Shakespeare. Hamlet. Estudio preliminar, traducción y notas de Carlos Gamerro. Buenos Aires, Interzona, 2015, 248 páginas.
Carlos Gamerro, Licenciado en Letras, profesor y escritor, es reconocido, entre otros, por sus trabajos vinculados a la lengua inglesa, como Ulises: claves de lectura o las traducciones de Graham Greene, W. H. Auden y Harold Bloom. Dentro de su especialidad, entonces, cabe leer la traducción y el análisis que despliega de Hamlet en esta publicación.
El estudio que da apertura a la lectura de Hamlet podría verse como un alegato de Gamerro, en donde el defendido es el mismo Príncipe de Dinamarca y el adversario las críticas literarias que lo han construido como un cobarde, perpetrador de excusas y retardado/r absurdo de venganza. Y es que sus argumentos son tan sólidos y elocuentes que uno empieza a leer esta obra con la espada en mano para defenderlo. En resumidas cuentas, los aspectos más importantes de la defensa de Hamlet para atrasar su acción tienen que ver con:
- Comprender la demora en matar a Claudio es tan nodal como la reflexión sobre el contexto mismo de producción de la obra. Hamlet representa la compleja dinámica de ser moderno en un mundo feudal, la venganza ya no es el camino más adecuado o “noble” para resolver un asunto familiar. Además, más allá de esta disyuntiva ética, para el Hamlet artista, la venganza hasta puede ser una preocupación estética: tendrá que ser perfecta.
- Llevar a cabo la promesa de cumplir el deseo del fantasma de su padre implicaría para el príncipe disolverse en él, aniquilarse para comenzar a ser su padre.
- Un planteo edípico: inconscientemente habría una identificación de Hamlet con su tío en el vínculo con su madre. Si mata a su tío es otra forma de matarse a sí mismo.
Así, para Gamerro, resulta clarísimo: ¿a quién se le ocurre que alguien en estas condiciones podría ejecutarla (la venganza)? El drama de Hamlet no es el del soñador que se ve obligado a pasar a la acción que íntimamente detesta, sino el del hombre de acción que ve todos los caminos bloqueados.
Con esta hipótesis, Gamerro nos permite pensar el clásico texto de Shakespeare desde nuestros días. La cuestión primera ¿ser o no ser? se potencia en la actual ¿aguantar lo que no tiene remedio o seguir luchando? y abre una lectura posible acerca de los hijos de los desaparecidos en la última dictadura argentina, sobre los cuales pesa el mandato explícito o tácito de vengar a padres fantasmales, cómo vengar/hacer justicia desde la contradicción y la memoria.
Por otro lado, la traducción ‒y en menor medida las notas‒ estuvo, antes de su publicación, al servicio de una puesta en escena que, por cuestiones inesperadas, no pudo ser. Podemos leer el texto con la fuerza de un cuerpo en escena del mismo modo en que solo podríamos acceder al Hamlet de Shakespeare en el 1600: a través de la voz y no de la letra. “A falta de gestos, buenas son las notas”, aclara.
En un estilo que hace convivir la profundidad de lo académico con un registro cotidiano, las referencias de Gamerro en este trabajo ponen en un cruce constante esta obra clásica con la actualidad. Hamlet también podría ser el hijo de Don Corleone y no hay dudas de que, una vez terminada o devorada la lectura de este texto, vayamos por la versión cinematográfica de Kenneth Branagh en busca de ‒incluso más‒ Hamlet, para constatar lo que es la sed de lo que agrada.