IUNA


La vida terrenal
Crédito María Sureda 2010 
 
 
 
 
 
 
 
 
número 6 | Octubre 2010
información y críticas
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La vida terrenal

por Ana Seoane (IUNA/UBA)

Dramaturgia: Santiago Loza

Dirección: Lisandro Rodríguez

Elenco: Verónica Hassan

Escenografía y vestuario: Mariana Tirantte

Iluminación y fotografía: Nora Lezano.

Asesoramiento corporal: Leticia Manzur.

"Elefante Club de Teatro"

El dramaturgo Santiago Loza propone con el unipersonal La vida terrenal seguir al realismo mágico, una corriente estética muy poco frecuente en los escenarios nacionales. Su extraña protagonista expone su propia historia vinculándose más con otros posibles mundos que con el terrenal del título. Salvo algunos espectáculos que llevaron la firma de Javier Daulte y Rafael Spregelburd muy pocos son los creadores argentinos que emprendieron este sendero que tiene tan brillantes escritores en nuestra Latinoamérica, desde Gabriel García Márquez hasta Isabel Allende.

Muchas veces se pensó que el "realismo mágico" era complejo de representar, pero tanto Loza, desde su escritura, como Lisandro Rodríguez, desde la dirección escénica, demuestran que no es así. La puesta en escena despojó el ámbito e imaginó un insólito espacio de representación: la reproducción de una pileta de natación. El único vestuario de la actriz será una malla de dicho deporte y este despojamiento será el signo de todo el espectáculo.

La historia, por momentos presentada como un biodrama, propone un relato, con rasgos de confesión, donde los mínimos movimientos son pautados, porque no surgen del resultado de la palabra dicha. Por el contrario, hay juegos de oposición, buscándose también de esta manera inquietar al espectador, presentándoles un pasado extraño, casi inasible.

La exigencia de Rodríguez como director de actores es muy grande, buscó que su única intérprete, Verónica Hassan, actúe la extrañeza, sin que este rasgo provoque distanciamiento en el público. Hassan de una impecable corporeidad, mezcla de maniquí y bailarina (con el asesoramiento corporal de Manzur) lo consigue desde el físico, pero su voz no logra encontrar el tono exacto para que ésta por momentos "máquina" sea totalmente perfecta.

La escenografía y el vestuario de Mariana Tirantte, como la iluminación de Nora Lezano respetan esta notable premisa de trasladar el extrañamiento al pequeño escenario del teatro "Elefante Club". No es frecuente encontrar en los escenarios porteños este tipo de teatralidad, una escritura imaginativa que se permite presentar vidas extrañas y un director que se aleja de los livings de la clase media, para ubicar a sus personajes en ámbitos despojados e insólitos. La vida terrenal abre puertas y se transforma en una ventana donde el aire libre permite múltiples interpretaciones muy alejadas del realismo imperante.  

 
 
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