El retorno de los dramaturgos rusos a la cartelera porteña.
Si se tomara el título
del trabajo como una afirmación, alguien podría contestar que los dramaturgos
rusos nunca abandonaron la cartelera teatral porteña. Lo cual es cierto pero
desde hace pocos años han vuelto a interesar a creadores que provenían del
ámbito independiente, como pueden ser considerados tanto Daniel Veronese como
Alejandro Tantanián y lo hicieron con la intención de investigar temas claves:
actuación, espacio y teatralidad.
Un poco de historia
Fue el crítico teatral
Antonio Rodríguez de Anca quien realizó en el año 1981 una interesante
investigación sobre los primeros estrenos de las obras de Chéjov. La primera
parece haber sido en 1944 una versión de Pedido de mano a cargo de Mané
Bernardo, hoy célebre titiritera.
Recién en 1953 se
estrena La gaviota, como subrayaba Anca, cincuenta y cinco años más
tarde de su presentación en Rusia, con dirección de Alberto Rodríguez Muñoz y
en el elenco figuraba como intérprete el actual director argentino/francés
Jorge Lavelli.
Se van sucediendo las
presentaciones de estos textos en los teatros independientes. Así en “La Máscara“se presentó Tío
Vania con puesta de Ricardo Passano. En 1960 el teatro IFT convoca al director
uruguayo Atahualpa del Cioppo, para que dirija a un elenco encabezado por Marta
Gam, Cipe Lincovsky y Jordana Fain. Apenas tres años más tarde Oscar Ferrigno
vuelve a Tío Vania en el Teatro Popular de Buenos Aires con Norma
Aleandro, María Cristina Laurenz y José María Gutiérrez.
Pero aunque tardíamente
llegan estos textos a Buenos Aires en estas últimas décadas se puede señalar
que siempre hay alguna obra de Anton Chejov en nuestros escenarios. Empezando
por el teatro General San Martín que cada dos años repone uno de ellos, con
grandes directores, así Armando Discépolo, Inda Ledesma, Augusto Fernandes,
Agustín Alezzo, Hugo Urquijo o más cercano en el tiempo Luciano Suardi.
La primera vez que se
presentó un Chéjov en teatro General San Martín fue en 1962 y llegó de la mano
de Armando Discépolo como director de Tres hermanas, en el elenco
estaban: Eva Dongé, María Luisa Robledo, Rodolfo Bebán y Fernando Labat.
Recién cuatro años más tarde se presentó con elenco oficial El jardín de
los cerezos con puesta en escena de Jorge Petraglia, con Delia Garcés,
Esteban Serrador, Susana Rinaldi e Ignacio Quirós.
Pero luego pasó mucho
más tiempo, se debió cambiar de década para que en 1978 se decidiera retornar a
El jardín de los cerezos con dirección, esta vez de Omar Grasso, quien
eligió entre sus intérpretes a Alicia Berdaxagar y Elena Tasisto. En 1987
vuelven las ya célebres Tres hermanas con dirección de Inda Ledesma y
las protagonistas fueron interpretadas por María Cristina Laurenz, Juana
Hidalgo y Paula Canals.
Extraña que recién en
1996 se presentara por primera vez en esa sala oficial La gaviota
dirigida por Augusto Fernandes e interpretada por Carola Reyna, Julio Chávez y
Jorge Marrale, encabezando un importante elenco. Apenas dos años más, 1998 vuelve
nuevamente otra de las piezas más clásicas: El jardín de los cerezos con
puesta de Agustín Alezzo con María Rosa Gallo, Roberto Carnaghi, Jorge
Petraglia y Osvaldo Bonet, entre otros.
En 2003, casi vivido
como un acontecimiento Hugo Urquijo asumió la dirección de un texto nunca antes
presentado en sala oficial: Platonov y su protagonista fue Jorge Suárez,
junto a Beatriz Spelzini, Carlos Portaluppi y como siempre lo reclama Chéjov
numeroso elenco. “Creo que lo esencial de su visión del mundo es el
sostenimiento de las utopías de la creencia en un mundo mejor, más justo y
equitativo, más cuidadoso de la naturaleza y sus reservas, un mundo en el que
el hombre pueda ser más feliz. La utopía sostenida en el horizonte, no en el
centro”, escribió Urquijo. 1
Hasta llegar a este año,
2008 con el retorno de Tres hermanas con dirección de Luciano Suardi,
con Stella Galazzi, Carolina Fal y Malena Solda.
