Memorias, medios de comunicación,
públicos y artistas. Materiales para una historia del Centro de Experimentación
Audiovisual del Instituto Di Tella.1
Memoria y reconstrucción
Los documentos con el que
trabaja el historiador requieren de ciertas consideraciones preliminares,
presupuestos metodológicos que atañen tanto a la especificidad material y
discursiva de los mismos: textos institucionales, artículos periodísticos,
imágenes, cintas de audio, etc.; como al propio trabajo de investigación:
(re)construcción, (des)montaje de la historia; (re)producción de sentido; y,
finalmente, a los archivos, en tanto dispositivos socio-culturales de gestión
del material documental, de las técnicas de conservación y clasificación y de
los intercambios discursivos entre el pasado y el presente.
El documento no es inocuo. Es el
resultado ante todo de un montaje, consciente o inconsciente, de la historia,
de la época, de la sociedad que lo ha producido, pero lo es también de las
épocas ulteriores. (…) El documento es monumento. Es el resultado del esfuerzo
cumplido por las sociedades históricas por imponer al futuro –queriendo o no
queriendo- aquella imagen dada de sí misma. (…) Corresponde al historiador no
hacerse el ingenuo2.
Se abre, entre la sociedad que ha
producido los documentos y las épocas ulteriores, una escena de
escritura/lectura como proceso histórico de significación, se despliega una memoria
narrativa que “(…) raramente es literal; se recuerda lo que interesa y
porque interesa, se recuerda el pasado por lo que aporta al presente. (…) En el
momento de recordar la experiencia real (…), emerge el “drama” con su comienzo,
medio, climax y desenlace, y con él emerge el significado de la experiencia.”3
Según señala De Marinis4, esta problemática no escapa a los estudios
teatrales, los cuales:
(…) están a menudo excesivamente
dominados por una especie de inconsciencia metodológica o bien, si se quiere,
por una metodología inconsciente, basada en una concepción ingenuamente realista
del hecho teatral (considerado como una entidad material existente en y para sí
misma) y en una especie de fetichismo del documento (visto, y utilizado, de
cualquier forma, como un “dato” natural, neutro objetivo). Y, si aquí es
sencillo denunciar un patrimonio positivista tardío, igualmente fácil es
reconocer la herencia de la otra matriz filosófica de la historiografía del
espectáculo, la idealista, en la tentación persistente de caer en
categorizaciones apriorísticas y abstractas5.
El presente trabajo abordará algunos
aspectos del trabajo con material documental para la reconstrucción de la
historia del Centro de Experimentación Audiovisual del Instituto Torcuato Di
Tella (ITDT); los mismos son: las Memorias de la institución, artículos
periodísticos y estudios de recepción y producción, en diálogo complementario
con otros materiales documentales que nos permitan, a su vez, completar los
vacíos y las omisiones, corroborar y reformular hipótesis, abrir nuevos
interrogantes.
Memorias del CEA
En las Memorias6 del ITDT de 1960-1962 la
institución da cuenta de sus actividades desde su fundación en 1958 mencionando
algunos espectáculos audiovisuales7 serán
recogidos el CEA como antecedentes de su programa artístico. Las palabras
inaugurales del Vicepresidente y el Director del ITDT en aquellas Memorias de
comienzos de la década del `60, manifiestan los puntales de su labor en el
campo de las ciencias y las artes, así como su visión de argentina y
latinoamericana:
La ciencia y el arte, la
investigación y la creación, son las actividades humanas a las que el Instituto
dedica sus esfuerzos, de acuerdo a la orientación fijada por sus estatutos.
Consideramos que en la actual etapa del desarrollo argentino y latinoamericano,
la necesidad de impulsar estas actividades es urgente. Es imperioso conocer la
naturaleza de nuestros problemas y pensar auténticas soluciones a los mismos.
(…) Una de las intenciones de los que participamos en esta empresa es que el
Instituto sea una entidad nueva en el País. Nueva no por su poca antigüedad,
sino por la forma en que está organizada, el espíritu que la anima y la manera
de encarar los problemas. Deseamos una institución ágil, que no sea afectada
por los vaivenes de las crisis políticas, desprejuiciada, objetiva y alerta. (…)
Queremos que se pueda trabajar eficientemente en equipo, pero que el equipo
parta del respeto a la persona y no de su neutralización. En una palabra,
convivencia, y no simplemente coexistencia.
