(UNA)
Autoría: Bernardo Cappa, en colaboración con Pablo Chao, Aníbal Gulluni, Gabriel Guz y Laura Nevole.
Elenco: Pablo Chao, Aníbal Gulluni y Laura Nevole.
Vestuario: Paola Delgado.
Escenografía: Pía Drugueri.
Iluminación: Claudio Del Bianco.
Director Asistente: Gabriel Guz.
Dirección: Bernardo Cappa.
Teatro Del Pueblo
Un relato pampeano entre dos rusos y un abogado argentino. Una vuelta a la ficción. Un grito de libertad. Tres individuos vulnerables, chiquititos, incapaces, infelices juegan un juego peligroso, buscan libertad.
Svaboda.
Una historia simple que permite indagar en la forma, crea un procedimiento singular, una poética de la musicalidad y la actuación a través del oscurecimiento.
El programa de mano dice: "A la vaca le pica la cabeza y busca dónde rascarse. Los troncos del alambrado son ideales. Mete la cabeza entre dos alambres, apoya la nuca en el palo y sube y baja rápidamente. Puede verse en sus ojos el placer, grande como la pampa, después mira el alambrado y ve una grieta, un alambre roto, ve que entre la inmensidad y la frontera hay una grieta y se acerca, son la tres de la tarde en verano, mira a las otras vacas, ¿debe decirles que vio la grieta? Las demás pastan, mueven las orejas, espantan las moscas con la cola y miran sin mirar, ¿debería pegar el grito: el alambrado está roto, rajemos? No lo sabe, no se lo pregunta, va hacia la grieta.” [2]
Cuando un agujero aparece, cuando sacar la cabeza casi es posible, cuando la idea de salir ya no es una ilusión. ¿Qué debería hacerse? El lenguaje es la grieta en este espectáculo. La complejidad del idioma (dos de los actores hablan prácticamente todo el tiempo en ruso, o en un castellano mal pronunciado) opera como resorte en el espectador para llevarlo a otro nivel. A un plano diferente del de la significación literal de la palabra. Abre nuevos sentidos en la puesta.
Esta vez no se basa en escribir un texto sin signos de puntuación, en repetir las palabras, en saturar la escritura. Se trata de invitarnos a ver y escuchar un lenguaje extranjero. ¿Acaso el teatro no lo es? Una separación de la realidad, generar un espacio otro. TEATRALIDAD.
El espectáculo es un mapa sobre otro mapa y otro y otro más. Las capas están superpuestas, unas sobre otras. Una gran maquinaria llena de engranajes diferentes que lo hacen funcionar. Y no es tan fácil de comprender ya que todo está en constante movimiento. Pero existen los silencios, las pausas, la poética de las imágenes, la materialidad de esos cuerpos que explotan en la escena. Pequeñas grietas desde donde nos invitan a mirar. Pero no pasivamente, a mirar haciéndonos parte de hecho teatral.
Svaboda requiere de un espectador activo, no es una instalación, no es una performance, es una obra de teatro que construye ficción, en la que no se rompe la cuarta pared, con una escenografía y un vestuario que no discute con la trama y una historia accesible. Sin embargo, nos pide ser partícipes. No alcanza solo con sentarse a mirar. La libertad implica avanzar, meterse por ese agujero para llegar a otro lugar. Y nosotros, como la vaca, debemos hacer el esfuerzo, el precioso esfuerzo, de meter la cabeza para llegar al otro lado.
Svaboda.
Muerte. El tiempo detenido. Suspendido. La muerte en vida de esos personajes. La muerte de las gallinas, de la vaca, del perro. Del aire que ya es viejo. El poder que oprime, reprime, la burocracia. La máquina de la legalidad. Lo que está permitido y lo que no. ¿Qué se debe hacer? La sensación de estar en el lugar equivocado. La pulsión de libertad, a toda costa. Son algunas de las zonas por las que transita el material.
Tres cuerpos en escena. Un triángulo maldito. Líneas superpuestas. Deseos oprimidos. ¿Un Chejov pampeano? No hay aquí encarnación, tampoco corporización. Estos cuerpos construyen una ajustada dinámica de representación. Están, ellos también, corridos de eje, un poco torcidos, son LOS TRES extranjeros, extraños, singulares. El horror y la dulzura no se pueden separar, como las caras de una moneda. Son todo eso. Y a la vez. Las actuaciones han creado un mecanismo perfecto para que la gran maquinaria funcione. Son, los actores en escena, la materialidad efímera de la poesía en acción. Sus cuerpos en apariencia torpes, toscos, vulnerables son a la vez los cuerpos de excelentes actores que nunca dejan de manejar los hilos de la interpretación. El tono exacto, el golpe preciso, las lágrimas en el momento adecuado. En ese, y no en otro. Una perfecta coreografía actoral, casi un ritual.
Voluntad. Sin voluntad no se puede cruzar. Atrevimiento, arranque, energía, empuje, carácter, ardor, esfuerzo y decisión hay en el espectáculo. Sujetos animalizados. ¿Cuál es la diferencia entre la vaca y la camioneta pregunta la disfuncional pareja de rusos? Y la pregunta es sincera, honesta y a la vez absolutamente infantil e ingenua. Ellos están corridos del mapa. Por fuera de su tierra, ajenos a una realidad que a nosotros, los que los observamos, nos invade, nos aplasta. ¿Cuál es la diferencia entre una vaca y una camioneta? ¿Por qué ellos deben pagar los daños que la vaca le hizo a la camioneta? Acaso el dueño de la camioneta no debería pagarles a ellos por haberles matado la vaca, se preguntan. El pequeño detalle es que la vaca NO ESTABA DONDE DEBÍA ESTAR, estaba corrida de su eje. Quizás, a veces, cuando se busca la libertad… Es peligroso.
Svaboda ofrece una grieta, para que como en Alicia en el país de las maravillas, uno puede sentirse libre e imaginar.