También tuvo un pequeño
espacio en los escenarios estatales Fedor Dostoievski, con Las noches blancas
dirigida también por Hugo Urquijo en 1981, con Luisina Brando, Jorge Marrale,
Danilo Devizia y Marta Gam.
Otro visitante poco
habitual fue siempre Máximo Gorki, recién en1985 se presentó Los veraneantes
en el teatro General San Martín, pero hay que aclarar que estábamos en
democracia y que la palabra Rusia ya no era mal vista, ni perseguida. Aquella
puesta llevó el sello de Laura Yusem y entre sus actores se destacaron Lautaro
Murúa, Juana Hidalgo, Jorge Mayor, Margara Alonso, Aldo Braga, entre muchos otros.
Asombra la cantidad de
veces que se repuso, con distintas direcciones el texto de Tres hermanas
que si se hiciera una estadística, está seguida por El jardín de los cerezos.
Los puestistas de este ámbito oficial eligieron casi siempre el camino de la no
innovación, a excepción de aquella polémica puesta de Inda Ledesma que contó
con la colaboración del crítico Gerardo Fernández para realizar su versión.
Allí ella se paseaba por el escenario, al mejor estilo Kantor y su mirada sobre
el mundo militar adquirió una ferocidad que sorprendió a muchos.
También las salas independientes
como “Corrientes Azul” con Hugo Alvarez como dueño del espacio y director buscó
acercarle a los ciudadanos de su barrio (Chacarita) la atmósfera chejoviana y
eligió hace pocos años (2003) estrenar allí su versión de El jardín de los
cerezos, apoyado en la fuerte interpretación de la actriz Rita Terranova.
También el director y
maestro de actores, formado en Rumania, Raúl Serrano desde una sala alternativa
presentó su mirada sobre Tío Vania, en el año 2005 y para ese papel
protagónico eligió a uno de sus más destacados discípulos: Raúl Rizzo.
Preguntas y respuestas ¿por qué
reponer las obras de Chejov?
Esta interrogación se la
hacía el crítico Kive Staiff, pero ya con la responsabilidad de ser el Director
del Teatro General San Martín cuando en 1987 volvía a esos escenarios una nueva
versión de Tres hermanas. “Por su valores permanentes, por su
significación siempre renovada y actual, esos autores - se refería a
Shakespeare, Discépolo y Chejov- y sus obras se convierten en todo un programa
de trabajo comunitario. También en el camino creativo de hábitos culturales
capaces de acabar con la fatalidad argentina de lo nuevo y transitorio”
2.
En ese año, la actriz y
directora Inda Ledesma proponía otra mirada sobre Tres hermanas...
Comenzaba su análisis confesando: “Qué vitalidad la de Chéjov! (...)
Vitalidad para reír, vitalidad para llorar, para apasionarse o para pegarse un
tiro. (...) Tal como en nuestra realidad, en nuestra actualidad, la vida que
llevan los personajes es desgastante, cansadora (para usar una de las palabras
preferidas de Chéjov). Pero por eso mismo, nuestra expresividad corrientes es
muy rica y variada, contradictoriamente ´viva´, pasada de cuerda, chiflada,
como la visualiza Chéjov: locura pura” 3.
También el director
italiano Giorgio Strehler confesaba su incondicionalidad frente a Chéjov y
sustentaba la necesidad de volver escénicamente a sus climas y protagonistas.