Estos dos años y medio han sido un
intento de lo que acabamos de exponer. Nos toca a nosotros presentarlo y no
juzgarlo, esto último le corresponde al lector.
En 1963 el Di Tella abre el edificio
de la calle Florida 936 donde se alojaron los Centros de Arte, otros
Departamentos y las Oficinas Centrales. En las Memorias de ese año se
hace mención al CEA: “A fines de año se creó el Centro de las Artes de
Expresión Audiovisual. Este nuevo Centro va a dedicar sus esfuerzos al trabajo
experimental creativo de los medios que utilizan la palabra y otros materiales
sonoros en conjunción con la imagen visual. El Instituto espera, de esta
manera, dar un mayor impulso al trabajo que ya se venía realizando en este
campo”. Como puede observarse, el Centro en cuestión tiene un nombre inicial
que cambia al año siguiente por el conocido Centro de Experimentación
Audiovisual. Roberto Villanueva, director del Centro, asienta su programa sobre
un tipo de trabajo experimental que en las Memorias de 1965 explica de la
siguiente manera:
Experimentación:
La realización de objetos de prueba,
es imprescindible para cumplir este trabajo. Por eso hacemos espectáculos
experimentales. Estos no intentan demostrar algo. Solamente plantean preguntas.
En algunos casos, nuevas. Estos trabajos no niegan las obras del pasado o las
convenciones del presente. Al contrario, pensamos que constituyen vías de
comunicación con ellas.
Centro:
Buscamos que converjan, que se
representen en la
Sala, las
varias tendencias o caminos seguidos actualmente en esta experimentación.
Distintos grupos y personas son invitados para que puedan trabajar con las
posibilidades que les dan los recursos técnicos y humanos de la Sala.
Se les da la oportunidad a los
creadores jóvenes de vanguardia, que de otra manera no podrían realizar sus
espectáculos de laboratorio. Se intenta así contribuir a destruir la sensación
de impotencia y frustración que perjudica su disponibilidad creadora.
Desde el Centro se tiende a realizar
un trabajo hacia el futuro.
La iniciativa del CEA propone un
trabajo experimental que contempla un particular estatuto del espectáculo u
obra de arte: el de prueba y no el de resultado, el de documento provisorio de
un trabajo de búsqueda, abierto, a su vez, a la mirada futura:
Documentos de trabajo:
Los documentos son los espectáculos
hechos en la
Sala de Experimentación.
No son documentos definitivos, de archivo, ni puede extraerse aún una teoría de
ellos. Son la documentación de una actitud de búsqueda y no el documento u obra
resultante de una búsqueda ya acabada. La viva aventura del hombre por los límites,
continúa. Toda construcción, en esas fronteras, debe ser provisoria para poder
conservarse disponible.
Lo que interesa es la actitud.
Porque aquí, como siempre, lo que interesa es el hombre. Pero esas frágiles
construcciones del hombre en exploración, son los puntos de referencia para los
continuados viajes de ida y vuelta. Son de necesidad vital. Y son, tal vez, los
monumentos que el tiempo reconocerá. Pero eso no lo sabemos nosotros. (Memorias
ITDT, CEA, 1965)
Desde sus Memorias el
Instituto Di Tella se propone como una novedad dentro del campo cultural de su
época y proyecta, desde el CEA, su trabaja hacia el futuro. Este último no
apuesta a resultados inmediatos sino que realiza objetos de prueba, dando una
oportunidad a los creadores jóvenes de vanguardia que, según la propia
institución, no tiene cabida en otros espacios artístico. Las Memorias
construyen, finalmente, una historia institucional para un otro (el
lector, el tiempo futuro) encargado de juzgarla.
