Introducción
El trabajo se plantea una serie de interrogantes y
reflexiones acerca de las características y las condiciones dentro de las
cuales se viene desarrollando la investigación en nuestras universidades
nacionales, públicas y estatales; acerca de su impacto, estatuto y prestigio
relativos dentro del contexto del conjunto de las actividades universitarias. A
partir de esa perspectiva más amplia, se abordará ciertas cuestiones relativas
al devenir de la última década de la investigación en artes.
Investigación
universitaria desde la perspectiva más amplia
Según Roberto Follari,2 es una evidencia que la función
primordial de la Universidad, considerada desde el punto de vista de su
legitimación social, es la docencia y no la investigación. Reconociendo el
prestigio superior relativo de que goza la investigación frente a la docencia,
pues es con relación a la primera que se alcanzan los lauros y consagraciones
académicas y sociales y la posibilidad de acceder al desempeño en el nivel más
alto de formación (postgrado), la docencia, sin embargo, impacta e irradia
sobre un elevado número de alumnos y sobre casi la totalidad de los profesores
universitarios. Al respecto, cabría preguntarse ¿cuántas son las universidades
que cuentan con Institutos de Investigación cuyo personal no desempeña tareas
docentes?.
Desde otra perspectiva, cabría interrogarse sobre el
alcance y circulación que tienen la actividad y los resultados de investigación
y sobre el conocimiento efectivo que de ellas tienen los alumnos, docentes y
autoridades dentro de una determinada Unidad Académica.
Otra cuestión concierne al impacto producido en la
sociedad ante el cese o la interrupción, eventuales, de las actividades de
investigación universitaria. Es decir, ¿qué ocurre si una Universidad suspende
ese tipo de actividades?. ¿Cuál es la reacción de la población?. ¿Da lugar a
algún tipo de reclamos?. ¿Qué repercusión tiene ese hecho en los medios de
prensa?. Desde otro ángulo, la pregunta sería: ¿qué sucede ante la
circunstancia de la suspensión o cese de la docencia?. Ante la interrupción de
un servicio social público, como es el caso de la docencia, la reacción no se
hace esperar. Al respecto, conviene reparar en el impacto producido por medidas
de fuerza de gremios docentes que impidió la toma de exámenes en un momento
dado y la reacción estudiantil que esto produjo. Por lo demás, esta clase de
hechos permite advertir la prioridad otorgada a los intereses sectoriales por
sobre la unidad de objetivos, referencia ideológica ésta tantas veces
proclamada. Ante este tipo de acontecimientos, puede verificarse a veces una
notable presión de la prensa, haciéndose eco –aparentemente- del interés de
ciertos segmentos de la comunidad, lo que contribuye a la exposición y difusión
pública de los mismos.
Todo lo dicho no habla a favor de la investigación en
la universidad. Al respecto, conviene recordar –siguiendo a Follari-, que
existieron iniciativas tendientes decididamente a alejar la investigación de la
universidad. Así, durante la dictadura militar iniciada en 1976, se puso en
evidencia la intención de crear Centros Regionales del CONICET separados y
distantes de las universidades, gozando de condiciones privilegiadas (en
términos edilicios y presupuestarios) y situados en lugares lejanos sólo
accesibles en automóvil. Aliado a ello la idea de “seguridad nacional”, que
prescribía el recorte del universo discursivo de las ciencias sociales y dejar
de lado textos críticos, puede notarse las razones que hicieron posible la
suspensión de la investigación, en el ámbito que estamos considerando, a lo
largo de un lapso prolongado. El vértice más agudo es el caso de las
Humanidades y las Ciencias Sociales, con excepción de la práctica de todos
aquellos adherentes con las prescripciones entonces imperantes.
Al respecto, Follari rememora que un pensador como
Ortega y Gasset, en Misión de la Universidad, proponía que, dada la
importancia de la investigación “resultaba mejor no contaminarla con las
urgencias profesionalistas y las demandas de los estudiantes. De tal manera,
recomendaba dejarla de lado en la Universidad y dedicarse solamente a la
docencia y –en todo caso- al estudio sistemático.”3
Según
el mismo autor, a lo largo de su historia, la Universidad no ha tenido a la
investigación “como un aspecto decisivo de su funcionamiento.”4
La creación del CONICET habría agudizado aún ese estado de cosas. La dictadura
instalada en 1966 habría procurado una modernización, “pretendiendo
ligar ‘desarrollo y seguridad’ y subordinando las Universidades a estas
finalidades. La idea naufragó por el sesgo ideológico de la propuesta.”5
Hasta el día de hoy lo más recordado de ese nefasto período es, sin duda, la
así llamada “noche de los bastones largos”.