“Toda gran obra maestra de inteligencia, de corazón humano, es eterna. La idea
de ´momentaneidad´ está superada por las grandes obras que representan los
puntos de referencia para el hombre.” Continuaba su análisis: “No creo en los
clásicos sino cumplen esta condición: que estén escritos hoy en día para el hoy
en día y para el mañana. Si no es así, no son clásicos, son obras más o menos
importantes, documentos más o menos relevantes de un ´momento´ de la historia
que ha pasado.” 4
Leer a un maestro: Peter Brook
En los últimos libros
publicados de Peter Brook son inevitables las referencias a Anton Chéjov. En
1987, aunque editado en español en 2001 Brook le dedica un capítulo al análisis
de El jardín de los cerezos. Subrayaba que la cualidad esencial del
dramaturgo ruso era la “precisión”. Agregando: “La propia escritura de
Chéjov es extremadamente concentrada; se vale de un mínimo de palabras; de
alguna manera es similar a Pinter o a Beckett. Como en el caso de ellos, la
construcción es lo que cuenta, el ritmo, la poética puramente teatral que surge
no de las palabras bellas sino de la palabra justa dicha en el momento
justo.”5
De manera magistral y
sólo como un gran director desnuda el alma esencial de un autor señalaba que
Chéjov “jamás sentimentaliza”, que a cada minuto se respira una “armonía entre
la vida y la muerte”. Pero también Brook hace referencia a aquella mítica pelea
entre los dos grandes creadores: Chéjov y Stanislavski. “Solía decir con
frecuencia que sus piezas eran comedias”, dice del primero y agrega: “Chéjov
detestaba el tono dramático, la plomífera lentitud impuesta por el director”
7
Y sin saberlo Brook
parece alcanzarnos una respuesta sobre el por qué del retorno de Chéjov a los
escenarios porteños. “...retrata individuos y una sociedad en perpetuo cambio;
es el dramaturgo del movimiento de la vida, al mismo tiempo risueño y serio,
divertido y amargo (...) dotó a su obra de una enorme noción de los relativo de
las cosas (...) de un punto de vista desde el cual lo trágico es siempre un poco
absurdo” 8 Con estas definiciones se nos hace más cercana la necesidad
de retornar a este universo plagado de tantos paralelismo con el mundo
nacional, donde la tragedia y lo absurdo de muchas situaciones vividas en
nuestro país parecen permanentemente jugarnos una mala pasada. Muchas veces se
habla del fracaso de los personajes de Chéjov y esto también vuelve a
emparentarnos con nosotros mismos.
Chejov por Chejov
Este año la revista del
teatro San Martín presentó por primera vez escritos de Anton Chéjov traducidos
directamente del ruso por Omar Lobos. Allí se descubre toda la sabiduría de
este autor/médico, sobre todo cuando le da indicaciones a su mujer/actriz (Olga
Knipper) quien ensayaba con Stanislavaski Tres hermanas, donde
interpretó el papel de Masha: “No pongas cara de triste ni en un solo acto. De
enojada sí, pero no de triste. Las personas que hace tiempo llevan en sí una
pena y se han acostumbrado a ella, sólo silban alguna cosa y a menudo se quedan
pensativas. De modo que tú quédate con frecuencia pensativa en la escena,
cuando están conversando”. 9
También un colega y
contemporáneo, Máximo Gorki busca pintarlo y definirlo: “Esto le sucedía a
menudo: estaba hablando en tono cálido, serio, sincero y de improviso se paraba
para reírse de sí mismo y de su discurso. Y en esta sonrisa suave y triste se
apreciaba el sutil escepticismo del hombre que conoce el precio de las
palabras, el precio de los sueños. En esa sonrisa se transparentaba, además,
una hermosa modestia, una sensible delicadeza...” 9
Volver al universo ruso para
experimentar
“El núcleo duro del
teatro resiste, pero sucesivamente, las grandes oleadas de escenificaciones lo
descubren de otra manera... -escribía George Banu evaluando la dramaturgia de
Chéjov - El acierto del teatro que confía en las obras proviene de esta
dialéctica sin fin que relanza lo mismo y lo diferente. Revelar lo desconocido
a partir de lo conocido: vocación de la lectura de los clásicos. Reto de los
directores de escena. Placer de los especialistas. Recompensa de los
espectadores”. 10
Esta parece haber sido
la intención de Daniel Veronese y Alejandro Tantanián. Ambos propusieron nuevas
lecturas sobre los autores rusos, el primero se centró en dos de los textos más
conocidos y emblemáticos de Chejov: Tres hermanas y Tío Vania,
así creó El hombre que se ahoga, versión libre de la primera obra citada
(2004) y Espía a una mujer que se mata sobre Tío Vania (2006).
Fue evidente que
Veronese quiso experimentar el espacio y las actuaciones, llevando al extremo
este último tema, ya que las hermanas fueron encarnadas por actores, mientras
que varios personajes masculinos fueron encarados por actrices. Con este
planteo de modificar sexualidades, demostró la universalidad de los conflictos.