Volviendo a las consideraciones
desarrolladas más arriba, las Memorias abren un diálogo con las épocas
ulteriores, una escena de escritura/lectura como proceso histórico de
significación. Como efecto de esa memoria narrativa, la institución
selecciona y organiza aquellos datos que considera relevantes. En el caso del
CEA nos encontramos año tras año con una lista de espectáculos y audiovisuales
realizados, de los que se indica mayormente los nombres del director y/o autor
de los mismos (no se sigue un único criterio de consignación de estos datos).
Sin embargo, el trabajo experimental que privilegia los procesos sobre los
resultados de obras de arte de estatuto efímero (los espectáculos), vertebrador
de las propuestas del Centro, no encuentra un correlato en las Memorias,
son documentos que carecen de soporte material (ya sean en forma de
fotografías y/o bocetos, cuadernos de dirección, etc.). Tal vez se deba a la
organización de las Memorias a nivel institucional (ya que cada una de ellas
tenía un balance de la actividad de todos los Centros, incluyendo los de
Ciencias Sociales); sea cual sea las razones de la sintética exposición de los
resultados de la labor del CEA, es necesario recurrir a otros materiales que
nos permitan analizar con mayor profundidad las actividad llevadas a cabo por
el Centro.
Artistas, públicos, espectáculos y
medios de comunicación
En lo que respecta a nuestro propio
trabajo de investigación y siguiendo los lineamientos propuestos por De Marinis8, partimos de las siguientes premisas:
a-
considerar,
para una historia del CEA, no solo a sus productos, los espectáculos, en tanto
productos cerrados, terminados y aislados de otros fenómenos culturales, sino
también la relación de estos con el contexto cultural.
b-
en la
medida que el contexto cultural es un contexto de comunicación, es necesario
considerar, a su vez, al espectáculo como hecho estético y semiótico en
relación a sus instancias de producción y recepción.
Para un trabajo de estas
características pondremos a dialogar documentos de diferente procedencia,
algunos de los cuales giran en torno a dos espectáculos realizados en el CEA y
otros que si bien no están relacionados directamente con los espectáculos nos
ofrecen elementos complementarios para el trabajo de reconstrucción.
En primer lugar, dos trabajos
sociológicos realizados por Marta Slemenson y Germán Kratochwil sobre la
producción y la recepción del Instituto Di Tella. El primero de ellos, Sociología
del pop9,
fue publicado en forma de resumen en Primera Plana10; el segundo, El público,
receptor del mensaje artístico. (Encuesta realizada en el Instituto Di Tella),
es trabajo mecanografiado que se encuentra en el Archivo del ITDT de la Universidad Torcuato Di Tella. El trabajo sobre
la producción es un estudio sobre artistas plásticos que se vinculan, en muchos
casos, al Instituto Di Tella; para el estudio de recepción, toman una muestra
de público de dos espectáculos también considerados pop11: Juguemos en la bañadera12 (de Graciela Martínez) y Drácula
(de Alfredo de Rodríguez Arias), ambos realizados en el Di Tella en 1966.
En primer lugar, en ninguno de los
dos trabajos sociológicos se define la noción de pop; el primero de
ellos, sin embargo, publicado en Primera Plana, forma parte de un
extenso artículo con el título Pop, ¿una nueva manera de vivir?; que da
ciertos indicios sobre lo que circula en los medios de la época sobre el
término. El dicho artículo se pone como ejemplo de espectáculo pop a Drácula
y se citan definiciones de una publicación norteamericana sobre el término así
como la palabra autorizada de Marta Minujin13.
Con respecto a la inclusión del
estudio sobre los artistas plásticos en un trabajo historiográfico sobre artes
escénicas; en primer lugar, es considerado por los propios sociólogos como
trabajos complementarios de un proyecto que intenta analizar el circuito de
comunicación en la intencionalidad creadora, y que incluye a los artistas,
a la recepción, a obra, a los intermediarios y a la realimentación del
circuito en base a la respuesta dada por la recepción. En segundo lugar, el
análisis sobre la dinámica de un grupo de artistas plásticos vinculados a Di
Tella resulta coherente con las propias características de Instituto y sus
Centros de Artes, en el que muchos de los artistas circulan indistintamente por
los tres Centros realizando actividades en distintas disciplinas; es el caso
del grupo de Drácula, sobre el que John King señala:
Fue la primera intervención teatral
del grupo que se había iniciado en el arte “pop”. La obra reveló cierta
atención hacia la moda y las posibilidades visuales del teatro. Los pintores y
escultores que estaban empezando a crear producciones teatrales sentían una
inclinación natural por los medios visuales. La producción era deliberadamente
convencional y estilizada, y utilizaba el marco de cuadros de historieta para
presentar un retrato muy “camp” de Drácula. El espectáculo utilizaba muy
sabiamente los recursos del laboratorio de sonido. (…) Con tales producciones,
el potencial ofrecido por la presencia de tres centros de arte en el mismo
edificio podía explotarse en una intensa fusión de música, arte y teatro.
