Nicolás Bourriaud. Radicante. Traducción de Michèle Guillemont. Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora. 2009. 223 pp.
por Liliana B. López (IUNA-UBA)
Luego
de Estética relacional y de Postproducción, Radicante,
de Nicolás Bourriaud, ya tiene lectores asegurados en nuestro
medio, ávido de conceptualizaciones y teorías sobre el arte contemporáneo. Por
efecto de la globalización, la renovación estética es constante y pluridimensional,
características que Bourriaud aprovecha para pensar y producir un discurso
inmediato sobre la misma. Ubicado en un lugar cultural central y hegemónico, no
deja de reflexionar e incluir la marginalidad, lo distante y lo distinto.
En
esta ocasión, las migraciones funcionan como disparador de sus observaciones
sobre las distintas formas artísticas, atravesadas por estos desplazamientos
constantes. Es así que retoma la figura deleuziana del rizoma, a la que
“interviene” conceptualmente, recuperando el sujeto como motor de ese flujo
que traza líneas de fuga.
Como
un “semionauta” (navegante entre signos), interpreta, interpela y cuestiona, en
una suerte de crítica de la “razón posmoderna”, y traza una divisoria entre
radicales (asociados a la figura del “árbol-raíz”) y radicantes. Los últimos
serán los objetos de su análisis, y de los que configurará rasgos descriptivos:
la precariedad estética, la forma errante, la forma-trayecto (donde dedica un
especial apartado sobre la topología), las transferencias, el colectivismo
artístico y la producción de recorridos.
Sin
temor a la creación de neologismos, lee y relee el arte del siglo XX y del XXI,
desecha teorías y pronósticos sobre el “fin del arte”, siempre relacionando el
arte con sus contextos económicos y políticos.
Sin
duda, constituye un estímulo polémico y creativo para la discusión del arte
contemporáneo, lo que no significa una adopción acrítica de los conceptos que
propone en sus publicaciones.