IUNA
 
número 5 | diciembre 2009
reseñas
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Bertol, Rody, Inversión, fracaso y sentido. Rosario, Centro experimental Rosario Imagina, 2009, 117 pág.

por Ana Cosentino (IUNA)

Director y docente teatral además de psicólogo, el autor penetra en el análisis del hecho teatral abordándolo desde una mirada multidisciplinaria. La obra es el resultado de un Seminario de tres clases, dictado en la Universidad de Rosario en abril de 2009.      

El autor incursiona en los múltiples aspectos de la configuración escénica analizada mediante los abordajes que ofrecen la literatura, la filosofía y el psicoanálisis, buscando sustentar teóricamente su campo de estudio. En esta línea investigativa, aparece la interrelación entre el interior del espacio escénico y la realidad exterior que se nutren recíprocamente. Presentada como una realidad evanescente, la creación teatral es vista como la relación entre un autor y un director que instauran una ficción que se diferencia de la realidad, generando su propia circunstancia. Al abordar el análisis pluridisciplinario de la puesta en escena el autor, establece los parámetros que la definen: la temporalidad, la resonancia, el efecto y el sentido que la misma tiene.

De acuerdo con la propuesta de organización del Seminario, la primera clase está destinada al planteo del valor de la temporalidad en la creación escénica. El autor se vale de una metáfora que le permite organizar su metodología. La misma consiste en evocar las circunstancias del juego infantil, visto como una forma de aproximación a la conformación de lo ficcional. En este sentido el juego es el punto de partida para lo que –en la dramaturgia- es el juego teatral, desde el momento que se considera a la fantasía como una actividad psíquica que se manifiesta tanto en el quehacer cotidiano del individuo como en el proceso creativo del artista.

       En el  análisis del papel que juega la ficción en la creación teatral, toma como punto de partida la obra de Juan José Saer, El concepto de ficción (2004, Buenos Aires, Seix Barral). De acuerdo con este autor la ficción “transforma lo existente en imaginario y lo imaginario en existente”, concepto troncal en el planteo de Rody Bertol. Su conclusión al respecto consiste en establecer de qué manera la ficción construye una realidad a través de relatos sociales y que, desde la perspectiva del teatro, se puede pensar la ficción no como un elemento antagónico a dicha realidad, sino como una instancia de vinculación con aquélla. El teatro resulta de la interrelación de una realidad social y la interpretación de la misma realizada por el autor y el director responsables de su materialización escénica. De este modo las experiencias de éstos –reflejadas incuestionablemente en su forma interpretativa- se erigen como nuevas realidades en el complejo entramado social. “El arte no reproduce lo visible sino que lo confirma”  (Paul Klee), el sujeto necesita la ficción para constituirse plenamente como tal.

La escena teatral, siendo inverificable, abre paso al infinito de las bifurcaciones y sentidos de un acto de la vida misma. El actor tiene un trabajo particular: tener que reconstruir a su manera, un mundo disperso.

A continuación el autor se pregunta acerca del sentido de la puesta en escena. Y lo indaga a partir de cuatro señales: el valor de la palabra y del silencio, de la gestualidad y de los elementos que generan diversos signos teatrales (iluminación, escenografía, vestuario, maquillaje…)

La temporalidad constituye un tema central de la teoría y la práctica del teatro y. la puesta en escena tendrá que hacerse cargo del espacio real e incorporarlo al ficcional. Tendrá que distinguir los dos tiempos, el que implica la duración efectiva de la obra, y el ficcional determinado por el contenido teatral. Hay además un tercer tiempo que podría llamarse psicológico, que es tiempo de la percepción y la transferencia del espectador. En la puesta en escena debe ser factible la identificación de estos tres tiempos que conviven en una misma unidad escénica.

La segunda clase tiene como objeto el estudio del “personaje”, concebido como una totalidad en la que se funden la realidad del actor con la situación ficcional impuesta por el hecho teatral. En esta parte de la obra, se advierte que el autor sigue los pasos propuestos por el método de Stanislavski en relación con la identificación que debe producirse entre el actor y su personaje para generar el fenómeno de la comunicación con el observador y la credibilidad de la actuación.

A partir de los elementos que proporciona la interrelación actor-personaje, Bertol utiliza diversos conceptos lacanianos para producir el espacio de análisis de la actuación vista desde el ángulo del actor y su capacidad de generar un significado dentro de los significantes de la puesta teatral: “ir del significante al significado es entender, ir del significado al significante es expresarse”.

En la última clase de la trilogía que compone el Seminario, el autor transita desde las dificultades que para la realización teatral implica el pertenecer a un medio provinciano, hasta el análisis de las tribulaciones de los héroes clásicos, como paradigma del sufrimiento al que todo hombre está sometido en su condición de tal.  La conclusión final de la obra, plagada de nutridas citas bibliográficas, consiste en una ambigua recomendación de no cejar en la elección de quienes han decidido consagrar su vida al teatro, pero sin olvidar que el camino es complejo y lleno de dificultades.

De este modo el libro de Rody Bertol oscila entre aspectos de la vida en la ciudad de Rosario y sus alumnos y un frondoso despliegue de erudición.

 
 
 
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ISSN 1851 - 0361