Drácula fue un gran éxito y eventualmente se presentó en Nueva York.14
Slemenson y Kratochwil dicen acerca
de la muestra estudiada:
Supuestos:
a- son individuos
extremadamente jóvenes.
b- carecen de una preparación
artística adecuada.
c- buscan sobre todo el
beneficio económico.
d- constituyen un movimiento
cerrado reducido a unos pocos “snobs”.
e- son individuos sin metas ni
creencias.
f-
suelen
ser promovidos artificialmente por críticos e instituciones.
g- son explotadores del
escándalo social
Conclusiones:
a- tiene un margen de edad que
va desde los 21
a los 46 años.
b- han cursado estudios
artísticos.
c- rechazan la influencia mutua
en la evolución de su obra; se agrupan por afinidades personales aceptan
extender su radio de relaciones.
d- la mayoría desea ejercer una
función formativa para crear en el público una mejor comprensión de mundo y de
las propias capacidades creadoras.
e- reconocen el interés de unos
pocos críticos e instituciones, pero consideran insuficiente esta ayuda.
f-
se quejan
de que gran parte del material que se les dedica se centra sobre el
sensacionalismo.
(Primera
Plana, nº 191, p. 78).
Con respecto al estudio sociológico
de la recepción, y siguiendo los lineamientos teóricos propuestos por De
Marinis15; en
primer lugar, y como su nombre lo indica, se trata de una encuesta sobre el
público a partir de cuestionaros escritos entregados antes de la función para
ser completados antes y después de la misma, con el objetivo de recoger datos
cuantitativos y también cualitativos del público y elaborar algunas
aproximaciones sobre sus gustos y preferencias. En segundo lugar, el trabajo,
de 1967, utiliza la noción de público (entidad sociológica homogénea y
abstracta), en vez de la de espectador (noción antropológica compleja determinada
no sólo por factores socio-económicos, sino también por factores psicológicos,
culturales, inclusive biológicos). Aísla uno de los polos de la relación
teatral (el espectador), sin considerar la interacción significativa en la
cual, los valores cognitivos, intelectuales y afectivos no son impuestos de
manera unilateral de un polo al otro (del espectáculo al espectador), sino que
son producidos por ambos en conjunto; aunque a partir de las premisas
planteadas más arriba acerca de la realimentación del circuito comunicacional,
el trabajo acerca de la interacción de la relación teatral se lleve a cabo en
un trabajo posterior. El estudio en cuestión se centra en lo resultados de acto
receptivo, es decir, en la comprensión que el espectador construye del espectáculo,
privilegiando las operaciones racionales sobre las emocionales. En lo que
respecta a los presupuestos que funcionan como determinantes del acto
receptivo, se tuvieron en cuenta los factores socio-culturales y ciertas pautas
de comunicación (clase social, grupos etarios y de género, nivel de estudios,
intereses políticos, asistencia a partir de la recomendación de boca en boca
y/o medios de comunicación). A modo de síntesis, el estudio dice:
-
Los
datos utilizados, aún en esbozo, parecen delimitar con bastante claridad al
público asistente al IDT.
-
Es un
público que oscila entre los 18 y los 40 años, con un nivel de educación
elevado, a menudo universitario; que se autoidentifica como clase media alta y
que tiene a ideologías de centro ligeramente proclives a la izquierda. Asiste a
distintos tipos de espectáculos, que sus amigos y ciertos medios de
comunicación de masas indican como “buenos”, y parecen interesarse por
distintos aspectos de la vida cultural.
