La noche canta sus canciones
Ana Seoane (IUNA-UBA)
Luego de algunas
versiones personales sobre Anton Chéjov, el director Daniel Veronese inauguró
su propio teatro con un autor hasta ahora inédito en Buenos Aires: Jon Fosse
(1959). Eligió uno de los primeros textos dramáticos de quien hoy es
considerado el dramaturgo más representado en los escenarios noruegos. La obra La
noche canta sus canciones evidencia una marcada herencia de su conciudadano,
Henrik Ibsen, sobre todo en los conflictos psicológicos de sus protagonistas.
Fosse muestra aquí un
triángulo amoroso, pero incluye a los padres de él para que el clima familiar
se transforme en asfixiante. Mucho de este universo cobra potencia por la
cercanía que propone Veronese entre intérpretes y espectadores. Incluso hay
varios momentos en que los actores no representan y se sientan al lado del
público compartiendo el mismo espacio.
Pasiones terminadas,
amores concluidos y ciertas atracciones que irrumpen con ferocidad y que logran
cortan con lazos que parecían más firmes. Esto es lo que buscó iluminar Fosse,
desde este juego de infidelidad. Su propuesta es pequeña y no tiene frases que
permitan hablar de un material inolvidable. Sólo la mano de Veronese y su
excelente elenco consiguen que cada asistente se sienta incorporado a la
historia y se lleve un recuerdo personal, una mirada única e intransferible
sobre esta historia de terceros.
Eugenia Gerty y Pablo
Messiez encarnan a la pareja central y evidencian en sus trabajos
interpretativos matices, quiebres y por sobre todo llevan a escena la
contradicción. Sus personajes sufren y parecen no decidirse entre la verdad y
la mentira. Es el público quien asiste azorado y silencioso a esta lucha entre
estos dos antagonistas: marido y mujer. Se pelean y se perdonan, y parecen
amarse como odiarse con la misma intensidad. Los otros tres actores consiguen
componer criaturas terribles aunque cercanas, así la madre posesiva de Pipi
Onetto, el padre entregado de Luis Gasloli o el tercero de la historia con Claudio
Tolcachir.
Toda la acción ocurre en
un centro de escena, casi un cuadrado, donde el público estará jugando con esas
formas, muy cercano, si alguno extendiera un brazo podría tocar a un actor. O
tal vez pisarlo en alguna escena de entrada o salida. Esta es un paso más de
aquella cercanía propuesta por Veronese en el “Camarín de las musas”, aquí su
marcación se hizo más íntima, más cercana y al mismo tiempo más riesgosa. Gatos
caseros que se cruzan, miran y sin molestar siguen su actividad habitual. Por momentos
se podría afirmar que respirar fuerte o toser son crímenes teatrales.
La noche canta sus
canciones es una inquietante invitación al voyeurismo escénico, aquí no hay
cuerpos desnudos, sino almas quebradas que se van desarmando frente a la mirada
de cada espectador. Pero todos esos ojos estarán ubicados de manera diferente,
cada asiento le entregará una perspectiva exclusiva a quien se atreva a pasar
por ese nuevo espacio que inauguró Veronese, para seguir creando.
FICHA TECNICA
Autor: Jon Fosse
Traducción: Clelia Chamatrópulos.
Elenco: Eugenia Guerty, Pablo
Messiez, Claudio Tolcachir, Luis Gasloli y Pipi Onetto.
Asistencia de dirección: Diego
Curatella.
Producción ejecutiva: Maxime Seugé.
Dirección: Daniel Veronese.