Podría citarse como antecedente lo que había propuesto Lluis Pasqual en su
espectáculo basado en textos de García Lorca, Los caminos de Federico,
donde el célebre monólogo de Doña Rosita fue interpretado por Alfredo
Alcón.
Los que asistieron a
aquellas funciones difícilmente puedan olvidar el clima que se creaba la luz
natural que entraba por la claraboya de ese nuevo espacio escénico descubierto
por Veronese en “El Camarín de las Musas”. Su eje estaba centrado en la
experimentación de las interpretaciones y así como Stanislavski investigó con
Chejov, mal que le pesar al dramaturgo, Veronese encontró un notable
acercamiento y comunicación entre la propuesta de Rusia y los fracasos
argentinos.
Tantanián experimentó
notablemente con el espacio. Recordar Los mansos, su mirada sobre El
idiota de Dostoievski implica recordar no sólo aquel sugestivo piletón. Ese
supuesto inconveniente escénico se transformaba en tren, hasta misterioso
agujero que escondía los ataques epilépticos de su protagonista, sin dejar de
lado otras secuencias que podrían resultar violentas ante los ojos de los
espectadores. También era pantalla para reflejar al Cristo muerto de
Holben, imagen que también aparecía en otro espacio más alto, casi como una
obsesión plástica. Homenaje de Tantanián a Dostoievski quien había confesado la
fuerza inspiradora que había tenido aquel cuadro para su creación.
También incorporó la
extraña altura de un sobre escenario, allí los tres actores hacían bambolear
sus piernas, demostrando que todo ámbito podía ser habitado por la
representación. La luz se transformó en otro lenguaje tan intenso como la
música a la hora de reconstruir recuerdos de aquel memorable espectáculo, donde
los conflictos de aquellos personajes de fines del siglo XIX cobraron una densidad
teatral cercana e intensa.
Volvió a Dostoievski
este año con una nueva mirada sobre el último texto del narrador ruso: Los
hermanos Karamazov, de1879. Anunció y propuso un melodrama, con fuerte
contenido musical al que le sumó rasgos propios del distanciamiento brechtiano.
Convocó a varios de aquellos emblemáticos intérpretes de Los mansos y le
sumó otros notables actores. Nuevamente los trabajos actorales fueron
impecables, pero el uso del espacio no resultó tan innovador como el de la
propuesta pasada.
Tantanián también
declaró ser un sincero admirador de Chejov y retoma una comparación ya vista en
los textos de Peter Brook. “Fuera de discusión están su calidad poética y esa
extraordinaria manera de dejar hablar a los silencios, de tensar la cuerda del
lenguaje, casi dirá beckettianamente, para que produzca un efecto mucho más
poderoso que el de un monólogo plagado de palabras. (...) Su mirada siempre
está perdonando, entendiendo a unos personajes que en general forman parte de
la pequeña burguesía, o de una clase en ascenso... 11.
Dramaturgo ruso mirado por un
argentino y definido por un español
En el año 2004 Daniel
Veronese presenta Un hombre que se ahoga, su versión de Tres hermanas,
pero antes de iniciar sus giras por Europa un investigador español, Oscar
Cornago asiste al espectáculo y luego escribe sobre él: “La obra crece
sobre este tono de abierta falsedad, porque todo en este montaje es, en primer
lugar y antes que nada, teatro, fingimiento, engaño e interpretación, sin
embargo, a pesar de ello, contiene un enorme grado de verdad humana, de
desolación y desamparo”.12.
Tal vez haya una
explicación a tanta permanencia escénica desplegada a lo largo de los años y
que pudo trascender y vencer traducciones. Ya Meyerhold se había sentido
seducido por los textos de Chéjov cuando sólo era actor y se confesaba absoluto
e incondicional admirador de ese hombre que estaba revolucionando la escena con
sus silencios y con los fracasos de sus criaturas.
Máximo Gorki
Este año, dos directores
diferentes se han acercado a Máximo Gorki: Alfredo Zemma y Rubén Szuchmacher.
El primero reestrenó su mirada sobre Los bajos fondos, mientras que Szuchmacher
presentó una obra muy olvidada: Los hijos del sol.