Todo lo dicho parece clasificarlo como
un público estrictamente de “elite”, y no hay duda de que en cierto sentido lo
es. Y sin embargo, hay aspectos que no coinciden con este marco general: es
demasiado “mayor” para ser realmente “innovador”, muestra algunas
características de “snobismo” intelectual (tales como afirmar que asisten a
“muchos, varios, todos” los espectáculos “pop”; y ser incapaz al mismo tiempo
de identificar aquellos a los que asistió porque “no recuerda”).
Parece aplaudir y sostener los
principios de experimentación e innovación que pregona el IDT, pero al mismo
tiempo parece carecer de argumentos racionales para sostener sus juicios
críticos que presentan una gran superficialidad.
Pero en la medida en que es un
público “potencialmente” en aumento, desde que practica una vida social activa
y se relaciona en formas diversas con otra gente, cabe insistir sobre la
necesidad de conocerlo mejor para realizar una política educacional integral y
coherente que permita expandirlo al máximo.
Como puede observase, los grupos de
producción y de recepción tiene algunos puntos de encuentro en lo que se
refiere a la composición etaria, nivel de estudios y comportamientos
(caracterizados como snobs). Una lectura interrelacionada de uno y otro
trabajo permite observar ciertas problemáticas complementarias entre las
instancias de producción y recepción: la primera, relacionada con saberes que
permitan una mejor compresión y con un saber-hacer que permita una adecuada
argumentación acerca de los juicios críticos por parte del público; sobre los
cuales, a su vez, los artistas desean ejercen una función formativa. La
segunda, relacionada con la primera, implica la mediación de un tercero, en la
figura de críticos e instituciones que presten una mayor ayuda a los artistas y
realice, a su vez, una política educacional integral y coherente que permita
expandir el público al máximo.
Además de la Biblioteca16, entre 1966 y 1967 el Instituto Di Tella
inaugura un Departamento de Adherentes a los Centros de Arte, una Audición
radial y un Departamento de información sobre becas, todas actividades que
podemos considerar como parte de una política cultural complementaria a los
Centros de Artes.
Pero el caso de los medios de
comunicación resulta un fenómeno paradigmático en cuanto a los procesos de
(re)producción y difusión del conocimiento, la estructuración de la
experiencia, la conformación del imaginario y la comunidad, la construcción de
la identidad, la reelaboración de la memoria. Los medios en general constituyen
un importante laboratorio de observación en lo que concierne a los argumentos
públicos, los cuales tienden a producir hábitos y creencias, que constituyen
instituciones y cristalizan en tradiciones17.
En los años `60, el semanario Primera Plana, que citábamos más arriba,
representa el nuevo discurso periodístico de la década. Tomando el artículo de
Alvarado y Rocco-Cuzzi18 sobre
el semanario, podemos caracterizar el fenómeno sintéticamente:
a-
“(… )
fue un semanario publicado entre 1962 y 1969, que respondía al proyecto
político de un sector del ejército (los azules) que proponía al general Juan
Carlos Onganía como figura de recambio al gobierno civil. (…) el primer
director del semanario que ocupó el puesto hasta el año `64 fue Jacobo
Timerman y la financiación fundamentalmente corrió por cuenta de la empresa
IKA”.
b-
Eliseo
Verón19 lo
engloba dentro de la categoría de semanario de información burgués,
contraponiéndolo a los semanarios populares, cuya aparición es simétrica
al Time en Estados Unidos y otros semanarios de Europa.
c-
nuevo
público lector, modernización del público: Esta caracterización apunta, en
primer lugar, a la nueva situación socio-política del país, vinculada, a su
vez, al desarrollo del capitalismo industrial a nivel mundial durante esa
década. En segundo lugar, a un fenómeno de ampliación del público, con un poder
adquisitivo más holgado que fluctúa entre los ejecutivos de empresas
multinacionales y segmentos de la clase media intelectual.
d-
con
respecto al contexto socio-cultural, un fenómeno de internacionalización que
permite la incorporación de elementos provenientes del exterior y, a la vez, la
exportación de fenómenos latinoamericanos (como el boom de la
literatura). La nacionalización como marca complementaria de la anterior
encuentra en la preocupación por determinar cómo somos los argentinos, la
relectura del peronismo, el espaldarazo a la literatura nacional una amplia
repercusión en los contenidos del semanario.
e-
la
incorporación de los discursos de la psicología y la sociología, provenientes
de las nuevas carreras universitarias, resulta significativa en lo que respecta
a la transformación del discurso periodístico. La encuesta sociológica que
citábamos más arriba sería un ejemplo de ello.
