(UNA/UBA)
Autor: Raúl Ramos.
Elenco: Marina Andrada, José Manuel Espeche y Raúl Ramos
Vestuario y escenografía: Alejandro Guiggi
Música original: Héctor Bacci
Asistencia de dirección: Emanuel Gómez
Dirección: Guillermo Flores
Teatro La Máscara
Raúl Ramos tiene una extensa trayectoria como intérprete y es menor su recorrido como dramaturgo. En este texto - Cartón pintao - evidencia su profundo interés por el pasado argentino y expone su posición crítica. Su propuesta busca y lo consigue iluminar la vida de un torturador, pero a diferencia de lo que hacía Eduardo “Tato” Pavlovsky, aquí Ramos no pretende que el espectador se identifique con esta clase de personas. Por el contrario su protagonista expone su violencia cotidianamente con los seres que lo rodean, aunque también lo presenta en un aquí y ahora donde la soledad es el resultado de sus acciones.
Una de las características de este espectáculo es que consigue entrecruzar humor en esta historia con ribetes siniestros. Alguien se infiltra en la cercanía de este ser, disimula hasta tenerlo cerca y desenmascararlo. La puesta que eligió Guillermo Flores está focalizada en el juego interpretativo, por eso todos los otros lenguajes, como escenografía, vestuario e incluso la iluminación pasan a un segundo plano. El eje está centrado en lo que le pasa en la escena a estos tres seres, dos juegan paralelos roles de víctimas y victimarios, la tercera no. La marginalidad de este mundo no necesita subrayados, ya que en el lenguaje y en las circunstancias que los rodean alcanzan para radiografiarlo.
Hay que destacar el minucioso y exacto acento santiagueño que afronta Raúl Ramos, al que se lo sigue recordando por su composición en Stéfano de Armando Discépolo. Este dato sirve para marcar la ductilidad de él como intérprete. Esa provincia, como el relato que se hace de Faimallá en Tucumán, revela el respeto por el país, al que muchos porteños llaman erróneamente “interior”. Esta propuesta no sólo busca dejar testimonio de uno de los victimarios de la última dictadura militar sino que también pone en un lugar protagónico a las víctimas, muchas veces anónimas que cayeron en los distintos puntos de nuestra Argentina.
Flores director, respetando la propuesta del autor usó la música, en este caso original de Héctor Bacci para cortar los climas cuando estos se densificaban. No la usó a la manera brechtiana, ya que no hay un subrayado de lo que ocurre, por el contrario, es el aire que tendrá el público ante esta oscuridad que se va revelando.
En el elenco no sólo se destaca el trabajo compositivo de Raúl Ramos, también cómo la única intérprete femenina, Marina Andrada consigue definir a su personaje. “Prostituta en decadencia….- propone el texto- es tierna apasionada, sarcástica, vengativa, angelical”. Era complejo entrecruzar todos estos rasgos en un mismo personaje, pero Andrada lo consigue. En el papel más antipático está José Manuel Espeche, quien con su sola presencia y seguridad escénica convence a los espectadores. El maneja los quiebres a la perfección y su victimario transita por varias caídas, siempre recorriendo el camino propuesto por su director: el de la credibilidad. Cartón pintao presenta teatralmente una parte de nuestra historia, la que no se debería olvidar y los hace con armas teatrales, las del arte.