Los hijos del sol
por Ana Seoane
Cuando se analiza la
dramaturgia más estrenada en Buenos Aires del autor ruso Alejo Maximovich
Peshkov, más conocido por su seudónimo Máximo Gorki (1868-1936) aparecen: Los
bajos fondos, Los pequeños burgueses y La madre. Vale
recordar que este maestro del realismo -como se lo considera- conoció el éxito
gracias a las puestas en escena de Stanislavski.
Es muy importante que
un director de la talla de Rubén Szuchmacher haya elegido presentar Los
hijos del sol (1905), en una versión respetuosa, con un numeroso y
excelente elenco. No es nuevo en su trayectoria, ya que desde hace varios años
él mismo se impuso distintos desafíos con textos clásicos. Llevó a escena Las
troyanas y también estrenó El siglo de oro del Peronismo
entrecruzando textos en verso con otro más actual. Sólo si nos referimos a sus
trabajos en la escena independiente, porque si sumamos sus direcciones
comerciales habría que agregar títulos de la envergadura de Calígula de
Camus o Muerte de un viajante de Miller, entre muchas otras.
Los hijos del sol
es un juego donde se entrecruzan desde amores no correspondidos hasta
diferentes violencias familiares, incluyendo en este ítem al alcoholismo. Gorki
le entregó a sus protagonistas una gran carnadura, pero si ésta trasciende y se
actualiza es por los notables méritos del director y el elenco que supo elegir.
Por momentos se evidencia una cierta aceleración de tiempos, casi exaltación de
estados, pero fue el camino elegido por Szuchmacher para que la platea actual,
de principios del siglo XXI pudiera sonreír con esta estructura dramática de
principios del siglo XX.
El despojamiento
escénico es uno de los rasgos más notables de este último Szuchmacher escénico.
En esta comprensión de síntesis aparecen siempre dos nombres junto al suyo:
Jorge Ferrari como escenógrafo y vestuarista y la iluminación de Gonzalo
Córdova. El imponente telón de luces del fondo permite una serie de juegos que
actualizan la obra, es como si Ferrari y Córdoba cada uno con su lenguajes escénicos
hubieran ayudado a quitarle el polvo de los años a la obra de Gorki.
Sobresale el trabajo
interpretativo de Pablo Caramelo, junto a él tienen también muy buenas escenas
tanto Irina Alonso como Karina Antonelli, Roberto Sabatto, Ana Fouroulis y María
Zambelli. Siempre Szuchmacher logra congeniar diferentes edades en su elenco,
logrando darles un mismo estilo actoral. Salvo algún caso, que sería la
excepción que confirma la regla, todos sus intérpretes evidencian una notable
dicción. Su puesta en escena está jugada desde el despojamiento porque sabe que
su grupo sabe estar en el amplio escenario del “Kafka” sin necesidad de objetos
innecesarios.
Un nuevo desafío de
Rubén Szuchmacher resulta Los hijos del sol y nuevamente salió airoso
demostrando que se puede llevar a los escenarios independientes textos de esta
envergadura y acercárselos al público actual, sin necesidad de grandes
producciones, ni privadas, ni estatales.
FICHA TÉCNICA
Autor: Máximo Gorki
Elenco: Pablo Caramelo, Irina
Alonso, Karina Antonelli, Francisco Civit, Javier Rodríguez, Andrea Jaet, Rubén
Dellarossa, Nicolás Balcone, Paul Mauch, Emilse Díaz, Roberto Sabatto, Ana
Fouroulis, María Zambelli, Emilse Díaz, Federico Ponce, Daniel Ridolfi,
Fernando Arluna y Federico Costa.
Escenografía y vestuario: Jorge
Ferrari.
Luces: Gonzalo Córdova.
Diseño sonoro: Bárbara Togander.
Dramaturgia y dirección: Rubén
Szuchmacher.