En este marco a la vez
socio-cultural, político y mediático, las actividades del Instituto Di Tella
son frecuentemente registradas en Primera Plana, como representantes de
la modernización y la innovación del campo artístico de la época. En 196620 el semanario le dedica un artículo al CEA.
En el mismo se destacan las referencias a otros discursos consagrados del campo
teatral, así como la incorporación de la voz de Villanueva, como director del
Centro. El artículo comienza de la siguiente manera:
“Antes de venir –ironizó Eugéne
Ionesco durante un congreso de escritores de vanguardia, realizado en 1958-
tuve la preocupación de informarme sobre qué era la vanguardia. Abrí mi
Larousse, y leí: Dícese de las fuerzas de avanzada en las tropas de aire,
mar o tierra”. Por supuesto, esa metáfora estaba lejos de ser una broma: el
patetismo y la grandeza de las vanguardias ha consistido siempre en el tránsito
por territorios prohibidos, allí donde son las víctimas propiciatorias de la
crítica y las revulsivas de la tranquilidad pública.
Por un lado, la cita de
Ionesco define la noción de vanguardia con una terminología militar; por otro
lado, el semanario hace alusión a la vanguardia en términos del pathos
trágico, donde lo patético21 es un
modo de recepción del espectáculo que provoca la compasión, en tanto el héroe
es abandonado a su suerte sin ninguna defensa frente a un destino funesto
(necesario y fatal), pero libremente provocado y aceptado por él. La
vanguardia, en tanto fuerza de avanzada suele ser la primera en morir en
el campo de batalla cultural, provocando el sentimiento de compasión por
su acto de grandeza.
En los últimos años, Buenos Aires se
ha enfrentado con esa paradoja que supone una actitud ante las vanguardias, de
una manera si se quiere institucionaliza, que desconocía la década anterior: el
centro de ese fenómeno –en el terreno de la plástica, el espectáculo y, de
alguna manera, la música- ha sido el Instituto Torcuato Di Tella, una entidad
fundada a mediados de 1958 para honrar la memoria del creador del poderoso
complejo industrial que lleva ese nombre. (…) el vértice de atracción del Di
Tella parece haberse desplazado hacia el Centro de Experimentación Audiovisual,
cuyo director, Roberto Villanueva (un calmoso cordobés de 36 años) es uno de
los más lúcidos sostenedores de la vanguardia que puedan encontrase en el
enmarañado ambiente artístico porteño.
(…) “Sin embargo –arriesga el cauto
Villanueva-, no siempre se comprende la actitud con la que planificamos esta
acción: partiendo de un mínimo de calidad aceptable, no nos interesa juzgar a
los espectáculos por sus resultados sino por las nuevas puertas que abre a la
investigación. Entendemos que esa es la función de un Centro Experimental”.
Lentamente, esa actitud ha ido prosperando hacia la captación de un público22.
Con respecto a lo que señala
Villanueva acerca de la actitud del CEA y la incomprensión de la misma,
entendemos que este programa experimental es clave a la hora de comprender la
recepción que tuvieron los espectáculos no sólo en los medios de comunicación
sino también en el campo intelectual en su conjunto. Ernesto Schoó que fue
periodista de espectáculos de Primera Plana dice: “(...) como en toda
cosa tipo Di Tella, había de todo: bueno y malo. El solo hecho de saber que era
experimental te da una idea de lo que era. Pero fijate que yo pienso que
nosotros por educación pensamos que una cosa debe estar perfectamente terminada
y responder a un modelo determinado.”23
Con respecto al discurso
periodístico, podemos observar estrategias narrativas por medio de las cuales
se configura una historia con sus protagonistas y antagonistas, sus acciones y
conflictos; y con ella emerge el significado de la experiencia social como
fenómeno cultural. La historia de la vanguardia porteña de esos años es, según
el artículo, la historia de un cordobés lúcido, calmoso y cauto que, con
el respaldo de una entidad fundada para honrar la memoria del creador de un
poderoso complejo industrial cambiar las reglas del juego de un enmarañado
ambiente artístico porteño y logra, lentamente, captar un público.