Con posterioridad, bajo la dictadura de Lanusse, “la
preocupación política llevó a promover un sinnúmero de nuevas Universidades, a
menudo sin personal idóneo suficiente.” Dentro del posterior gobierno
peronista, y durante la gestión de Taiana, las disputas ideológicas devinieron
un obstáculo para dar cumplimiento a “algunas iniciativas plausibles.”6
El sesgo profesionalista de nuestra Universidad “debe
ser asumido en toda su densidad como estructurante en relación con las
posibilidades que hoy tienen nuestras Universidades respecto de la
investigación (…) existe un déficit histórico (…) que mayoritariamente
resulta patente.”7
Otros problemas que advierte el mismo autor, se
refieren a cuestiones presupuestarias, y al Programa de Incentivos a
Docentes Investigadores, con un gran número de participantes y una notable
desproporción a favor de las categorías más bajas además de las dificultades en
sus métodos de evaluación. Además de las providencias que pudieran tomarse en
vista de un mejoramiento de tales condiciones, afirma Follari: “hemos de asumir
la necesidad de un lento proceso de constitución histórica de nuestra base de
investigadores, becarios y auxiliares que siendo mayor a la de la mayoría de
los países latinoamericanos está aún muy por debajo de umbrales
internacionalmente competitivos.”8
El Programa de Incentivos a Docentes Investigadores,
creado en 1993, tiene por finalidades: a)promover las actividades de
investigación de los docentes de las Universidades Nacionales, b)fomentar el
desarrollo de las capacidades de formación de recursos humanos. Su primera
reformulación se llevó a cabo en 1997, dando lugar a la aprobación de un nuevo
Manual de Procedimientos. Las modificaciones introducidas tendieron al
fortalecimiento de los logros obtenidos y a la profundización de las técnicas
de evaluación.
El planteo de la investigación aislada, puede
leerse en Augusto Pérez Lindo, Universidad, política y sociedad. Según
este autor, nuestro país ha contado con investigadores separados, independientes
–sea en CONICET o en las Universidades- no constituyéndose un “sistema”
coordinado de alcance nacional. No obstante ello, la investigación –según Pérez
Lindo- no ha nutrido a otros sectores diferentes de ella misma. Se trataría,
pues, de un impulso no aprovechado.
En el marco de sus observaciones, Pérez Lindo plantea
una “desconexión estructural” entre las diversos componentes sociales de
nuestro país.
Investigación
universitaria en artes
¿Qué
significa, qué finalidad cumple y qué alcances tiene la investigación en artes
en la universidad?
La
investigación en artes posibilita la construcción de conocimientos nuevos
abarcando un abanico muy amplio de posibilidades, definidas ellas tanto dentro
del marco de una determinada disciplina cuanto en el cruce multi o
interdisciplinar. Tratase de un área no tradicional de la investigación
universitaria, salvo honrosas excepciones, que experimentó un crecimiento
evidente desde 1993 con la implantación del Programa de Incentivos a
Docentes Investigadores, dependiente de la Secretaría de Políticas
Universitarias. Ahora bien, teniendo en cuenta el advenimiento de la figura del
docente-investigador -que propició el citado Programa-, cabría
reflexionar acerca de por qué puede resultar significativo el vínculo entre
docencia e investigación en la universidad.
La significación de este vínculo resulta de considerar la
actividad académica universitaria sustentada sobre los siguientes ejes:
a)transmisión de conocimientos; b)producción de conocimientos; c)transferencia
de conocimientos de producción propia. Desde otra perspectiva, el desarrollo de
la investigación, en el ámbito de la universidad, se puede considerar como una
de las condiciones básicas para garantizar la calidad educativa. Por tratarse
de un área no tradicional de investigación, las faltas de conocimientos van
desde todo lo que concierne al relevamiento documental hasta el estudio,
análisis y examen críticos respecto de un sinnúmero de cuestiones.
