(IUNA)
Intérprete música y danza: Valeria Pagola
Arte multimedial: Federico Joselevich Puiggrós
Diseño de iluminación: Ricardo Sica
Asistencia repertorio lírico: Víctor Torres
Entrenamiento rítmico musical: Guido Karp
Prensa: Correydile
Fotografía: Martín Lanciano - Laura Casalongue
Asistencia de dirección: Laura Casalongue - Franco La Pietra Ayudante montaje: Rodrigo Milemacci
Autoría y Dirección: Valeria Pagola
Duración del espectáculo: 60 minutos
Comencemos por el final: al terminar el espectáculo, su directora Valeria Pagola nos cuenta, en tono coloquial, que la obra forma parte de un proyecto de
investigación en curso titulado Danza, música e improvisación, investigación coreográfica-musical. Se trata, efectivamente, de un enfoque
interdisciplinario que Pagola, cantante, bailarina y coreógrafa, nos propone a través de un unipersonal que anuda el cuerpo al sonido, a la voz y al
movimiento.
No es una obra fácil de catalogar: ya nos lo sugiere el matiz de indeterminación del subtítulo, cierto concierto. Música en vivo, danza, visuales
interactivos, luces y sombras que, como en un montaje cinematográfico, se van ensamblando para dar forma a este concierto tan particular. Destacable la
participación de Federico Joselevich Puiggrós quien a través de recursos multimediáticos logra hacer bailar imágenes y palabras contribuyendo a la
identidad del espectáculo.
Al estilo de un cuento surrealista o de un sueño, desfilan palabras que no constituyen un texto, paisajes, colores, objetos que se transforman. Es
especialmente interesante detenerse en el tratamiento creativo que da a los objetos al descubrir, como lo pueden hacer los chicos al jugar, la posibilidad
de transformarlos en otra cosa de aquella a la que nos tienen acostumbrados, una bocina en pato, un pato en copa. Llaves que tintinean, simpáticas ranitas,
se recortan sobre el fondo de distintos ritmos y melodías, por momentos con reminiscencias orientales, en otros más cerca de la lírica. Imperdible el
cuadro con las ranitas de lata a cuerda. Valeria se toma su tiempo, como en el resto de las escenas, para armar la secuencia. Y nos sorprende de pronto con
la irrupción de muchas ranitas que saltan y suenan como castañuelas, ella baila flamenco. Una escena lúdica, tierna y muy bien configurada desde lo sonoro,
donde el ritmo voraz del flamenco se representa en saltitos de ranas a cuerda.
Y el cuerpo como principal protagonista que se expresa a través de los diferentes recursos que se van ensamblando a lo largo de la obra.
El espectáculo está abierto. Quedará en el espectador, en su manera particular de recibirlo, de escucharlo, de disfrutarlo hacer con lo inevitable e
inagotable de esta búsqueda poética.