Dramaturgia: Susana Torres Molina.
Elenco: Béla Arnau, Fiorella Cominetti, Pablo Di Croce, Emiliano Díaz, Silvia Dietrich, Gabi Saidón y Santiago Schefer.
Diseño de luces: Santiago Botet
Realización escenográfica: Eduardo Manfredi
Dirección: Susana Torres Molina
"El Camarín de las Musas"

La revisión del pasado resulta productiva cuando se convierte en objeto de polémica: sólo así se podrá hablar de memoria crítica. En la esfera del arte, cuando excede el propósito de documentar, aunque también puede ejercerlo, y a veces con mejor fortuna que el discurso histórico. Una de las diferencias con éste, es que el emisor no se siente forzado a practicar una suerte de pretensión de objetividad -como si esta fuera posible, en cualquier caso- sino que siempre habla desde sí, en tanto autor de la obra.

Susana Torres Molina asume el riesgo, plasmando escénicamente una suerte de tríptico espacial, cuya conexión consiste en los acontecimientos políticos de los años setenta en Argentina. Diversas facetas de una (¿misma?) época. Denomina a esos espacios, "Sunset", "Los Tilos" y "Loyola".

A poco de ponerse en marcha la acción escénica en cada uno de ellos, parece terminarse la voluntad unificadora de la voz autoral, y cada espacio cobra autonomía. En "Loyola", desde el presente se interpela el pasado, desde miradas divergentes: un joven, hijo de un militante desaparecido, entrevista a una escritora sobreviviente, con toda la carga del "testigo" que ya cumplió con el mandato, dar testimonio.  En "Los tilos", una pareja de militantes se debate entre dudas y certezas. En el tercer espacio, dos represores y una prisionera parecen esforzarse por disimular esta situación ignominiosa, escudándose en una falsa sociabilidad.

Torres Molina fue motivada por testimonios recientes -relatos de las causas reabiertas- que dan cuenta de niveles de perversión inimaginables. El teatro, ficcionalizando, les otorga un nuevo estatuto, el de la representación. Pero, mediante procedimientos que exponen este carácter ficcional, no pretende producir la ilusión escénica. Por el contrario, la simultaneidad de las situaciones, los cruces, las miradas, lo audible que traspasa las barreras inexistentes, incluyen a los espectadores.

De diversos modos, resultan implicados, para entender o discutir "esa extraña forma de pasión".