Retomando
las condiciones impuestas en el marco del Programa ya citado, puede constatarse
que el mismo hizo posible que la investigación en disciplinas artísticas se
integrara a un sistema nacional de investigación. A esta posibilidad, de
integración a un sistema generalizado de investigación universitaria, la acompañó
un conjunto de escollos y dificultades, entre ellas:
a) las
pautas de evaluación homologadas que, en el comienzo, no tuvieron en cuenta
ciertos rasgos y propiedades específicas derivadas de la formación, el
ejercicio profesional de la práctica y de la producción artísticas y aspectos
ligados a los supuestos epistemológicos y metodológicos propios de la
investigación en esta área.
b) la
calificación de los docentes-investigadores, una vez más, regida por criterios
que, si bien podían ser pertinentes en otras áreas, escasamente contemplaba la
realidad y la circunstancia del desarrollo en que se hallaban los
docentes-investigadores en artes, área que recién en la última década ha visto
florecer la formación de postgrado basada en orientaciones más o menos
específicas. Conviene reparar acerca del advenimiento reciente de la formación
superior universitaria en el área que estamos considerando, la cual no se halla
sin relación con las condiciones establecidas por la Ley de Educación Superior,
sancionada en los años noventa. Por otra parte, y en el marco más general, la
evaluación de las universidades, y dentro de ella la evaluación de la
investigación, deriva también de la misma normativa.
Debe reconocerse, pues, la carencia de formación para la
investigación y, en consecuencia, la falta de tradición de investigación, como
dos factores de primer orden concurrentes en el momento de la inclusión de esta
área al ya mencionado Programa. El reconocimiento de estas condiciones permite
comprender, aunque más no sea parcialmente, algunas de las razones por las
cuales dicha inserción no pudiera darse más que a partir de la asunción de
costos varios y de índole muy diversa.
No obstante ello, no puede desconocerse la adquisición de
ciertos logros relativos merced a la acción ejercida por el sector. Así, en
cuanto a la clasificación por áreas de los docentes, Artes aparece
actualmente como un área de conocimiento autónomo e independiente.9
Del mismo modo, en lo que atañe al volcado de antecedentes en investigación, se
reconoce investigación científica o artística o desarrollo tecnológico
acreditado; otro tanto puede señalarse respecto de la actividad
profesional: así, producción artística cuenta con un ítem independiente,
pudiéndose incluir allí producciones originales correspondientes a los
diferentes dominios artísticos en cuanto a presentación pública, grabación,
edición y publicación, y premios.
Otras
iniciativas plausibles, autónomas y fuera de un sistema nacional de
investigación, tendientes a la promoción de tales actividades pueden citarse.10
Así, el Instituto Universitario Nacional del Arte, conforme el Acuerdo sobre
Programas y Proyectos de Investigación, IUNA, correspondiente al año 2001,
hizo efectivo un llamado para la presentación de Proyectos de investigación por
equipos. Por su parte, las autoridades del Departamento de Artes del
Movimiento, del citado Instituto, instrumentaron –por primera vez- una
convocatoria a fin de propiciar el desarrollo de actividades de investigación
en el seno de la propia Unidad Académica a fines del año 2005. Recientemente,
la Facultad de Filosofía y Letras -la cual alberga un Departamento de Artes-,
de la Universidad Nacional de Buenos Aires, procedió a realizar una Convocatoria de Reconocimiento Institucional de Equipos de
Investigación para el Programa de Reconocimiento Institucional de
Equipos de Investigación. Dicho programa procura promover la investigación en
la Facultad y contribuir con la divulgación de todas las investigaciones no
incluidas en programas dependientes de organismos científicos reconocidos por
la UBA.
Una mirada retrospectiva del conjunto de características y
condiciones que venimos de discutir no permite afirmar que se cuenta ya con los
cimientos sólidos o un fervor ampliamente extendido en torno de las actividades
de investigación. Considerando la mejoría relativa que significa el hecho de
que muchos universitarios se hayan inclinado e incluido en este tipo de
actividades, puede decirse que el camino recién se inicia, tanto en lo que se
refiere a la actividad misma cuanto al sistema que la acoge, es de esperar que
el recorrido a transitar sea en beneficio de su perfeccionamiento mutuo.
Bibliografía
Roberto
Follari, Aspectos Teóricos y Metodológicos sobre evaluación de la función
investigación en las universidades, Internet, octubre de 1998
Augusto
Pérez Lindo, Universidad, política y sociedad, Buenos Aires, Eudeba,
1986