El artículo cierra con una nueva cita legitimante de un pronóstico auspicioso
con respecto a la “vapuleada vanguardia porteña”: Otra puerta sobre el proceso
que “viene ocurriendo –diría Jarry-, ocurrirá, y no hay motivo para suponer que
deje de ocurrir”24
Retomando algunas de los
presupuestos que hacíamos referencia más arriba, los medios de comunicación, en
tanto formadores de opinión pública, resultan el intermediario, por excelencia,
de la relación artistas-espectadores, como formadores de hábitos de consumo,
gustos y preferencias resultan un fenómeno paradigmático en cuanto a los
procesos de (re)producción y difusión del conocimiento, la estructuración de la
experiencia, la conformación del imaginario y la comunidad, la construcción de
la identidad, la reelaboración de la memoria. Los artículos de los medios de
comunicación sobre los fenómenos artísticos de su tiempo resultan un material
documental fundamental a la hora de realizar un trabajo historiográfico como el
que anima este texto.
El cierre de los Centros de Artes
Las Memorias del Instituto Di
Tella de 1960-1968 se ofrecen a la difusión pública en entregas anuales o
bianuales de sus actividades y balances financieros, las mismas están impresas
en papeles de color, algunas fotografías y diseñadas por el propio Departamento
de Diseño Gráfico. En cambio, las Memorias 1970-197225, son una reseña mecanografiada, de
circulación, al parecer, interna, donde se da cuenta del contexto
socio-político de esos primeros años de la década del ´70, los problemas
económico-financieros de los años del ITDT en los 1969-70 y el cierre de los
Centros de Arte:
El desarrollo de las artes y de las
ciencias, difícil en general, tiene en nuestro país problemas particulares,
originados en los mudantes humores políticos y en los distintos climas de
convivencia social y tolerancia para con el prójimo.
(…)
Esperamos que el futuro político del
país, aparentemente más estable, y de clima de franca convivencia en que se
vive26,
insólito para nuestros recuerdos, permita al Instituto, a las ciencias en
general y a las sociales en particular, fructificar como corresponde,
contribuyendo de una manera más efectiva a todo el esfuerzo nacional.
(…)
En algún otro momento se hará una
reseña de la contribución que el Instituto Di Tella realizó al arte
contemporáneo, pero para expresar en muy breves palabras lo que significó ese
Programa se puede decir simplemente lo que toda la prensa y la crítica
recogieron. Con sus aspectos positivos y negativos el experimento Di Tella fue
original y trascendente. Las expresiones artísticas surgidas en el Di Tella
fueron un instrumento de avanzada y tuvieron una influencia preponderante en la
evolución del arte contemporáneo en la Argentina en la década de 1960.
Testimonios de esa labor han quedado registrados y son ampliamente conocidos.
Para concluir queremos señalar, sin embargo, que ese esfuerzo solitario que
realizó el Instituto Di Tella entre los años 60 y 70 no tuvo apoyo adicional,
ni oficial ni de otras fuentes privadas locales. Por ello sostuvimos en alguna
oportunidad: “Esfuerzos como los que realizó en Instituto, con toda la
importancia que pudieron tener, no pueden encararse en forma aislada ni
exclusivamente por organismos privados, los altos costos que requiere un
programa de arte relevante a un nivel respetable, demanda un apoyo sustancial del
Estado. Por ello debe ser un objetivo de política cultural de éste el promover
por sí mismo, o apoyar programas de otras instituciones en experimentación
artística”.