Dos caminos diferentes
eligieron. Zemma buscó y encontró reproducir época y conflictos, recuperando el
espíritu de aquellos elencos de los independientes, sobre todo por la edad de
sus intérpretes y su gran vocación teatral. Logró jugar y aprovechar
magistralmente el pequeño espacio de su escenario “El Bufón”, en pleno Abasto.
Plagó de teatralidad los vértices, como también usó las distintas profundidades
que le permitió el ámbito. El vestuario, la escenografía y cada uno de los
elementos usados reproducían tiempos pasados, pero sin que este planteo
estético alejara a los espectadores de los conflictos centrales de la historia.
La universalidad de esta pobreza iluminada por Gorki estuvo siempre presente.
Impacta y conmueve a través de la puesta en escena ágil donde la verosimilitud
fue el eje elegido.
Diferente lo que hizo
Szuchmacher, quien buscó un texto totalmente olvidado, como Los hijos del
sol y lo revitalizó no sólo con una puesta en escena despojada sino con un
numeroso elenco de actores, de diferentes edades y con la misma línea formación
escénica. La energía interpretativa no condice con los años del texto, tampoco
buscó acercarlo por el vestuario que optó por sobriedad y más allá de algunas
mesas y sillas impacta visualmente el telón de fondo, brillante diseñado de
Jorge Ferrari que atraerá con sus entradas y salidas cada escena. El ritmo
intenso, rápido no permite que la atención del espectador decaiga y el humor
sutil de Gorki se intensifica en varias escenas, pero por sobre todo cuando el
alcohol se hace presente en alguno de los personajes secundarios.
Algunas reflexiones finales
Tanto Chéjov como Gorki,
vivieron la
Rusia
zarista, la prerrevolucionaria, con una clase media casi inexistente y con
marcadas diferencias sociales. Ambos buscaron al público, pensando en la
mayoría y acercando problemas que ellos vivían como actuales. ¿Por qué hoy los
creadores porteños vuelven a estos dramaturgos? Tal vez la Argentina en estos momentos esté
sufriendo un nuevo fracaso. Indudablemente nuestra clase media está en crisis
de valores y tal vez estos personajes rusos tengan alguna relación con el sabor
amargo de la actualidad. Más allá de la mirada política con la que pueden ser
leídos estos estrenos, hay un profundo deseo de investigar y experimentar con
estas obras. Estructuras dramáticas fuertes y personajes conmovedores fueron la
tentación para varios creadores teatrales, como para poner en conflicto temas
claves y muy propios del siglo XX: el espacio escénico y la actuación.
Estos dos ejes son
prioritarios a la hora de recordar las puestas en escena de Veronese y
Tantanián, pero también en Zemma y Szuchmacher. Los dos primeros propusieron
una mayor ruptura, pero respetando cierto clima que respiraban cada uno de los
textos elegidos. Incluso en reportajes previos Veronese confesaba su gran admiración
al dramaturgo ruso y las posibilidades que le brindaban a él, como director y
dramaturgo.
Si se estudia el pasado
teatral argentino, se verifica que esta notable admiración hacia estos
creadores rusos ya se había dado en generaciones anteriores. Siempre se marcó
las huellas de Fedor Dostoievsky en los protagonistas torturados de Samuel
Eichelbaum. Toda la literatura rusa marcó a la argentina y los nombres
nacionales pueden sucederse, como la huella que dejaron también en Roberto
Arlt.
Así como en décadas
anteriores, el director Alberto Ure había investigado sobre August Strindberg,
en estos últimos años la mirada de los creadores se posó sobre Rusia, antes de
su transformación en Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Resulta un
síntoma la recurrencia a estos textos dramáticos, aunque habrá que esperar un
tiempo más para poder detectar qué huellas deja este retorno a esa dramaturgia
en nuestra propia escena. Por ahora, podemos subrayar que las investigaciones
sobre la espacialidad y la interpretación se intensificaron con estos trabajos.
Pero también hay que dejar constancia que otros creadores investigan con otros
materiales, Rafael Spregelburd lo hace sobre creaciones propias y Ricardo
Bartís utiliza universos rioplatenses como los que presentan Roberto Arlt o
Florencio Sánchez, sin olvidar el suyo propio. Javier Daulte prefiere
escenificar propuestas que le rinden homenaje y parecen haber sido inspiradas
en el cine norteamericano, sobre todo en el género gore, como varias de sus
creaciones lo confirman. Susana Torres Molina experimenta y sus propuestas
pasan desde un living hasta el entrecruce de lenguajes como en Manifiesto
vs. Manifiesto. También Ana Alvarado, como autora y directora presenta una
notable paleta de estilos. Por uno u otro camino, los directores porteños están
investigando y rompiendo sus propias barreras, a veces se valen de textos
extranjeros, otras veces obras propias, pero es indudable que la vitalidad y la
pluralidad de propuestas son los síntomas más notables en la actual cartelera
teatral porteña.
