¿Cómo fue tu formación?
Mi formación es, en principio, como cantante y luego como actriz. Estudié canto muchos años en la Escuela La Barraca, con Pato Balado y Claudio Garófalo.
En esa escuela participé en algunas clases de actuación que dictaba Rubens Correa y asistí a talleres de imagen teatral, dictadas por Javier Margulis,
donde ya el lenguaje de experimentación que se me abrió era muy rico. Recuerdo siempre esas clases.
También cursé un breve tiempo, Antropología y Artes Combinadas en la UBA, al mismo tiempo que me formé un par de años en la Escuela de Música Popular de
Avellaneda. Mientras estudiaba canto veía mucho teatro y comencé a tener la curiosidad de hacer el ingreso a la Escuela Nacional de Arte Dramático. Esa
curiosidad me llevó a ingresar y realicé ahí toda la carrera de Actuación hasta recibirme de Actriz Nacional.
Luego de esta preparación hasta el día de hoy sigo formándome: en trabajo corporal, yoga, artes marciales, danza contemporánea, diversos cursos de
entrenamiento, hasta realizar una breve formación en dramaturgia y dirección con Luis Cano y Emilio García Wehbi.
¿Cómo enfocás tu trabajo como actriz?
Con múltiples estímulos, intuiciones y variables. En general, el punto desde donde empiezo a enfocar mi trabajo es la intuición alegre que me atraiga.
Aquello que pulsa vivo para experimentar un terreno expresivo que no tenga muy transitado, o que sí y mucho, o compartir el trabajo con creadores o
compañeros que me convocan a proyectos que me atraen por su grupo de trabajo, por su textualidad, por el concepto del montaje y sobre todo por la labor
expresiva para actuar.
Enfoco mi trabajo desde la corporal, desde lo vocal, cabalmente desde la pasión que me genera actuar. Creo que hasta ahora ella ha sido mi mejor compañera
a la hora de enfocar mi trabajo. Enfocar presencia y compromiso.
De ahí se desprende la búsqueda de otros lenguajes, de multiplicar mi mirada, y la mirada de mi trabajo interpretativo.
¿Cómo es tu tarea como docente de teatro?
Mi tarea como docente es profundamente atractiva y feliz. La tarea de acompañar, estimular, trabajar minuciosamente en los procesos individuales y
colectivos. Es una tarea apasionante. Es amar los procesos creativos. Cada vez que pasa el tiempo y los grupos, voy sintiendo que aprender y enseñar es un
acto creativo. Cruzar lenguajes, aprender a nombrar los momentos que conforman un proceso. Pensar. Ser cuerpo y concepto. Pensarse en la experiencia.
Un terreno donde indagar sobre las herramientas necesarias para actuar y para el actor. Para la tarea interpretativa y para desarrollarse como actor de
teatro siempre dentro del contexto y las circunstancias de producción del teatro hoy.
Creo que una tarea es enseñar a actuar y otra a actuar en teatro. El teatro te brinda otras posibilidades y otras dificultades. Muchas veces la tarea es
que desaprendan algo que los limita a un único teatro posible, que descubran la pasión, el interés. El ejercicio de nutrir la curiosidad, la lectura, la
búsqueda incesante de estímulos, de desafíos.
Y a veces, como en general pasa, es acompañar a que encuentren su pulsión, su deseo, lo que los mueve a formarse, y a confiar activamente en la formación
educativa.
Agradezco disfrutarla porque es un intercambio permanente, es un hecho con el otro.