Enrique Oteiza, que había sido
director del Instituto Di Tella desde su fundación, tiene su propia versión
acerca de su renuncia27 frente
al cierre de los Centros de Artes:
Como director del Instituto
mi posición era la de mantener la independencia y rechazar las presiones del
régimen de Onganía, continuar con un programa más reducido de arte
contemporáneo e investigación en ciencias sociales, y proseguir las gestiones
que ya estaban dando resultado, para obtener apoyo de otras fuentes. Esto
último incluía la idea de movilizar a los adherentes y al público de Florida,
lo cual sin duda requería tiempo.
Siempre consideré muy
importante que si la dictadura de Onganía quería cerrar los centros de Florida,
lo hiciera como lo hizo Hitler con el Bauhaus, o el propio régimen militar con
la intervención a la Universidad de Buenos Aires. Cuando el directorio del Instituto cedió a las
presiones y cerró el programa de arte contemporáneo, consideré la decisión
gravemente errada –en lo sustantivo, académico y artístico, así como en lo
político- por lo que presenté mi renuncia como director. 28
En las Memorias de 1965,
Villanueva señala acerca de la época:
En un mundo complejísimo en
trance de cambio total, en un mundo de acontecimientos paralelos y relativos,
en un mundo no-euclidiano y no- cartesiano, en un mundo al mismo tiempo
adormilado por saturación ante el exceso de informaciones, reclamos,
estimulantes y tranquilizantes, en el que aconteceres, pasiones y palabras
significan poco, son necesarias nuevas herramientas de representación.
Simplemente porque hay nuevas realidades y nuevas relaciones entre cosas que
representar. Y nuevas posibilidades de hacerlo.
El comienzo de la década del `70
abre en la
Argentina y en
el resto del mundo un ciclo de redefiniciones acerca de la representación de
esas nuevas realidades, la trama social, cultural, política e institucional
implicada, en parte, en las Memorias 1960-1962 configura, también, la
red de elementos que cierran el ciclo de los Centros de Arte del Di Tella
constituyéndose en un signo de esos tiempos.
A modo de conclusión: breves notas
sobre el trabajo historiográfico
En la reedición del texto de King,
el autor señala que durante los años de su investigación (1978-1980), el
Instituto tenía, además de la biblioteca, todos los registros del Di Tella: la
correspondencia, los catálogos, los recortes de prensa, “todo estaba disponible
en una miríada, si bien no clasificada, de cajas de cartón”. Pero que, según un
artículo publicado en Ñ Revista de cultura29,
estos archivos fueron sacados de circulación por más de una década y recién a
mediados de los años 90 una investigadora argentina los descubre aunque
necesitó un tiempo considerable y petitorios formales para su consulta30. Como señalábamos más arriba, parte del
material documental se encuentra en la Universidad Torcuato Di Tella, el Archivo está
en proceso de digitalización, aunque una parte de mismo aún continúa en las
cajas de cartón a las que hace referencia King y el acceso al mismo es por
medio de un pedido de consulta.
Tanto la reedición del libro de King
y de otros materiales documentales del arte de la década del ´6031, como la clasificación de archivo del
ITDT, treinta años después de su cierre, por medio de un trabajo de
digitalización, son indicios de un fenómeno de revisión historiográfico sobre
la década, pero sobre todo de selección y organización de los objetos de
estudio de la propia disciplina historiográfica.
En este trabajo hemos intentado,
como señalábamos más arriba, abordará algunos materiales documentales para un
trabajo historiográfico sobre CEA; aún siendo un trabajo parcial, la puesta en
escena de las diferentes voces, con sus diferentes estilos y puntos de vista, a
partir de un cruce en extenso de las mismas, posibilitó observar el
funcionamiento de la memoria social no como:
(…) un depósito de mensajes
que se apilan y se guardan invariantes, sino un mecanismo de regeneración de la
misma; los símbolos portan información de los contextos y los sistemas
semióticos, que para actualizarse requiere algún contexto en el que se inserten
los símbolos, lo cual modifica su significado; la re-construcción de la
información se reproduce en el contexto de juego entre los lenguajes del pasado
y del presente32.
Este trabajo se ha propuesto
como espacio de reflexión y de puesta en diálogo del pasado y del presente,
intentando desplegar la escena de
escritura/lectura de material documental como proceso histórico de
significación.