NOTAS:
1 Urquijo, Hugo; Utopía en el horizonte, en: Cinco miradas
sobre Chéjov. La Revista Complejo Teatral de Buenos Aires, Año XXIX, Nº 94,
junio 2008, Pág.13.
2 Staiff, Kive; Los valores permanentes; Revista Teatro; Año 7,
Nº 31, Octubre 1987, Pág.7.
3 Ledesma, Inda, La vitalidad de Chéjov. Revista Teatro; Año 7,
Nº 31, Octubre 1987, Pág.44.
4 Strehler, Giorgio. ¿Por qué otro Jardín de los cerezos? ADE
Teatro. Revista de la Asociación de Directores de Escena de España, Nº 104;
enero-marzo 2005; Pág.78
5 Brook, Peter; Más allá del espacio vacío. Escritos sobre
teatro, cine y ópera 1947- 1987. Alba Editorial, Barcelona, 2004,
Pág.267/268.
6 Ídem, Pág.269.
7 Ídem, Pág.270.
8 Lobos, Omar, Cartas del autor sobre la obra. La Revista Complejo Teatral de Buenos Aires, Año XXIX, Nº
94, junio 2008, Pág.15.
9 Gorki, Máximo; Anton Chéjov; ADE Teatro. Revista de la Asociación de Directores de Escena de España, Nº 104;
enero-marzo 2005; Pág.56.
10 Banu, George; El jardín de los cerezos y los retos de la puesta
en escena. ADE Teatro. Revista de la Asociación de Directores de Escena de España, Nº 104; enero-marzo
2005; Pág.77.
11 Tantanián, Alejandro; Máquina Chéjov, en Cinco miradas
sobre Chéjov. La Revista Complejo Teatral de Buenos Aires, Año XXIX, Nº 94,
junio 2008, Pág.11
12 Cornago, Oscar; Un Chéjov para los actores. ADE Teatro.
Revista de la Asociación de Directores de Escena de España,
Nº 104; enero-marzo 2005; Pág.112.
BIBLIOGRAFÍA
- Banu, George; El jardín de los cerezos y los retos de la puesta en
escena. ADE Teatro. Revista de la Asociación de Directores de Escena de España, Nº 104; enero-marzo
2005.
- Brook, Peter; Hilos del tiempo. Ediciones Siruela; Madrid;
2003.
- Brook, Peter; Más allá del espacio vacío. Escritos sobre teatro,
cine y ópera 1947- 1987. Alba Editorial, Barcelona, 2004.
- Cornago, Oscar; Un Chéjov para los actores. ADE Teatro. Revista
de la Asociación de Directores de Escena de España,
Nº 104; enero-marzo 2005.
- Ledesma, Inda, La vitalidad de Chéjov. Revista Teatro; Año 7,
Nº 31, Octubre 1987.
- Lobos, Omar, Cartas del autor sobre la obra. La Revista Complejo Teatral de Buenos Aires, Año XXIX, Nº 94, junio
2008.
- Rodríguez de Anca, Antonio; Chéjov en la Argentina.
Revista Teatro Municipal General
San Martín, Año II, Nº 2, temporada 1981.
- Strehler, Giorgio. ¿Por qué otro Jardín de los cerezos? ADE
Teatro. Revista de la Asociación de Directores de Escena de España, Nº 104;
enero-marzo 2005.
- Staiff, Kive; Los valores permanentes; Revista Teatro; Año 7,
Nº 31, Octubre 1987.
- Tantanián, Alejandro; Cinco miradas sobre Chéjov. La Revista Complejo Teatral de Buenos Aires, Año XXIX, Nº 94, junio
2008.
- Urquijo, Hugo; Utopía en el horizonte, en: Cinco miradas
sobre Chéjov. La Revista Complejo Teatral de Buenos Aires, Año XXIX, Nº 94,
junio 2008