamente. Los múltiples espacios propuestos, así como los diferentes momentos del día  por el texto son denotados por la bellísima iluminación, en este largo viaje del alma del príncipe, desde una noche iluminada por la luna, hasta la siguiente, tránsito en el que atraviesa distintos estados: la gloria, el amor, el temor a la muerte y el valor, finalmente, resignificado. La máquina de guerra, exterior al aparato del Estado, enloquece al atravesar estas situaciones límite, en términos de Deleuze: “Tal es la fórmula personal de Kleist: una sucesión de carreras locas y de catatonías petrificadas, en las que ya no subsiste ninguna interioridad subjetiva.”

Mariano Mazzei, a cargo del difícil rol del príncipe, lo lleva adelante con gran solvencia actoral y destreza corporal, bien secundado por Esmeralda Mitre, la princesa Natalia. Así como todo el elenco resulta correcto en sus respectivos roles, especialmente en el aspecto vocal, lo que resulta de fundamental importancia por las características poéticas del texto dramático. En la época del teatro postdramático, puede resultar reconfortante ser espectador de un clásico, en una puesta clásica que pone en primerísimo lugar la palabra, sobre todo cuando se trata de uno de los más grandes dramaturgos alemanes. 

 
 
www.holi-d.com.ar www.territorioteatral.org.ar / revista digital / publicación semestral
Departamento de Artes Dramáticas - IUNA / French 3614 / 1425 / Buenos Aires Argentina /
ISSN 1851 - 0361