IUNA


Crédito María Sábato 
 
 
 
 
 
 
 
 
número 6 | Octubre 2010
información y críticas
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Amar

por Mariana Toledo (IUNA)

Elenco: Edgardo Castro, Lorena Vega, Natalia López, Toni Ruiz, Federico Liss y Paula Manzone

Iluminación: Matías Sendón y Alejandro Catalán

Musicalización, diseño sonoro y operación: Bruno Luciani

Asesoramiento sonoro y musical (efecto mar): Sergio Catalán

Vestuario: Ana Press

Dirección: Alejandro Catalán

Sala: El Camarín de las Musas

En 1997 Alejandro Catalán inició un interesante entrecruce entre dramaturgia y actuación. El resultado llevó el título de Cercano Oriente (también conocido como La caja) y la creación la firmó junto a Luis Machín en el elenco y Omar Fantini, como director. Luego, en 1999 inició otra etapa, la de docente teatral, tras su experiencia con Ricardo Bartís, maestro y mentor de parte de su estilo. Pero fue con el espectáculo Foz (2003) donde Catalán asumió la dirección, transformándose en un hito de los escenarios independientes. Le continuaron otras propuestas que no alcanzaron aquella intensidad, pero ahora volvió a sorprender con su última creación: Amar.

Alejandro Catalán fijó su obsesión en el tema de la actuación, centralizándose en el rostro de sus actores, como la mayor síntesis de un escenario. Por eso no es casual que Amar sea iluminado - con diseño compartido entre Catalán y Matías Sendón - a través de varias linternas móviles, manipuladas por los propios protagonistas y centralizándose en esa parte del cuerpo humano. La luz se transforma en camino y el recurso da como resultado casi un planteo cinematográfico, donde las otras partes físicas se relativizan, pasando a un segundo plano. Esta experimentación exige una ubicación preferencial en los espectadores. Motiva a una estrecha cercanía entre acción dramática y el espacio del público.

Cada uno de los otros lenguajes escénicos, desde la mínima escenografía hasta la utilería o la incorporación de música en ciertos momentos aparecen casi manipulados, desnudos frente a los voyeurs / público. La gente accede a una total intimidad, donde la ficción puede hasta tocarse. Igual la cuarta pared está, es transparente pero nadie la corta, se diluye, pero nunca desaparece. El límite se ve, borroso, pero cercano. Los cuerpos de todos los intérpretes se desplazan, sin tensiones, casi flotan de un lado al otro, al ritmo de algunas músicas o permanecen quietos casi como congelados en el tiempo. 

Los actores de este elenco se entregan no sólo al desafío de la cercanía sino también a este juego de ser intérpretes y manipuladores, casi asistentes escénicos. Entre ellos se destaca Lorena Vega, con una intensa carrera también como directora y docente teatral. Ella le imprime a su personaje una notable credibilidad y lo transforma en inquietante, ya que el mal y el bien son dos caras muy bien reflejadas en su rostro. Paula Manzone y Edgardo Castro se acercan a su registro, al igual que Natalia López, Federico Liss y Toni Ruiz, pero en ellos se evidencia una menor  experiencia escénica.

Amar no es sólo una lección de investigación teatral, también se involucra en una temática difícil y compleja: la soledad en los tiempos del cólera. Todo su elenco camina por una misma generación, las diferencias no superan la década y esos treinta años palpitan miedos y frustraciones. Quedan muy claros los dos bandos: hombres versus mujeres. Ellos preocupados por lo material y ellas por temas tan inevitables como la finitud de la maternidad. El amor es sólo la excusa para desnudar miserias, puntos de vista y filosofías enfrentadas.


 
 
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