Mirko Mescia. Puntos de Oído. Buenos Aires, Corregidor, 2014. 284 páginas.
Un recorrido bastante inusual es el que presenta Mirko Mescia, el Autor de Puntos de Oído. Italiano, residente en Buenos Aires desde 2009, ha esparcido su actividad entre diversas plazas teatrales como Copenhagen, París, Mallorca, Granada y por supuesto Buenos Aires, desarrollándose como músico y compositor de efectos sonoros, una actividad a la que se ha dedicado no sólo desde la práctica, sino también desde la reflexión y es sobre esta última que yacen los cimientos de lo que se va cocinando en Puntos de Oído.
En el libro nos encontramos con Mescia haciendo de investigador, llevando adelante una reflexión que va a lo profundo, interrogando una diversidad bastante importante de directores, actores, docentes y personalidades teatrales de la Argentina, para preguntarles por el lugar del sonido y de la música en sus creaciones, en sus experiencias como espectadores y también en esa entelequia ideal a la que quienes nos dedicamos a las artes escénicas llamamos Teatro, así, con mayúscula. Es entre estas preguntas que aparecen las obsesiones de Mirko, especialmente marcadas por el lugar de “agregado” en el que se ha puesto a la música en el teatro de occidente. El autor lleva a juicio de sus entrevistados esta visión en palabras del mismo Aristóteles, quien, hablando sobre la tragedia, en su poética nos dice que esta: “tiene un agregado propio muy importante: la música y los efectos escénicos, por cuyo medio los sentidos se deleitan completamente”.
Acompañando las preocupaciones intelectuales y artísticas de Mescia, recorremos un camino de concepciones muy diversas, discutiendo elementos que conciernen a la percepción del público, al funcionamiento y el significado de la música dentro de un espectáculo y los prejuicios que existen dentro de la actividad escénica sobre el tratamiento de lo sonoro.
Sin embargo el autor de este libro se ubica mayormente a un costado para que escuchemos las voces de diversos realizadores y artistas, y es de esta forma que, atravesamos universos creativos tan disímiles como los de: Agustín Alezzo, Adelaida Magnani, Kado Kotzer, Raúl Serrano, Cristina Banegas, Claudio Gallardou, Rubén Szuchmacher, Norman Briski, Ricardo Bartís, Eva Halac, Roberto Aguirre, Leonor Manso, Augusto Fernandes, Daniel Veronese, Ana Alvarado, Cecilia Candia, Villanueva Cosse, Claudio Tolcachir, Emilio García Wehbi, Ricardo Monti, Carlos Gorostiza, Roberto “Tito” Cossa, Eduardo Rovner, Mauricio Kartún, Beatriz “Bety" Martinez, Marta Sanchez, Fortuna dell’ Aglio, Tato Pavlovsky y los investigadores Susana Freire, Ana Seoane, Carlos Pacheco, Beatriz Seibel. Una curadoría abarcativa, que para una plaza teatral como Buenos Aires, nunca parece suficiente. Pese a esta dificultad propia del territorio, Puntos de Oído -casi sin darse cuenta- se convierte en un compendio bastante completo de metateatralidad porteña, en el que accedemos no solo al pensamiento sobre el sonido y la música en escena sino a otros asuntos cruciales como el lugar del actor, su formación, el lugar de la Argentina en las artes teatrales occidentales y las tendencias de la práctica teatral de los argentinos.
Considero que la principal fuerza de este libro radica en que nos propone una interesante forma de generar conocimiento desde la práctica de las artes escénicas: rescatando las técnicas de la etnografía. Estas nos permiten acceder al conocimiento de una comunidad especifica (la teatral de la ciudad de Buenos Aires en este caso) desde la mismísima fuente. De esta forma tenemos acceso a las mitologías de una tribu diversa, con formaciones y visiones sobre el arte, la cultura y las artes escénicas que dialogan entre sí. Para los que nos formamos teatralmente en esa diversidad de Buenos Aires, el esfuerzo de Mescia nos entrega a una tarea importante: reconocer nuestros recorridos y a su vez observar desde afuera otras entradas posibles a esta ciudad teatral y, con esta mirada periférica, poder distinguir las coincidencias y divergencias que tenemos con otros grupos y realizadores. Puntos de Oído, visto de esta manera, se convierte en un inusitado y muy valioso mapa, con el cual podemos salir nuevamente a continuar nuestros caminos en el arte del teatro.